Doña Cuaresma

Son para echarlos

Es que no pueden ser más tontos. Se pasan horas en las colas aguantando el frío de la noche (con licores, claro, que todos son unos borrachuzos) para conseguir las entradas o delante de un ordenador desde temprano para comprarlas y cuando van al Falla, se van para casa antes de tiempo y dejan las localidades vacías. Esto demuestra que los aficionados al Carnaval tienen el coeficiente de inteligencia de una pera de agua. En un test psicotécnico no pasarían del 1,5. Y claro, viendo la cortedad de mente de estos aficionados una se explica los derroteros por los que transcurre la que dicen que es la principal fiesta de la ciudad, aunque cualquier gaditano de orden sabe que la principal festividad es la de la Virgen del Carmen en julio. Estos frikis adulan a comparsistas y coristas que tienen incluso menos inteligencia que ellos y menos dientes que un pato de goma. Porque los aficionados son los culpables de lo que ocurre. Se dejan manipular, se dejan asombrar por las penosas coplas que cantan los quinquis estos, se dejan avasallar por el Ayuntamiento y los horarios que impone, se dejan timar con los precios de las entradas y la duración de las sesiones. Ante esta falta de pensamiento crítico, los carnavaleros tienen una alfombra roja para escribir o cantar lo que les plazca, aunque repitan ripios y disfraces un año tras otro. No hay exigencia porque el público tiene menos luces que los que cantan. Pues nada, a seguir tragando. Eligen el masoquismo, lo que es difícil de entender. Son para echarlos.

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