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25º Congreso de la Empresa Familiar

La empresa familiar ve la peor situación de la económica española desde 2014

Representantes de la empresa familiar andaluza presentes en el 25º Congreo Nacional de Cáceres.

Representantes de la empresa familiar andaluza presentes en el 25º Congreo Nacional de Cáceres. / A. G.

La empresa familiar se instala en un prudente pesimismo. El Instituto de Empresa Familiar agrupa a las cien principales compañías españolas que tienen al menos el 30% del capital en manos de una misma familia, habitualmente los fundadores. Junto a sus organizaciones territoriales, representan el 90% de las firmas del país, que aglutinan el 60% del Producto Interior Bruto y dan a siete de cada diez españoles que trabajan para el sector privado. Con esa potencia, lo que piensa este colectivo de la situación económica española tiene su relevancia.

Cada año, en su congreso nacional, la empresa familiar hace una encuesta entre los más de quinientos asistentes que participan. En la edición de este año, la 25ª, los empresarios  familiares aprecian un empeoramiento de la situación económica. Si hace un año en Pamplona daba un aprobado raspado a la marcha de la economía nacional, este año roza el supenso.

En la tradicional encuesta interactiva, los participantes en el congreso dieron, en una escala de 0 a 9, una nota de 4,59 a la situación económica, menos que el 4,91 que otorgaron en la capital navarra. Hay que remontarse al año 2014 para encontrar una calificación peor, y eso que en aquel ejercicio empezaba la salida definitiva de la Gran Recesión.

Ese retroceso de algo más de tres décimas choca con la mejora de ocho décimas que se votó en Pamplona hace un año. Es cierto que era un crecimiento respecto a una situación de restricciones por la pandemia, cuando el congreso de 2020 fue en formato virtual en Madrid.

El resultado de Cáceres se aleja aún más de la valoración que dieron hace tres años en Murcia, con una nota de 5,33, que ya supuso un retroceso respecto a la que habían dado en 2018 en la edición celebrada en Valencia, con una nota de 5,48, que fue el primer año que rompió la tendencia de crecimiento que había marcado este sondeo interactivo desde 2014.

Ya había dicho en la inauguración del congreso el presidente del IEF, Anrdrés Sendagorta, que “cuando a las empresas familiares les va bien, a España le va bien”. Así que si extrapolamos el resultados, no están convencidas de que le vaya a ir bien del todo.

Además, el 58% estima que a corto y medio plazo esperan un crecimiento frágil de la actividad económica sin creación neta de empleo. Otro 40% lo ve un poco mejor: moderado aumento de la actividad y limitada creación de empleo. Sólo un 2% espera anmento rápido y una intensa creación de empleo.

Esta respuesta también apuntala la certificación del empeoramiento económico, porque hace un año en Pamplona un 53% respondió que espera un aumento moderado de la actividad con una limitada creación neta de empleo. Y supone volver al nivel de 2020, cuando la respuesta mayoritaria fue que asistiríamos a un crecimiento frágil de actividad sin creación de empleo, con un 68%.

Su pesimismo es prudente, lindante con el mínimo optimismo. De hecho, el 48% de los presentes consideró que para 2023 espera un incremento de la cifra de ventas, fre a un 13% que prevé reducir su facturación. El 39% restante espera unas ventas similares a las de este año.

También hay contención respecto a la creación de más empleo en sus compañçias. Más de la mitad, el 56%, espera mantener en 2023 el nivel de empleo actual. Otro 35% sí cree que podrá aumentar plantilla el año próximo,y un 9% confesó que prevé reducir plantilla.

Relevancia del IEF 

En el discurso de apertura del 25º Congreso Nacional, Sendagorta recordó que “sólo las cien empresas familiares agrupadas en el IEF emplean en el mundo a un millón cien mil personas; facturan 172.000 millones de euros, generando un valor añadido bruto de 43.500 millones de euros”.

Y en plena batalla fiscal en España, Sendagorta enfatizó que estas cien empresas pagan más de 3.000 millones de euros en Impuesto de Sociedades y unos 5.200 millones en contribuciones sociales. “Imaginaos si a esas cien empresas les sumamos los datos de las algo más de 1.500 que se integran en nuestras18 Asociaciones Territoriales”, dijo.

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