Balance del Carnaval de Cádiz 2020

Un año nostálgico

  • El recuerdo por los fallecimientos de Juan Carlos Aragón y Manolo Santander condiciona el Concurso del Falla, aunque sabe sobreponerse a la tristeza

Las antologías de Manolo Santander y Juan Carlos Aragón, en la Gran Final del Falla.

Las antologías de Manolo Santander y Juan Carlos Aragón, en la Gran Final del Falla. / Lourdes de Vicente

Hoy decimos adiós a un nuevo Carnaval. Otro febrero, aunque ya metidos en el mes de marzo, que se escapa de las manos. Una fiesta que volverá a formar parte del baúl de los recuerdos. A partir de mañana se abre un nuevo periodo de reflexión carnavalera hasta que se acabe el verano, momento en el que los repertorios empezarán a fraguarse en los locales de ensayo. Una etapa que sirve para hacer balance tanto de los aciertos como de las cosas que hay que mejorar para que la fiesta, y por ende el Concurso, pueda brillar en todo su esplendor.

Las ausencias

2019 ha sido un año fatídico para el mundo del Carnaval. El fallecimiento de dos autores de la talla de Juan Carlos Aragón y Manolo Santander cuando aún estaban en activo, además de la marcha de otras personalidades como José Helmo el Pepón o Pedro Trujillo Catalán Chico, ha dejado un vacío importante en la fiesta. Por esto, el Concurso del Gran Teatro Falla de 2020 se presentaba muy condicionado por estas ausencias.

Como una fiesta que sabe renovarse, los carnavaleros han sabido sobreponerse y han sabido tirar de un Concurso con tintes de transición por el luto latente. De hecho, desde el primer hasta el último día los homenajes han estado muy presentes en gran parte de las agrupaciones que han participado en el Falla. Un recuerdo eterno que tuvo su broche de oro en la Gran Final con la actuación de sus dos antologías, que mantendrán vivas sus coplas durante todo este año.

A partir de mañana, queda un año entero para seguir cerrando las heridas y comenzar a pensar en un nuevo Carnaval. Borrar su legado será imposible, por lo que no existe mayor homenaje que seguir manteniendo con vida a la maquinaria de febrero.

Los regresos

La gran cantidad de regresos al Concurso del Gran Teatro Falla eran el principal aliciente de un certamen marcado por la nostalgia. Este hecho ha marcado hasta los propios premios del certamen. Es muy curioso que tres de los cuatro primeros premios hayan sido para agrupaciones que regresaban tras un periodo de descanso. Esto demuestra la importancia que tiene que todos los grandes autores sepan oxigenarse para volver con fuerzas, lo que se nota después en los repertorios.

Así, el más llamativo de todos ha sido el primer premio de la chirigota 'Los #Cadizfornia', de José Antonio Vera Luque, ya que ha conseguido el triunfo en cinco de sus seis últimas participaciones. Por su parte, Tino Tovar lo conseguía con '¡Oh capitán, my capitán!' tras no obtener el máximo galardón desde el año 2014, cuando lo hizo con 'La canción de Cádiz'. El mismo tiempo, aunque con menos participaciones, ha tardado el cuarteto de Iván Romero en conseguirlo con 'El cuarteto del More...'.

El relevo generacional

Las retiradas y las ausencias se acaban convirtiendo en una oportunidad para los autores que desde atrás están esperando su oportunidad en un Concurso en el que es complicado romper con el techo que suponen las figuras consagradas. Un marco mental que parece predefinido hace que muchas veces no se vea más allá de un reducido número de grupos, que son los que suelen ocupar los puestos altos en las diferentes modalidades.

A esto también se contrapone la manida sentencia de la ausencia de un relevo generacional, lo que condiciona el futuro de la fiesta. Sin embargo, este año se ha producido un cambio importante en este aspecto. Hasta tres de las quince agrupaciones que han pasado a la Gran Final se estrenaban en la última noche del certamen de coplas, lo que supone un paso vital para este pelotón de perseguidores.

