Orgía de sangre y venganza

Crítica de Teatro/Tito Andrónico

La compañía teatro del Noctámbulo representó 'Tito Andrónico', de Shakespeare, en el teatro Pedro Muñoz Seca

Una escena de la obra 'Tito Andrónico'.
Una escena de la obra 'Tito Andrónico'.
Jesús Almendros Fernández

06 de febrero 2022 - 12:24

Nuevo montaje sobre el escenario del teatro municipal Pedro Muñoz Seca, que ha vuelto a satisfacer a los numerosos aficionados al teatro de nuestra ciudad con un espectáculo coproducido por Teatro del Noctámbulo y el Festival de Teatro Clásico de Mérida, con José Vicente Moirón, que encarna al protagonista y encabeza un elenco de diez actores entre los que destaca Carmen Mayordomo. Los diez actores se reparten los 16 personajes que intervienen en la tragedia de Shakespeare, considerada una de las mas violentas y brutales de todas las que escribió, un auténtico espectáculo “gore”.

La trama de esta tragedia, una de las primeras escritas por el autor, nos presenta a Tito Andrónico, general romano, que, tras diez años de guerra, regresa a Roma victorioso y con la reina goda Tamora y sus hijos, prisioneros, al mayor de los cuales Tito deberá sacrificar en agradecimiento a los dioses, rindiéndoles la ofrenda del sacrificio del mayor de los vástagos de Tamora pero, a pesar de ello, se verá obligado a tomar partido en las intrigas políticas entre Basiano y Saturnino, dos hermanos enfrentados por su derecho a la corona del Imperio. El voto de Tito a favor de Saturnino le hará víctima propiciatoria de la venganza.

El texto ha sido adaptado por Nando López (con algunas licencias poco afortunadas) y la dirección de la función ha corrido a cargo de Antonio C. Guijosa que ha volcado en Tito y Tamora los ejes de la acción, pero, no como un héroe y una anti-héroe, sino como dos antihéroes. Además de la reina, Lavinia, hija de Tito, magníficamente interpretada por Lucía Fuengallego, nos presenta y nos remite a algo tan actual como la violencia contra las mujeres.

Asesinatos, mutilaciones y una violación se suceden en esta tragedia de venganza, odio y pasiones que propone una reflexión sobre cómo sentimos y juzgamos la violencia y como se reflejan las consecuencias de lo que puede llegar a ser, seguir ese impulso de quien piensa que tiene razón, sin solución de continuidad.

Una puesta en escena y una escenografía muy aceptable de Juan Sebastián Domínguez, con solo unos grandes contenedores y unas escaleras, aunque también con alguna licencia poco afortunada. La función decae en algunos momentos debido quizás a su extensión de casi tres horas, pero, no obstante, el espectáculo, tiene momentos para recordar, como el arranque de la obra, como si de una Obertura operística se tratase; la violación y amputación de Lavinia en un bosque o el final de la tragedia, en un escenario diseñado por Beatriz San Juan.

Nos quedamos con unos deliciosos destellos musicales de Antonio M. March , una estupenda iluminación de Carlos Cremades, la dirección y un grupo de excelentes actores, como el emperador Marco, un sorprendente Lucio y una furia femenina llamada Tamora, así como una escena inolvidable en la que Lavinia vaga sin rumbo fijo tras su violación y mutilaciones por parte de Quirón y Demetrio.

Los muchísimos aficionados al teatro de El Puerto de Santa María disfrutaron del espectáculo con opiniones muy diversas que pusieron de manifiesto en los corrillos que siempre se forman en el vestíbulo del teatro en los que no hubo unanimidad a la hora de valorar la obra.

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