Tribuna Libre

Clank, clank, clank

Una foto de las isleta-protesta instalada por vecinos en El Manantial hace algunas semanas.

Una foto de las isleta-protesta instalada por vecinos en El Manantial hace algunas semanas. / Andrés Mora Perles

Hoy se cumplen un mes y 22 días desde que contemplara a mi joven vecino Samuel en un contenedor poniendo en cintura a los gorrivecinos, esos que proliferan por todos los barrios, sí, incluso entre los de alcurnia: sin importar la categoría social o el nivel de renta de la zona.

Sorprende que uno de estos barrios pudientes, el segundo de la ciudad, es el que tiene mayor densidad de contenedores en Europa por numero de vivienda. Más que Europa, más que las Américas del Norte y del Sur y de Oceanía. Pues bien, regaíto está de vertidos de noche y de día, y eso que tiene contenedores para 3, para 7 o para 1 vecino. No hay ni uno solo de los numerosos grupos de contenedores que se libre de bolsas, ramas y de los objetos más diversos. Las fotos lo atestiguan. Fuera casi todo, dentro casi nada,

Por el contrario en plena calle Valdés, donde hay unos grupos de pisos que se rigen por las leyes del Far  West, no verás casi nunca ni una bolsa ni objetos al lado del contenedor. Pero es una de las escasas zonas donde la imagen no es patética. Las mal llamadas isletas ecológicas jalonan la ciudad de vertidos con una imagen de subdesarrollo.

Los turistas, sin ser muchos  cuando pasean con sus bicis por la ciudad no dejan de estar asombrados: los carriles se cortan inesperadamente en muchos puntos, sin que puedan explicarse cómo están diseñados, incluso algunos penetran por cancelas cerradas. Al igual que ocurre con las aceras en zonas de intenso tráfico peatonal, que al topar con las zonas más privilegiadas de la ciudad desaparecen y el caminantes se ven obligados a compartir espacio con los vehículos que transitan. ¿De verdad somos europeos? Eso ya no pasa ni en las ciudades de Marruecos.

Urbanistas de El Puerto, ¿estáis ciegos?

En mis paseos en bici, largos y urbanos, me topo con el desastre en casi todas direcciones, La periferia esta plagada de isletas catastróficas y los maravillosos inspectores siguen tomando café con leche. Ni autoridad ni raciocinio en la distribución de los recursos. ¿Y los políticos no ven, no huelen? Mientras la plantilla de limpieza, a través de su comité, emite un comunicado desesperado y explosivo, denunciando las graves irregularidades de la empresa, con camiones cascaos que se averían continuamente y no se sustituyen (en basuras ha sido el peor verano que recuerdan en sus vidas laborales). He preguntado a decenas de trabajadores de todos los puestos, y unanimidad: desde que entró el nuevo jefe los recortes de prestaciones nunca lo vieron tan mal, tan descoordinado y El Puerto tan sucio.

Los mal llamados responsables municipales y de las empresas de limpieza-reciclaje cobran y duermen tranquilos ignorando lo que ninguno de los ciudadanos de el queridísimo Puerto puede ignorar: Nuestra ciudad, en muchos puntos, en el asunto de la limpieza apesta. Entre otras cosas porque muchos contenedores ni se baldean). El camión lava-contenedores está averiado desde hace meses ¿cobrará la empresa los servicios no prestados? El que está a quince metros de casa, al ladito del paso peatones y el parquecito, no recuerda nadie en casi un año que haya recibido las caricias de camioncito que lo magrea y lo pone como los chorros del oro. Harto del pestazo el domingo cogí los avíos, prolongué la manguera y le dimos una ducha completita gracias a un joven y deportista vecino. Con olor de lavanda lo dejamos.

Son las siete y algo de la mañana y una musiquilla, habitual y madrugadora, se escucha en el barrio, por abajo y al Oeste.

Ya hasta me gusta el traqueteo del camión de la basura, quizás de echarlo de menos por los días que no ha venido por averías.

Aunque hoy el camión suena diferente, suena muy bien. Lo que no suena tan bien, al ser volcado, es el contenedor al de los vecinos de la urbanización que se cierra con reja, se escucha molesto, como cada día tempranito: Clank, Clank, Clank, Clank, Clank,, Clank, Clank…molesta.

Cuántas botellas en el contenedor gris. Salgo de casa rápido para saludar al conductor (desde hace casi dos meses saludo y he hablado con todos los currantes de la limpieza que me encuentro, no importa el barrio, incluso con algún escaqueao. Tengo casi un master en limpieza pública. Pero no conduce él, Rafael va de copiloto y al volante un fornido instructor y cuando caigo en la cuenta ¡el camión es nuevo! Como los 20 camiones nuevos y punteros que la misma contrata ha puesto en Jerez ¿nos empezarán a poner contenedores como los de allí, que no se rompan tanto como los de aquí? Rafael me dice, mientras vuelcan el contenedor: “La que estás formando, chiquillo". 

Y se le ve tan feliz con su nuevo camión.

¡¡Un mes y 22 dos días llevamos en mi calle sin inmundicia, sin bolsas apiladas fuera del contenedor, sin restos de muebles mutilados, ni regalitos procedentes de chapuzas ni nada por los suelos. El destartalado contenedor que antes se llevó semanas achacoso, casi para la UVI, lo arregló “Coto” el manitas de la plantilla con arduo esfuerzo y habilidad.

La inmesa mayoría de los vecinos me dedican a diario sonrisas cómplices, y separan en contenedores virtuales cartones, envases, latas ,vídrios, tetrabrick, cartones y papel, contenedores virtuales. Ya no se escucha el desagradable:

CLANK, CLANK , CLANK

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