Carnaval de Cádiz 2024

El balance del COAC 2024: El eterno debate sobre la preliminar

Chirigota 'Carnaval, me cago en tus muertos'

Chirigota 'Carnaval, me cago en tus muertos' / Lourdes de Vicente

El pasado jueves se cerró el primer ciclo del Concurso del Gran Teatro Falla de 2024. Con el fallo del jurado, que sirvió para conocer las 30 agrupaciones semifinalistas, se finiquitó una primera etapa de coplas con hasta 24 días seguidos sin descanso. En estas tres semanas y media, ha habido lugar para todo, desde polémicas en las coplas a la resurrección de debates que todos los años se repiten, pero a los que nadie pone un plan serio sobre la mesa.

Ya solo quedan cinco funciones para que se cierre otro COAC y las agrupaciones salgan a las calles a ofrecer sus repertorios. Tres semanas y media que han dado para mucho y que sirven para palpar el estado de salud del certamen, sus problemas y el rumbo que lleva. Estas son algunas de las claves y cuestiones a responder:

¿Hay que hacer una fase previa?

Hay debates que nunca se superan en el Carnaval de Cádiz. Nunca se sabe a cuento de qué, pero cuando existe algún tipo de interés se vuelve a resucitar la discusión sobre la necesidad de realizar una fase previa fuera del Gran Teatro Falla para hacer una selección de las agrupaciones que pueden pisar las tablas del templo de los carnavaleros. Sin embargo, nadie aparece con una fórmula viable y real debajo del brazo para que, al menos, se pueda estudiar.

La realidad es que muchos autores y actores de la fiesta siguen sin entender el verdadero sentido de la fase preliminar y, por ende, de la propia fiesta, sus logros y el lugar que ocupa.

En esta sociedad de la inmediatez, en la que siempre hay que estar entretenido, no existe espacio para el aburrimiento. Siempre debemos estar activos y conectados, una sensación que se acrecienta con las nuevas tecnologías.

Esto se ha trasladado a la lupa con la que algunos miran el Carnaval sin tener en cuenta de dónde venimos y al lugar hacia el que debemos ir.

La preselección es la fase mas bonita del Concurso, con todos sus ingredientes. Porque si se le quita alguno, se pierde la magia. Hasta el mamarracho –en el buen sentido de la palabra– es consustancial al Carnaval de Cádiz. No todo el mundo es un genio en la fiesta, pero no se le puede cortar las alas a nadie por un simple capricho.

Siempre aparece la sentencia de que hay que ganarse el poder subirse a las tablas del Falla. Pero es que nadie nace sabiendo. Excepto los más grandes de la fiesta, todos los autores y componentes deben quemar etapas en su trayectoria. Y todas ellas pasan por el teatro. Porque el aprendizaje se da en las tablas y frente al público, no en la calle porque no son mundos comparables, aunque ambos tengan la misma raíz.

Ir al Falla supone una enorme inversión de tiempo y esfuerzo. Una inversión que con una fase previa se puede ir al garete sin estrenarse. Llevarse las preliminares a otro lugar supondría que muchos grupos no se crearan ni muchos autores se lanzaran a escribir, por lo que con la supuesta protección de la calidad se perdería la sorpresa y la posibilidad de la llegada de nuevos valores, algo a tener muy en cuenta en un momento de transición de la fiesta al ir agotándose el tiempo de los grandes autores que ya llevan décadas en el Falla y que, más pronto que tarde, acabarán colgando el disfraz por cuestión de edad.

Una fase previa a puerta cerrada sería descontextualizar una actuación de una agrupación de Carnaval, ya que no se realizaría en su hábitat natural. De hecho, muchos autores son muy conscientes de lo que cambia un repertorio del local de ensayo al teatro.

Una fase previa supondría acabar con una de las victorias del Carnaval de Cádiz, que ha hecho propio para las clases populares un recinto creado para otras artes. De hecho, esto ya sucedió en 1991, año en el que el Concurso volvió al Falla, pero solo desde semifinales. En aquella época se defendía el derecho de todos a ir al teatro, algo que se consiguió al año siguiente, con amenaza de boicot incluso.

Para más inri, la calidad media de los participantes ha aumentado en los últimos años . Solo hay que hacer un repaso por el maravilloso canal de YouTube del Archivo Municipal para darse cuenta de la evolución que se ha dado en la fiesta. Cada vez hay muchos menos repertorios sonrojantes, aunque siempre alguno se cuela. Al revés, cada vez es más raro encontrarse con actuaciones totalmente desafinadas.

