Un 8 de septiembre más, buena parte de la ciudad se echó a la calle para volver a acompañar a la Patrona de la ciudad, la Virgen de los Milagros. La devoción a la alcaldesa honoraria de El Puerto sigue estando más que viva.

La plaza de España fue engalanada más que en años anteriores, especialmente con flores, plantas y colgaduras. Y de ella partía una gran alfombra de sal y serrín con la que habitualmente se embellece la calle Palacios para esta festividad y que había sido realizada la noche anterior por multitud de pequeños voluntarios. Al ser éste un año jacobeo compostelano, los motivos ilustraban a la peregrinación a Santiago. En la plaza de España, una gran cruz de Santiago presidía la ilustración, en cuya base se encontraba un dibujo de la Virgen de los Milagros. También elaboró parte de la alfombra el colegio La Salle Santa Natalia (dibujó el escudo de su institución), con el que quiso conmemorar que a lo largo de este año se cumplen los 50 años de su llegada a la ciudad. Calle Palacios más abajo se encontraba igualmente el de la hermandad del Dolor y Sacrificio, que cada año lo realiza junto a su casa de hermandad.

A las ocho menos cinco llegaba el Gobierno local a la Iglesia Mayor Prioral, procedente del centro cultural Alfonso X El Sabio (los ediles de la oposición optaron nuevamente por participar únicamente en la procesión). Desde el año pasado, los concejales realizan un recorrido (que el Ayuntamiento denomina “procesión civil”) acompañados por la banda de música Maestro Dueñas, que interpreta algunos pasodobles y marchas militares. La comitiva fue recibida en la Puerta del Sol por el párroco de la Prioral, Diego Valle, y la junta de gobierno de la archicofradía de Los Milagros, encabezada por María del Carmen Perdiguero.

Abría el cortejo la banda de cornetas y tambores del Santísimo Cristo del Amor, que reaparecía tras unos meses de inactividad pública. Tras ella iba la cruz de guía que para lo que se utiliza un crucifijo plateado que es portado en una pequeña parihuela de madera forrada en terciopelo verde agua, el color institucional de la archicofradía. Posteriormente, se encontraba la representación de las hermandades de gloria y de penitencia de la ciudad. Es de destacar que la del Rocío sigue siendo la más numerosa. Hasta el año pasado acudía con su Simpecado, lo que motivaba que muchos rocieros decidieran acompañarlo en las procesiones que iba la filial en representación (no sólo en la Patrona sino también en el Corpus Christi). Sin embargo, su junta de gobierno decidió el año pasado acudir sólo con el estandarte, aunque los hermanos decidieron continuar asistiendo.

Antes del cortejo de esclavos de la archicofradía iba la Corporación municipal, que volvía a ir bajo mazas. Junto al alcalde, Enrique Moresco, estuvo presente el comisario de la Policía Nacional en El Puerto, Enrique Jiménez.

Pasadas las ocho y media, salía el paso de la Patrona con los sones del himno nacional. La Virgen de los Milagros llevaba este año el manto conocido como el de ‘Castillos y leones’  que data de 1991. Por este motivo, los faldones del paso iba a juego con motivos alfonsíes.

Cuando el paso ya se acercaba a la calle Palacios, la banda de música Maestro Dueñas interpretaba una marcha poco habitual en procesiones de gloria, Virgen del Valle. Pero tenía un motivo. Lo había pedido la banda ya que, con ella, se quería tener un recuerdo hacia Jesús Sánchez Merino, miembro de esta asociación y que falleció el pasado sábado.

Se iniciaba así una procesión a la que le había antecedido, por la mañana, las tradicionales dos eucaristías. La primera, la de las ocho de la mañana, fue oficiada por el obispo de la Diócesis, José Mazuelos. Mientras, Diego Valle dirigió la de las once, la que es la eucaristía principal de instituto de la archicofradía.

Por otro lado, y como es tradicional, hoy se iniciará la octava en honor de la Patrona, que será oficiada por Fray Ricardo de Córdoba, franciscano capuchino del convento de la Divina Pastora de Jerez. Ya el día 16 la imagen estará expuesta en besamanos y, tras la misa de las ocho de la tarde, se procederá a su traslado a su capilla, acto con el que se pondrá fin a los cultos.