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Tribuna Libre

Propuesta para que se nombre Hijo Adoptivo de El Puerto a Joaquín Corredera

Joaquín Corredera Andrés.

Joaquín Corredera Andrés.

Natural de Salamanca, amaba y hacía amar a la ciudad donde decidió vivir y morir (DEP). Llegó a El Puerto de Santa María hace más de cincuenta y tres años, como Maestro de Alfabetización de Adultos y estuvo durante una breve estancia en el Colegio de San Agustín en la calle Jesús de los Milagros. En el curso escolar 1968/1969, pasó a formar parte del claustro de profesores del Patronato de las Escuelas Cristianas La Salle-Santa María, donde ejerció el magisterio hasta su jubilación, dedicándose con todo su corazón a la profesión de docente que tanto quería y donde miles de portuenses pasaron por sus aulas.

Durante toda su vida destacó de forma extraordinaria por su bonhomía y sus cualidades, por los servicios que desinteresadamente prestó a jóvenes y adultos portuenses durante muchos años en beneficio y honor de El Puerto de Santa María. A nuestro portuense adoptivo, tan puro como la Virgen de los Milagros y vigoroso como el caudillo ateniense Menesteo que fundó la ciudad, le gustaba compartir los conocimientos adquiridos en todos los campos de la vida, e intentaba siempre ayudar a las personas con dificultades, y lo hacía con voz alta y clara y actitud propia de las personas con la sensibilidad suficiente que le llevaba a ayudar a los colectivos más desfavorecidos. Utilizaba siempre un vocabulario lleno de matices, provenientes  de nuestras formas de manifestarnos con palabras muy afectivas e ingeniosas, a través del uso de un lenguaje castellano, que lo mezclaba con el arte propio aprendido de los portuenses.

Don Joaquín (como le llamaban continuamente en su recorrer por las calles), reunía muchos de los valores en su vida sabiendo dónde, cómo y cuándo era el momento indicado para hacerlos notar. Fue capaz de transformar la imagen de una personalidad emprendedora, llena de energía, de fuerza y vitalidad, en una forma de ser propia y natural, con una gran resistencia interior, que no dejaba de luchar por los más necesitados. El amor que sentía por El Puerto de Santa María siempre lo mantenía en su corazón.

El fenómeno de la pobreza le perturbaba por su complejidad y su progresivo aumento, principalmente la pobreza infantil. Pensaba y pensaba y nunca encontraba razones que lo justificaran. Destinaba recursos propios a ayudar a los necesitados que continuamente se acercaban a él por la calle: ¡D. Joaquín¡, ¡D. Joaquín¡… mire la hora qué es y aún no he comido… D.J: tengo a mi hija enferma y estoy en el paro… D.J. He perdido mi trabajo…D.J. me han cortado el agua… Muchas gracias D.J. Usted me enseñó a caminar por el mundo, ahora estoy felizmente casado y tengo un buen empleo… D.J. Gracias. Si no es por usted, estaría tirado en cualquier calle… Tantos y tantos casos… durante tantos años…

Ha sido un gran maestro de la vida, cuyo papel se ha extendido más allá del aula y de las Ciencias Naturales y Matemáticas, materias que, tan magistralmente enseñaba a los alumnos que en la actualidad forman parte de la sociedad portuense. Su objetivo personal, por encima del de su Centro de Enseñanza, era tratar de asegurar que todos los niños de todas partes recibiesen la mejor educación posible. La igualdad de oportunidades era muy importante en  ese sentido. Nunca se mentía a sí mismo y mucho menos a los demás. Decía lo que de verdad sentía y lo que deseaba decir, y se alejaba de lo que las personas querían oír. No era correcto en todo, cometía errores y, a veces, equivocaciones. El reconocerlo le hacía ser mucho mejorpersona.

Lo que le motivaba personalmente era que los niños de entornos muy pobres que expresaban en sus ojos la necesidad de recibir enseñanza, lograran tener suficiente educación, por lo que constantemente hacía que durante largas noches pensara el cómo podría ayudarles y añadir valor a sus vidas. El sentido de la responsabilidad, el hecho de que estos niños, que apenas disponían bienes, dependieran en gran parte de los maestros, significaba para él, que tendría que esforzarse aún más para mejorar su intervención y trabajar más horas y mejor. Todo la hacía con una gran pasión y dedicación puesta al servicio de los portuenses.

Fue el primer Maestro que apuntó la idea y puso en marcha, con el apoyo de la comunidad religiosa, a pesar de la oposición de algunos colectivos, de que los alumnos matriculados en el colegio La Salle-Santa Natalia, pudieran disponer gratuitamente de los correspondientes libros de texto. Una vez concluido el curso académico, podían ser utilizados por otros alumnos y alumnas. Se renovaban cada cuatro años. Con ello se enseñaba a hacer un uso adecuado y cuidadoso de los libros, y a conseguir evitar los desembolsos económicos que para la mayoría de las familias significaba. Tuvieron que pasar algunos años para que el que sistema fuera visto como excelente y lo pusiera en marcha la Junta de Andalucía a través de la Consejería de Educación en el año 2005 en los centros docentes sostenidos con fondos públicos.

En una de nuestros numerosos encuentros mantenidos en el Hotel del Mar, en el queramos magníficamente recibidos por sus propietarios (Juan Antonio y Marisa) y personal de servicio, muy agradables y siempre dispuestos a ayudarnos, me dejó escrito en una servilleta de papel, que guardo como el más apreciado legajo de filosofía, algunas de las muchas preguntas que no dejaba de hacerse y que ahora transcribo: “El hambre y el paro afecta a casi mil millones de personas”; ”La solidaridad es una obligación que tenemos todos los ciudadanos”; ¿Qué haría Jesucristo en la época actual?...

Sus ideas en relación al ejercicio de la política le sirvió de reflexión desde que era estudiante de los filósofos clásicos en su carrera de Magisterio. Cuando le llegó el momento de asumir un firme compromiso con la ciudad de acogida (2001), lo hizo con una intensa actividad y responsabilidad. Ha servido a El Puerto de Santa María durante años, asumiendo diversas funciones en tareas de oposición y de gobierno, desde la agrupación socialista como independiente, ganándose el respeto de los distintos miembros de la Corporación, aunque, a veces, se encontró con grandes dificultades en su entrega a su labor social con todo tipo de colectivos, ocasionándole algún que otro enemigo. “Es menester que el que ve la mota en elojo ajeno, vea la viga en el suyo”, relataba en ocasiones recordando a Sancho Panza.

María Luisa, su esposa y sus hijas Linda y M. Luisa, han sido determinantes en su vida. Como familia tradicional, le apoyaron y sacrificaron con generosidad y comprensión parte del tiempo que le correspondía, con el objetivo de facilitar y coadyuvar su dedicación y entrega a los ciudadanos de El Puerto de Santa María.

Reconocer los méritos de Joaquín Corredera Andrés para ser nombrado Hijo Adoptivo es una acción de justicia y debe de hacerse mejor antes, que después. “Mañana es víspera de nunca”.

Muchas gracias, D. Joaquín, maestro de maestros, por tu bondad y enseñarnos a ser un poco más portuenses/porteños.

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