Otra cosa es que se puedan tomar medidas correctoras que puedan ayudar a hacer mucho más atractiva esta fase y que los que quieran venir al Falla se lo piensen dos veces, sobre todo por el hecho de que se le ha perdido miedo al Gallinero, que ya no es tan fiero.

Asuntos como las entradas a familiares o el dinero que perciben las agrupaciones por los derechos de televisión y la publicidad queden en la posición en la que queden son asuntos que sí se deberían estudiar para mejorar la primera fase. Pero nunca cargársela o llevársela del que es su lugar, el Gran Teatro Falla.

Comparsa El paseíto Comparsa El paseíto

Comparsa El paseíto / Jesús Marín

Valentía y desconcierto

La madre del cordero vuelve a estar en las decisiones que ha ido tomando el jurado oficial a lo largo del Concurso, con dos fallos muy diferenciados.

Si nos centramos en el primer corte, es de agradecer que el jurado haya tenido la valentía suficiente de no cubrir los cupos máximos al constatar bajo su criterio que no existía la calidad suficiente en coros y en chirigotas. Una medida de este tipo lo que hace es proteger y potenciar la calidad media del Concurso del Falla, si es que queremos aspirar a una mayor excelencia en un momento de dudas sobre el relevo generacional. Este dictamen enlaza con uno de los problemas que tiene el actual reglamento del Concurso. Al elaborarse antes de la inscripción, se establece un número máximo de agrupaciones que superan cada fase sin tener en cuenta el número de participantes, creando disfunciones como que exista la posibilidad de que pasen a cuartos más de la mitad de los grupos inscritos o que se establezca un cupo máximo de cuartetos por fase por encima del número de los que se han presentado. Este asunto se debe atajar dando libertad al jurado para deliberar y decidir, y adaptar el reglamento a las necesidades según los inscritos, llegando incluso a incrementar el listón de los cuartos de final para que no entren grupos de relleno.

En cuanto al fallo para establecer las semifinalistas, la determinación del jurado produce cierto desconcierto. Incluso, establece una serie de patrones que invitan a pensar que determinadas agrupaciones han sido eliminadas en función de algunos de los temas tratados. Asuntos como la memoria histórica, las críticas a la Iglesia o ciertos tipos de humor más incisivos y de corte negro se han visto penalizados. Sin embargo, se han permitido otras letras de dudoso gustos o chirigota con un humor ramplón, blanco, simplón y efectista que carece de ingenio y que está preparado para grandes público. Como siempre se dice, los fallos generan tendencias y, en función de lo que pase en las semifinales y en la Gran Final, estas pueden ser muy preocupantes.

Con todo, se echan en falta agrupaciones como las chirigotas ‘Carnaval, me cago en tus muertos’ y ‘Los que salieron perdiendo’, y comparsas como ‘El paseíto’ y ‘Pueblejito la Frontera’.

¿Qué se puede hacer con el público?

Este es uno de los temas más espinosos del Concurso del Falla y que no se consigue atajar. Hay un problema grave con el actual público del Falla y es el momento de buscar una solución, sobre todo en la fase de preliminares.

Aunque no existe una fecha concreta, sí ha habido determinadas decisiones que han provocado esta situación. Uno es 2008, primer año en el que parte del taquillaje se puso a la venta a través de internet. Una ventana adaptada a los tiempos que da la comodidad de poder comprar una entrada desde cualquier lugar del mundo, lo que ha supuesto un enorme aperturismo. Pero la otra, y quizás la más importante, se produjo en 2016 con la concesión de entradas a las agrupaciones para que los familiares de los componentes pudieran asistir a las sesiones. Todo esto en medio de un contexto de pequeña rebelión de buena parte de los autores del Concurso por la falta de representatividad del Patronato, aprovechándose de esta forma la llegada a la Alcaldía de José María González Kichi. En un principio, se repartieron las entradas para las preliminares, los cuartos y las semifinales, aunque al año siguiente ya se rectificó para que solo se entregaran en la preselección.

Con todo, esto ha provocado que el ambiente de la preselección sea descafeinado, que el Gallinero canalla que ajusticiaba a las agrupaciones sin nivel solo sea un bonito recuerdo, que una parte del público vaya al Falla a ver a su grupo como si fuera a una fiesta de fin de curso y se olvide del resto o que la exigencia a los grupos esté por los suelos.

Una medida urgente es retirar las entradas a las agrupaciones para que todas se vendan en taquilla. Pagarán justos por pecadores, pero esto es necesario, más si cabe cuando hay signos de una mala utilización de las entradas para, por ejemplo, la realización de sorteos.

Junto a esto, tampoco tiene explicación que en cuanto desaparece la cola de la taquilla se pongan estas entradas a la venta directamente en la página web sin dejar al menos 24 horas de margen para que las personas que lo deseen tengan la posibilidad de retirarlas en taquilla.

Chirigota Los que salieron perdiendo Chirigota Los que salieron perdiendo

Chirigota Los que salieron perdiendo / Jesús Marín

El horario y el calendario

El principal cambio que ha sufrido el presente Concurso del Falla ha sido el horario y la duración de las funciones. Esta variación ha provocado que, a pesar de haberse presentado el mismo número de grupos que en 2023, se hayan celebrado más funciones. Un calendario tan apretado y esta decisión han provocado que la cantera sea la principal perjudicada al tener que realizar sus funciones por las mañanas de los fines de semana. Junto a esto, ha habido competición durante 24 días seguidos, lo que supone una enorme saturación para todos los componentes de la fiesta: autores, componentes, jurado, trabajadores y medios de comunicación. El calendario invitaba a una estructura diferente del Concurso, con menos sesiones y más largas para comenzar más tarde del 9 de enero, tener descansos y contar con un horario apropiado para la cantera.

Sí ha sido un acierto adelantar el horario de inicio de las sesiones a las 20 horas, algo que ya se hizo en 2020 y que no se volvió a repetir por petición de las propias agrupaciones. Que haya habido sesiones que han finalizado antes de las 0 horas demuestra que se podrían haber incluido una o dos agrupaciones más por día, acabando así en torno de la una de la madrugada, un horario que no es tan malo si se tiene en cuenta que ha habido años en los que las sesiones han finalizado más allá de las 3 horas.

Lo que sí hay que tener en cuenta en esta ecuación es que, por fin, las sesiones se han desarrollado con una agilidad que no se recordaba gracias al magnífico trabajo que está desarrollando la tramoya del Gran Teatro Falla, quedando en el recuerdo cómo se eternizaron las sesiones en 2023 entre los tiempos muertos y las actuaciones fuera de concurso. Viendo cómo se ha desarrollado todo en esta edición, lo que sí está claro es que había un problema y este se ha atajado de forma satisfactoria para todas las partes.

Esto demuestra que había margen de mejora sin tener que reducir el número de agrupaciones por sesión, por lo que por el bien del Concurso se debería retomar las sesiones con, al menos, siete u ocho agrupaciones para reducir el número de días de la primera fase y permitir que se produzcan los descansos adecuados entre las fases y que la cantera pueda actuar en un horario más apropiado.

Los temas y la supuesta censura

En lo que llevamos de Concurso del Falla, uno de los temas que se ha ido repitiendo ha sido la supuesta censura que existe actualmente en la fiesta a causa de la acción de las redes sociales.

Sin embargo, esta supuesta falta de libertad en muchos casos no es más que un marco mental de los autores que no se atreven a entrar en temas espinosos por el qué dirán. Sin embargo, hay ejemplos como el de la chirigota ‘Carnaval, me cago en tus muertos’ de que se le puede cantar a todo. Al final, el gran problema de todo es que las coplas están circunscritas a un Concurso, por lo que los autores piensan con la óptica del jurado o del público con el fin de ponerlo de pie. Una autocensura que se ejerce por la búsqueda de los premios.

Con todo, las coplas muestran la obsesión por lo que se comenta en las redes sociales, al igual que sucede con los propios medios de comunicación. Al final, todo esto denota una falta de autocrítica que existe en muchas figuras de la fiestas. Unas críticas que salen del escenario pero que no pueden ser recíprocas, a pesar de que lo se está valorando es lo que sucede en un Concurso. De un arte popular, pero un concurso que es público. Aun así, también sería necesario que en vez de desperdiciar letras, las agrupaciones den el valor que tienen realmente las redes sociales en la sociedad, por lo que no se deben tomar como una muestra.

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