Esto supone un importante avance al abrir la puerta a que otras agrupaciones que no sean las de siempre puedan optar a los premios. Este cambio es mucho más relevante en la modalidad de comparsas, ya que esta es mucho más hermética a las variaciones, tanto para los jurados como para los propios aficionadas. La comparsa 'Los aislados', de Jonathan Pérez Ginel, ha conseguido su primera final tras llevar intentándolo desde 2008, año en el que se estrenó en adultos con 'La escuela del Carnaval' tras una granada trayectoria en la cantera. Esto supone un acicate para grupos como los de Germán García Rendón, Fran Quintana o Piru y Tomate, que desde atrás ya empiezan a aspirar a cotas más altas, sobre todo cuando al jurado no le ha temblado el pulso al dejar fuera de la última noche a otras agrupaciones con mucho más peso como las de Ángel Subiela o David Márquez Mateos Carapapa. Esta apertura del abanico de posibles finalistas plantea una competencia muy diferente para el próximo año.

La chirigota 'No aguantamos más... vamos de impacientes' La chirigota 'No aguantamos más... vamos de impacientes'

La chirigota 'No aguantamos más... vamos de impacientes' / Lourdes de Vicente

Este inmovilismo no se da tanto en chirigotas, una modalidad mucho más permeable a la llegada de nuevos valores, aunque los grandes mantengan su dominio. En los últimos años, el jurado ha sabido darle su sitio a chirigotas como 'Los sereníssimos', 'No te vayas todavía' o 'Daddy Cadi'. En este caso, la risa es mucho más notoria que el sentimiento, por lo que es más fácil valorarlo. Este año, se han estrenado en la final 'No aguantamos más... vamos de impacientes' y 'Los Geni de Cádiz'. Por lo camaleónica que es la modalidad, por detrás no hay un grupo claro de autores que sean capaces de asumir este relevo generacional, aunque siempre está abierta a la sorpresa, lo que se comprueba con las irrupciones de los últimos años.

Una cosa muy distinta pasa en el resto de modalidades. Desde el soplo de aire fresco que supuso en coros la llegada del coro de Los Estudiantes, nadie más ha conseguido alterar a la vieja guardia, mientras que en cuartetos son los que son y no se vislumbra la llegada de nuevas figuras a corto plazo, aunque a medio plazo sí se ve la fuerte pujanza de los cuartetos infantiles.

El Patronato

La mayor duda que surge después del Concurso del Gran Teatro Falla es qué va a suceder con la Junta Ejecutiva del COAC. Tras su creación en 2002 y su puesta en marcha efectiva como un órgano provisional en el certamen de 2003, este organismo ha demostrado que se encuentra agotado. Los constantes vaivenes en la organización que se han producido en los últimos años, su sobredimensión, la falta de representatividad y de credibilidad o la participación de concursantes con intereses directos obligan al Ayuntamiento a rescatar este organismo.

Esta empresa no será fácil para el alcalde, José María González Kichi, que ya propició en su momento un aperturismo de esta Junta Ejecutiva cuando en ella solo se sentaban Ascoga, Autores, CAI y Antifaces de Oro, permitiendo la entrada de los colectivos de las diferentes modalidades, la cantera y los artesanos. Esto provoca que desandar este camino se convierta en una contradicción y en un reconocimiento del error cometido al convertirlo en un organismo ingobernable, como se ha demostrado en aspectos como la negociación de los derechos de televisión.

Pero el Concurso del Falla, por si no ha quedado claro, lo organiza el Ayuntamiento de Cádiz. Por ello, hará falta algo más que valentía política para afrontar su remunicipalización, si es que de verdad esto se encuentra entre los planes del equipo de Gobierno. Al final, con la mayoría de representación que los colectivos de Carnaval ostentan, esto sirve de parapeto a la Corporación para escudarse ante los posibles errores de gestión.

Las vacantes y los puntos

El reglamento del Concurso del Falla es imperfecto y cada año se parchea. A esto se une que los autores consiguen todos los años darle una vuelta para aprovecharse de él y conseguir que los repertorios puedan rendir aún más. Dentro de la necesidad de coger la normativa y hacerle una revisión de arriba a abajo para que se pueda mantener inalterable durante algunos años, sí existen dos aspectos importantes que necesitan de una reflexión inmediata con el objetivo de ayudar a la mejora del certamen.

La primera de ellas es la necesidad de eliminar los cupos máximos de las agrupaciones que alcanzan las fases de cuartos y semifinales. Cabe recordar que esta decisión no la toma el jurado, sino que se ve condicionado a la hora de valorar las agrupaciones por la determinación tomada con anterioridad al inicio del Concurso por la Junta Ejecutiva del COAC. Este cupo nace de una negociación en la que participan todos los colectivos. De ellos, algunos están representados por participantes en el Concurso, con el interés que esto puede suponer. Es decir, quien participa condiciona a quien debe decidir.

