La ciudad de El Puerto de Santa María vivió en el mediodía de ayer uno de esos días que perduran en la historia, el de la celebración de una Solemne Eucaristía mediante la cual la Iglesia Mayor Prioral se convertía en Basílica Menor de Nuestra Señora de los Milagros.

Desde las doce del mediodía las campanas de este templo religioso, que cuenta con más de 500 años como lugar de devoción, no pararon de sonar para dar la bienvenida al momento que se iba a vivir posteriormente. Pasados unos minutos del mediodía procedía a hacer su entrada a la Iglesia, a través de la Puerta del Sol, el obispo de la Diócesis de Asidonia-Jerez, José Mazuelos, que lo hacía rodeado por un cortejo en el que se encontraba el párroco de la Prioral, Diego Valle, entre otros miembros eclesiásticos.

A su paso por el interior de la ahora Basílica de Nuestra Señora de los Milagros, los portuenses que se encontraban dentro del templo les iban dando la bienvenida y mostrándoles su respeto levantándose a su paso. Aunque no se puede cifrar de manera exacta todos los fieles que no quisieron perderse esta ceremonia, sí que se puede afirmar que los numerosos bancos con los que cuenta este lugar de devoción fueron escasos para todo el público asistente, de los cuales muchos de ellos ocuparon las sillas que se colocaron de forma especial para el momento tan importante que vivió El Puerto en la jornada de ayer.

Destacable fue la presencia en la Solemne Eucaristía de gran parte del equipo de Gobierno, encabezado por el alcalde de la ciudad, Alfonso Candón, a quienes se unieron el edil del área de Mantenimiento Urbano, Damián Bornes, o el concejal de Comercio, Gonzalo Ganaza. La oposición política también estuvo representada por Silvia Gómez, de Ciudadanos Portuenses, partido rebautizado desde hace algunos días como Ciudadanos de El Puerto. José Manuel Castilla, presidente del Consejo Local de Hermandades y Cofradías, así como los hermanos mayores de algunas de las hermandades de la ciudad, como la de El Nazareno, no dejaron pasar la oportunidad de estar presentes en esta jornada histórica, tanto para la propia localidad como para los devotos portuenses.

Luis Piñero, párroco de Bornos y vicario pastoral de la Sierra, fue el encargado de leer el decreto mediante el cual en ese mismo instante la Iglesia Mayor Prioral se convertía en la Basílica de Nuestra Señora de los Milagros. La lectura de este documento fue acompañada por otras, pertenecientes a distintos pasajes de la Santa Biblia, realizadas por varias personalidades del mundo cofrade local, como María del Carmen Perdiguero, hermana mayor de la Real, Pontificia, Muy Antigua e Ilustre Archicofradía y Esclavitud de Nuestra Señora de los Milagros, Patrona y Titular de la Muy Noble y Leal Ciudad de El Puerto de Santa María.

Fueron las 37 voces que conforman el Orfeón Portuense, instaladas en el interior del Coro, las encargadas de poner la nota musical al evento religioso, interpretando algunas piezas como el Aleluya de Häendel, además de otras que servían como punto de unión a las diferentes partes que conformaron la Solemne Eucaristía.

Uno de los momentos más destacados que se vivió en el interior del templo fue cuando, tras la proclamación y bien avanzada la ceremonia, una paloma recorrió toda la nave principal, justo cuando se hablaba de la Resurrección de Jesucristo. Muchos de los allí presentes se sorprendieron al percibir aquello como la aparición simbólica del Espíritu Santo.

Una vez que acabó el acto religioso y se llevó a cabo la Comunión, que debido al gran volumen de personas se realizó de manera simultánea en diferentes partes de la Prioral, el cortejo abandonó el templo dejando en el Altar Mayor el conopeo y el tintinábulo, símbolos mediante los cuales se puede identificar a un templo como Basílica, en este caso como Basílica Menor.

Alrededor de las 13:15 horas la capilla en la que se encuentra la Patrona y Alcaldesa Perpetua de El Puerto, la Virgen de Los Milagros, acogió el Besamanos extraordinario. Todo el público asistente no quiso desaprovechar la oportunidad y justo al finalizar se colocó en riguroso orden de llegada para poder besar la talla, cuyo entorno se encontró decorado con rosas de color blanco y amarillo, los colores representativos de la ciudad-estado del Vaticano.

Con motivo de una de las jornadas grandes que vivió la ciudad de El Puerto de Santa María se repartieron unas estampas conmemorativas de este día histórico, las cuales se acabaron casi inmediatamente debido a la gran expectación generada por esta proclamación.