La cabalgata de los Reyes Magos concluyó pasadas las diez de la noche del lunes sin incidentes dignos de mención, salvo un atasco que sufrieron algunas carrozas en la confluencia entre las calles Luna y Nevería, a causa de un pivote, lo que retuvo en demasía al cortejo provocando la desesperación de quienes se encontraban esperando el desfile después de este punto.

Este pequeño atasco se producía, además, justo después del largo parón que cada año sufre la cabalgata con motivo del acto de la Adoración al Niño Jesús que se celebra en la Plaza de España. Aunque en esta ocasión este acto se realizó con mayor celeridad que en ocasiones anteriores, el contratiempo del pivote vino a sumar minutos imprevistos al retraso en la salida desde la calle Luna.

A pesar de este contratiempo, la cabalgata concluyó su tramo final con la presencia en la calle de miles de portuenses que aguardaron como cada año el fin de fiesta en la plaza de Alfonso X El Sabio. Una vez que los figurantes de las distintas carrozas se bajaron de las mismas a las puertas de la bodega del Castillo, los reyes Magos y su séquito subieron hasta las almenas del histórico edificio para lanzar desde allí balones y peluches a las numerosas personas que abarrotaban la plaza.

Este año, como novedad positiva a tener en cuenta, hay que decir que junto a los caramelos duros los Reyes se esmeraron y lanzaron también muchos de tipo gominola, mucho más apreciados por el público ya que como se pudo ver tras la cabalgata, de estos apenas si quedó una mínima presencia en las calles, mientras que los pequeños son siempre pisoteados dejando un pegajoso rastro en aceras y calzadas.

El broche final de la cabalgata lo pusieron un año más los fuegos artificiales lanzados desde el Castillo de San Marcos, que fueron visibles desde distintos puntos de la ciudad.