En esta ocasión, la calidad que se ha visto sobre las tablas en la modalidad de coros ha venido a demostrar que el jurado ha tenido que tirar de agrupaciones para rellenar su cupo en detrimento del resto de modalidades. Por ello, y ante la falta de valentía de los sucesivos jurados de realizar un corte justo, es necesario cambiar este punto en el reglamento para que el jurado sea el único que tenga la potestad de establecer el número de agrupaciones por modalidad en función de su calidad. Incluso, esta reflexión se podría ampliar a la necesidad de endurecer el corte de cuartos de final o, incluso, recuperar la doble vuelta de semifinales pero con menos agrupaciones de las que actualmente pasan a la segunda fase.

Otro aspecto que necesita de una revisión urgente es el arrastre de los puntos de la fase de preselección. Desde que dejaron de contar en el año 2018, su efecto ha sido letal para las clasificatorias. Las agrupaciones que aspiran a todo han dejado de competir en esta fase, aunque existen honrosas excepciones. Las letras de relleno a temas que se repiten hasta la saciedad invaden las preliminares, por lo que la calidad ha decrecido de forma alarmante en la parte más bonita del Concurso. A esto se une que las agrupaciones se juegan el pase a semifinales a una única carta. Por ello, y por la justicia que supone enjuiciar a los grupos durante todo el certamen, es necesario que se recupere el arrastre para dar los premios.

La chirigota 'Los #Cadizfornia' La chirigota 'Los #Cadizfornia'

La chirigota 'Los #Cadizfornia' / Lourdes de Vicente

La gaditanía y los repertorios

Una de las conclusiones que deja el Concurso del Falla es la necesidad que existe de que Cádiz vuelva a recuperar su sitio en los repertorios para convertirse en su eje central. No es que no se le cante a Cádiz, sino que los autores no terminan de salir de determinados clichés por el concepto equivocado de que el gran público no va a entender las letras. Ha resultado curioso que algunas agrupaciones de las grandes han defendido en algunas de sus letras que el Carnaval es de Cádiz, pero después esto no ha tenido tanto traslado en los repertorios. Lo más gaditano que se ha repetido en el Falla ha sido hacerle cuplés a Kichi por su físico. Es muy llamativa la ausencia de críticas al poder municipal –apenas dos pasodobles de 'Los pacientes' y 'Los Geni de Cádiz'–, lo que demuestra la dificultad que gran parte de los copleros tienen a hincarle el diente a los problemas de Cádiz, aunque sí han aparecido varias letras al asunto de la turistificación. Y, por supuesto, las vueltas que se le da al metacarnaval. Un hecho que debe invitar a una profunda reflexión por parte de los copleros.

Dejando esto a un lado, en la modalidad de chirigotas, que es siempre la que está más viva y la más abierta a los cambios, se abre un interesante debate sobre lo que el jurado debe premiar. ¿Importa más el repertorio puro y duro o la idea global? El primer premio de 'Los #Cadizfornia', sustentando en las tandas de seis cuplés y un repertorio completo, refuerza la idea de que las coplas son lo que más importa en la fiesta, ya que son las que perduran en el tiempo frente otra serie de artificios efectistas que aúpan a los grupos, pero que después no puntúan. Sin embargo, ha existido una corriente favorable para que el primer premio se lo llevara 'No aguantamos más... vamos de impacientes' gracias a su puesta de escena y su interpretación –tanto dentro como fuera del Falla–.

Los jurados suelen marcar tendencias en función de los premios que otorgan. En esta ocasión, la balanza se ha inclinado por la primera opción, que es la más complicada y la más pura, lo que no quita que muchas chirigotas vayan a optar por la segunda fórmula para el próximo año.

Un capítulo aparte se merece lo sucedido con la chirigota 'Chernobyl, el musical'. Su arriesgada apuesta por el humor negro se ha dado de bruces con el jurado. Era a cara o cruz y salió cruz para desgracia de los amantes de este tipo de humor, que también tiene cabida en el Carnaval de Cádiz. La duda es si alguien se volverá a atrever tras lo sucedido este año. Ojalá que los autores no se centren en el "pescaíto en blanco" –ya ha quedado para la posteridad la frase de 'La chusma selecta'– y se sigan viendo propuestas de este tipo. Y que, por supuesto, se vean recompensadas.

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