Tribuna Libre

Santo Domingo, Balbo y Emilio

Vestuario del grupo Balbo en el salón de actos del IES Santo Domingo, antes de la pandemia.

Vestuario del grupo Balbo en el salón de actos del IES Santo Domingo, antes de la pandemia.

Durante los últimos meses llevan publicándose en este Diario noticias relativas al Santo Domingo y el Grupo Balbo. Hasta ahora, por mi cariño personal a Emilio, no he querido manifestarme como Director del IES. Santo Domingo. Pero la Tribuna Libre del pasado domingo 20 de marzo me obliga a hacerlo. Y no tanto por mi persona sino por la institución que dirijo.

Que alguien escriba en una tribuna libre entiendo que no debe significar que escriba u opine cualquier cosa sin siquiera contrastar mínimamente lo que publica. Por supuesto, en ningún momento se ha dirigido a este centro o mi persona. Si lo hubiera hecho tal vez sabría que el Grupo de Teatro Balbo siempre ha tenido libre acceso a nuestras instalaciones y ha realizado sus ensayos en nuestro Salón de Actos. Siempre… hasta que llegó la pandemia. Porque desde entonces, el Protocolo COVID-19 de todos los centros educativos no lo permite como señala el propio Emilio en su Carta a los Reyes Magos del 10 de diciembre de 2021 en este Diario constatando que no ha podido hacerlo tampoco en otros centros de la ciudad. Conviene no olvidar que estamos inmersos en una pandemia mundial en la que todavía mueren cientos de personas, con más de 12.000 contagiados en nuestra ciudad según datos oficiales y con 45 ciudadanos portuenses fallecidos. Y cabe preguntarse cuáles serían los titulares si algún alumno de Balbo, alguno de sus directores, el propio Emilio se hubiera contagiado, enfermado gravemente o incluso algo peor. Porque lo que el autor llama alegremente “excusas peregrinas” y “estériles normas administrativas en desuso” no son sino un acto de responsabilidad. Porque incluso por encima de la educación, de la cultura, del teatro están la salud y la vida humana.

Si el autor se hubiera tomado la molestia de interesarse, sabría que este humilde director es Licenciado en Filosofía y Letras y Profesor de Geografía, Historia e Historia del Arte y que su sensibilidad hacia la cultura y el teatro está fuera de toda duda. Y sabría que el Santo Domingo es un centro totalmente abierto a la ciudad y a cualquier iniciativa humanística y científica que se emprenda. No en vano ha acogido durante todos estos años actividades del Grupo Balbo, de la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia, de la Asociación de Patios Portuenses, y otras tan variadas como la Noche de San Juan de los clubes de lectura de El Puerto, visitas teatralizadas a la ciudad, exposiciones de pintura, actuaciones musicales, de carnaval y otras tantas que es imposible enumerar en estas pocas líneas. Hasta que llegó la pandemia. Y eso que se celebraban al aire libre en nuestro hermoso claustro barroco y no en un espacio cerrado como nuestro Salón de Actos.

En cuanto al atrezzo y vestuario, no deja de ser sorprendente que en declaraciones recientes a este Diario se señalaba desde Balbo que las instalaciones de la Bodega de Mora “les vienen como anillo al dedo” ya que “disponen de un amplio espacio para guardar atrezo y vestuario, así como de salas completamente equipadas para los ensayos que se realizan los fines de semana”. He de reconocer que las instalaciones de las que disponía en nuestro centro no eran las adecuadas ya que estaban en la antigua casa del conserje, que se encuentra en estado casi ruinoso, y que no podrán ser reformadas a corto plazo.

En definitiva, no deja de ser sorprendente que alguien que reconoce “no soy neutral” pueda hablar tan alegremente de un centro como el Santo Domingo que en estos últimos años se ha convertido en un referente educativo y cultural de nuestra ciudad, con enseñanzas tan variadas como las de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato, Educación Secundaria y Bachillerato de Personas Adultas y sus reputados ciclos formativos de Grado Medio de Aceites de Oliva y Vinos y Superior de Vitivinicultura, un centro al que cada año decenas de alumnos solicitantes no pueden acceder por

falta de plazas, un centro en definitiva que busca día a día una enseñanza respetuosa con su patrimonio pero proyectada a los nuevos retos del siglo XXI. Porque, desde el respeto a la historia, no cualquier tiempo pasado fue mejor.

Por último, en lo puramente personal, decir como la canción que “formo parte de una generación espontánea que se defiende mejor en el cara a cara, en el cuerpo a cuerpo y tiempo al tiempo”. Por eso, si el autor o cualquier portuense necesita alguna aclaración encontrará siempre abiertas las puertas del Santo Domingo.

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