tribuna de opinión

Crónica de un lamentable olvido

  • La ciudad de Jerez celebra el III centenario de la muerte del escultor Ignacio López, una efeméride de la que las autoridades e instituciones portuenses no han querido saber nada

El 13 de diciembre de 1718 moría en El Puerto de Santa María el escultor Ignacio Francisco López. Trescientos años después considero de gran interés valorar justamente su vida y obra. Afincado en esta ciudad desde 1680 para trabajar en el retablo de Animas de la Prioral, aquí transcurriría el resto de su vida y trayectoria profesional. En El Puerto vivió, se casó, fue padre de cuatro hijos, abrió taller y esculpió obras para iglesias, conventos y hospitales portuenses pero también para Lebrija, Rota, Sanlúcar, Morón, Jerez, Arcos, etc. Y aquí falleció y fue enterrado.

Unos románticos y nostálgicos historiadores del arte creimos que el protagonismo de Ignacio López en la evolución de la escultura barroca y su vinculación con El Puerto eran innegables, que la importancia y trascendencia de este artista justificaba un merecido homenaje en la ciudad en la que residió y trabajó casi cuarenta años y donde dejó una huella inconfundible en la historia del arte local. Pero nos equivocamos porque bien se merecía otra (o alguna) respuesta de tan ingrata ciudad.

Elaboramos un proyecto donde exponíamos varias razones que justificaban la organización de una serie de eventos a realizar en El Puerto y concretábamos algunas propuestas y opciones. Entre ellas, recuerdo que algunas eran, quizás, muy ambiciosas pero otras eran perfectamente factibles: la publicación de un estudio monográfico de este artista a modo de libro-catálogo, la oportunidad de restaurar algunas de las obras documentadas y atribuidas a este escultor en la ciudad, una exposición temporal antológica con obras repartidas por Andalucía, una conferencia para dar a conocer públicamente la importancia de este imaginero, la celebración de un congreso en torno a su figura y producción a cargo de especialistas (historiadores, artistas, restauradores, etc.), visitas guiadas a las iglesias con obras suyas, colocación de una placa conmemorativa en la vivienda donde mantuvo abierto su taller de escultura o incluso dedicarle una calle, plaza o glorieta en El Puerto de Santa María. Incluso pensábamos que podía utilizarse esta efemérides para fomentar la atracción de la ciudad como recurso cultural y destino turístico.

Pero, en vista de que el año se encamina hacia su último trimestre y nadie ha movido pieza, pensamos que hemos pecado de ilusos e ingenuos, porque ninguna institución pública ni privada, ningún erudito civil o eclesiástico se ha hecho eco de esta que creemos justa aclamación ni ha apoyado la celebración en El Puerto del que ya habíamos bautizado este 2018 como 'Año López'.

Este proyecto, elaborado y presentado el año pasado, se difundió entre distintas instituciones públicas (la propia Alcaldía, Concejalía de Cultura y Patrimonio Histórico) y privadas (la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia, el Consejo de Hermandades, el Aula de Historia Menesteo y el Grupo Osborne). Ha estado circulando por las mesas de diferentes despachos, durmiendo en los archivos de los correos electrónicos o, seguramente, irían a parar inmediatamente a las socorridas papeleras (de reciclaje del ordenador o las físicas de toda la vida) y nunca más se supo. Supongo que habría otros asuntos o personajes más prioritarios e interesantes para conmemorar o celebrar…

Por parte de los presuntos coordinadores de la frustrada conmemoración de tal efemérides en El Puerto (los historiadores del arte José Manuel Moreno Arana, jerezano, y yo mismo, Francisco González Luque, cordobés), una vez agotados todos los recursos (mendigando ayudas, respeto o un mínimo interés) sin haber obtenido respuesta o únicamente promesas en el aire, comprendimos que nuestra conciencia debía quedar tranquila. Moreno Arana, tras el nulo entusiasmo despertado por la figura de Ignacio López en la ciudad donde residió cuarenta años, movió contactos e hilos en la vecina Jerez de la Frontera, ciudad que cuenta también con muchas y buenas obras de este escultor. Y ahí sí tuvo eco.

El próximo octubre se organizarán unas jornadas con ponencias dedicadas a la figura y época de este imaginero barroco cuando se cumplen los 300 años de su muerte y cuyas actas se publicarán en un libro que recogerá los artículos correspondientes. La iniciativa fue secundada por la hermandad jerezana del Mayor Dolor, a la que enseguida se incorporaron otras cofradías que cuentan con tallas de López (Piedad, Desconsuelo y Nazareno). El evento ha sido bien recibido también por aquel Ayuntamiento, que se adhiere y colabora cediendo para las Jornadas una de sus dependencias municipales (el Palacio de Villlavicencio del Alcázar) y subvencionando parcialmente dicha actividad cultural.

Este congreso se desarrollará a lo largo de los cuatro jueves del mes de octubre, las tres primeras jornadas en esta ubicación y la última en la capilla del Calvario, sede de la hermandad de la Piedad. En ellas, profesionales de la Historia, el Arte y la Restauración presentarán ponencias cuyo contenido daremos a conocer próximamente por si algún interesado quiere acudir a la ciudad vecina. También se visitarán los espacios con obras conservadas de Ignacio López a cargo de los mismos ponentes como guías, incluyéndose las iglesias correspondientes de El Puerto.

Por mi parte, además de una ponencia en dicho Congreso y la organización de las visitas guiadas por esta ciudad, he venido colaborando en Diario de Cádiz -y lo seguiré haciendo hasta diciembre- con artículos mensuales para dar a conocer las imágenes que Ignacio López dejó aquí. Poco más puedo hacer, salvo rezar por su alma tantos años después y visitar su tumba el próximo 13 de diciembre. Finalmente, quiero agradecer a Teresa Almendros su interés y buena disposición por permitirme ocupar las páginas de su publicación con la periodicidad deseada para homenajear por mi cuenta a tan insigne artista.

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