Malage. Ya en su momento nos ocupamos del término ángel. Hoy vamos a hablar del contrario: el malage, que así llamamos en Cádiz a la "persona de poca o ninguna gracia, antipática". Se trata de una expresión obtenida, gracias a nuestra peculiar fonética, de mal ángel. Aquí, como en otros muchos términos, se ha dado un paso de la construcción sintáctica a la forma lexicalizada fija. El hablante solamente tiene conciencia de un conjunto único, el cual implica repetición invariable de la construcción memorizada. Malage es el antónimo perfecto, como desangelao, de ángel, "persona en la que no se dan las cualidades de gracia propias de quien tiene ángel". El Vocabulario Andaluz, de Alcalá Venceslada, dice: "sin gracia, desabrido". A veces se extiende a una situación -no persona- a la que, precisamente por su poca gracia, y también por su inoportunidad, se denomina malage. Entre el guasón y el malage hay una frontera difícil: el último es el estrato inferior del primero. Dos ejemplos para ilustrar nuestro comentario de hoy: El primero está tomado de la novela Los majos de Cádiz, de Armando Palacio Valdés: "¡Anda tú, malange, que tienes sombra de jiguera negra!". El segundo, de este mismo Diario, en su edición del 19 de septiembre de 1988: "Telesur recibió el premio malage de la Peña La Tertulia de doña Frasquita".