Tribuna Libre

De la cruz de los caidos a la cruz caída

El traslado de la cruz de hierro hasta el promontorio de la Sierra.

El traslado de la cruz de hierro hasta el promontorio de la Sierra.

El miércoles 25 de enero apareció saboteada la cruz de seis metros que el movimiento nacional España Cristiana, el pasado 8 de mayo de 2022, había colocado en la finca privada de Las Beatillas en uno de los lugares de mayor visibilidad del término municipal en la, para otros temas, tristemente abandonada y olvidada Sierra de San Cristóbal.

El hecho ha sido considerado como una profanación a un símbolo católico que intencionadamente unido a lo acontecido en Algeciras del asesinato de un sacristán por un individuo inmigrante ilegal de origen marroquí, al grito de “Alá es grande y el único Dios”, ha puesto sobre la mesa de nuevo el conflicto de la “Guerra de los Dioses”, algo que mediáticamente vende y políticamente cada uno arrima la ascua a su sardina para producirle rentabilidad electoral.

Pero lo cierto es que no es un asunto que se pueda despachar de manera tan baladí porque es de mucho más calado de lo que creemos. Dudo que los jóvenes, que no superaban los 20 años, que en viacrucis y a hombros transportaron esa cruz desde la Plaza del Castillo a la Sierra de San Cristóbal conocieran el verdadero significado de su acción.

El movimiento nacional de la España Cristiana, bajo el aparentemente inofensivo discurso de “por una convivencia pacífica” (…) “reivindicar los valores de la sociedad cristiana y la unidad nacional en la cruz” (…) “reparación de cuantas cruces han sido destruidas o derribadas en la nación española” (…) o "el nacimiento de España como nación, su unidad territorial y espiritual" nos quiere retrotraer, en un proceso de involución intelectual y moral, a la sociedad de la Iberia del III Concilio de Toledo de 589.

En aquel tiempo y tras la caída del Imperio Romano, la Península Ibérica había quedado en un vacío político y de poder. Estaba habitada por católicos hispanorromanos y cristianos arrianos godos y suevos cuya doctrina comprometía gravemente el dogma de la Santísima Trinidad al afirmar la inferioridad ontológica de la naturaleza de la persona de Cristo con respecto a la naturaleza divina de Dios-Padre, algo que Roma no podía admitir porque dinamitaba los cimientos de su doctrina.

Tras el III Concilio de Toledo se consigue una gran alianza entre el rey (el estado) y la iglesia católica. Ambos sacaban tajada. El rey visigodo Recaredo abandona el arrianismo y se convierte al catolicismo y con ello somete y uniforma política y religiosamente a hispanorromanos, godos y suevos; se prohíbe el matrimonio entre cristianos con judíos y que éstos ocupen cargos públicos y las reuniones eclesiásticas se convierten en asambleas representativas del reino que estaban formadas por magnates, obispos, nobles y el rey para tratar asuntos políticos y de estado.

Esta es la España que desea el movimiento España Cristiana y lo simbolizan con la colocación de esa cruz en la Sierra de San Cristóbal. Una España uniforme, católica y arcaica en la que, al igual que la otra gran religión monoteísta opresora y expansiva como es la islámica, el estado y dios, dios patria y rey, sean una misma cosa y en la que no cabe la integración, la diversidad religiosa, ideológica o de pensamiento.

En un Estado constitucionalmente laico como España sus instituciones deben ser también laicas empezando por su Jefatura (la monarquía), sus actos institucionales (por ejemplo, no entiendo los Funerales de Estado oficiados por un sacerdote en una misa) y hasta la educación que debería sacarse de los centros educativos públicos y circunscribirse al ámbito privado, centros religiosos y financiarse por las familias o por cada confesión religiosa.

Sinceramente no son asuntos para tomárselos frívola o ligeramente o mirar para otra parte. Siempre nos quedará París.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios