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Música

Tito Alcedo: Cuando la hondura del sur atraviesa nuestras entrañas

Una imagen del concierto de Tito Alcedo en la sala Stardust.

Una imagen del concierto de Tito Alcedo en la sala Stardust. / Juan Luis Domínguez

Penetrar en la pequeña Sala Stardust -en ese rincón, junto al Guadalete- supone sumergirse, sin más. Atravesar esa delgada línea entre lo tangible y lo que no lo es. Entre acordes musicales, libros, pinturas y hasta un tablero de ajedrez.

Bajo esas vigas de madera del siglo XVII (para más inri, sede oficial de la Escuela de Jazz de la Universidad de Cádiz), dos amigos, portuenses para más señas, Idelfonso Marín y Jesús Sevillano -músicos por dentro y por fuera-, llevan a cabo el sueño, que siguen persiguiendo, hace más de un año. Acercar el mundo a la música y compartir sus pasiones.

La otra noche, cuando los estertores de septiembre avanzaban sin solución de continuidad, el guitarrista Tito Alcedo, entre anécdotas y chascarrillos, con ese humor imprescindible que le caracteriza, puso el sello de intensidad y color aligerado en sus interpretaciones. Porque Tito Alcedo alcanzó, en esta 'The Cavern' portuense, que su espíritu inquieto y su versatilidad, calara -y de que manera-, entre los que decidimos acompañarlo.

Desde el respeto y la humildad se manejó la otra noche. Sin olvidarnos que, en su dilatada carrera, compartió escenario con un buen número de destacados guitarristas y músicos: Joan Bibiloni, Larry Corynell, Jesús Lavilla, Jorge Pardo, Carlos Cano, Javier Ruibal, Chano Domínguez, Tomatito o Raimundo Amador.

Sin nada que ponerse ni que quitarse, tal como lo vimos. Desnudo y en directo, sin alharacas, nos condujo por esos estrechos márgenes de la improvisación, la versatilidad y la sensibilidad. Eso si, creyéndose lo que hacía. Estuvo arropado por Jesús Sevillano al piano y el bajista Ricardo Piñero, todo un improvisado acompañamiento, que resulto cómplice y desbordó todas las expectativas. Y por si fuese poco, se sumo a la fiesta Juan Franco (del añorado Milord), con su maestría en el arte de la coctelería.

Ya dijo el poeta que la música “primero te salva de ti mismo y después de los demás”. El sentimiento y el vértigo continuo (la vida, en suma) acompañó, y de que manera, la otra noche en Stardust. Para agradecer y recordar.

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