Reportaje

Así nace el sonido del Carnaval de Cádiz

Zeus Marín, trabajando en la creación de un pito de carnaval en su taller en La Viña

Zeus Marín, trabajando en la creación de un pito de carnaval en su taller en La Viña / Miguel Gómez

Hay un sonido característico que resuena en nuestra cabeza cuando pensamos en Carnaval. Una melodía clave que seguimos por las calles mientras vamos en busca de una de esas agrupaciones que se atrincheran en las esquinas con el único fin de hacernos aterrizar en unas hojas del calendario que nos afirman que, efectivamente, estamos en carnavales.

El ‘tutututu’ del pito es el recuerdo de aquella comparsa añeja que nuestras madres nos ponían en los CDs, cuando ni tan siquiera teníamos la posibilidad de reproducir cualquier pase de preliminares desde la comodidad del ordenador de nuestras casas. Es el resonante sonido alegre de aquella chirigota que nos transporta a un brindis de moscatel con nuestros amigos, con dos coloretes perfectamente pintados en nuestras mejillas por disfraz.

El pito, ese instrumento tan simple pero tan complejo. En Cádiz pocos los hacen y venden de manera artesanal, pocos…por no decir nada más que uno. En una pequeña casapuerta del barrio la Viña se encuentra el taller de Zeus. Seguramente si imaginan un ‘Zeus, aquí está tú hermana’ su cara sea más fácil de identificar.

Zeus Marín no solo es una voz inconfundible de Carnaval actual. También tiene unas manos prodigiosas. Este es su primer año haciendo los famosos pitos que muchas agrupaciones han llevado colgado al cuello en las tablas del Falla, y que llevarán durante toda la calle. Aunque si damos un paseo por 'El Melli' todavía podremos ver esos famosos artilugios hechos de madera con un cordel de colores al cuello y la palabra Cádiz grabada en su reverso, la realidad es muy diferente.

Todo avanza, el Carnaval no iba a ser menos. A día de hoy, pocas son las agrupaciones que recurren al famoso pito tradicional de madera que veíamos en tiempos de Paco Alba. El mecanismo es algo distinto. El metacrilato ha llegado al Carnaval con la misma fuerza que Laura la de Arizona ha conseguido entradas para el Falla. Un mecanismo de cuatro partes desde su inicio hasta su final. Dos carcasas previamente creadas de manera digital, impresas y cortadas de manera casi ingeniera en paneles de metacrilato harán lo que conocemos como la forma del pito tradicional. Se unirán por dos apliques del mismo material, algo así como dos cilindros perfectamente pegados en cada bajo extremo de la carcasa superior. Ea, instrumento montado (bueno, casi). Parece sencillo, pero solo el proceso de diseño del artilugio requiere su tiempo. ''Cada maestrillo tiene su librillo'', nos decía Zeus, y el tiene la fórmula magistral para que lo suyo suene de dulce.

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5308c364-8aa2-4d74-995b-e46f5d08ce5e / Miguel Gómez (Taller de RozeS, Zeus Marín)

Cuando el pegamento haya hecho su efecto, solo queda lo más importante: hacer que suene. Un simple plastiquito, similar al de una bolsa fina de las que te dan en la farmacia o al comprar el pan será suficiente. Todo ello unido por un una pequeña clavija que lo sostendrá de manera firme, fijado con sus respectivos tornillos (que no solo de 'superglú' vive el hombre). ¿El plástico? Hay quien lo corta de manera redonda, perfecta, del tamaño exacto del agujerito que queda en la parte superior para dicho material. ¿Lo que se ha hecho siempre? La perfección no es necesaria. Si sobresale un poco, siempre puede quemarse el sobrante (sí, sí, quemarse). O, si no, con poner el dedo en las salidas de aire a la hora de tocar será suficiente.

El resto ya es puramente estético. Hay quienes prefieren una sublimación (el dibujo que lleva, vaya) más clásico: una frase, el nombre de la agrupación, y ya. Pero, como en todo en la vida, hay quienes deciden complicarse un poquito más. Estampar sus caras en los pitos llenos de colorines con papelitos de colores y purpurina (la sobrante antes de que la prohibieran) es una gran opción en la mente de muchos. Pero, bueno, eso no es un problema para alguien que aún no ha puesto límites a las propuestas que le han puesto sobre la mesa.

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521867c6-e6ce-47f6-bac9-d92d336a7918 / Miguel Gómez (Taller de RozeS, Zeus Marín)

Con toda la chapa y pintura hecha, ya solo queda limar impurezas (literalmente, hacer que los bordes queden todo lo lisos posibles), guardar, entregar, unos cuantos ‘tututututu’ para ver que todo funciona, y al lío, que estamos en Carnaval.

Cuando paseen este año por la calle, al loro. Es digno de cotillear el que lleve cada uno colgado al cuello. Desde el más simple al más complejo, pero todos están hechos con el mismo cariño que nosotros, cada febrero, recorremos las calles para buscar su sonido.

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