Retrocarnaval

Salvi González: “Con la chirigota 'Los santos inocentes' en Madrid llegamos a ganar 10.400 pesetas diarias”

Salvi González en un portal de la plaza de San Juan de Dios.

Salvi González en un portal de la plaza de San Juan de Dios. / Julio González

Salvi González estaba predestinado a ser carnavalero. Su padre, Juan González Gutiérrez, fue un buen bombista, iniciando su trayectoria con la primera de Paco Alba, ‘Los vendedores de mariscos’ en 1953. Con ‘El Brujo’ siguió hasta ‘Los julianes’ (1958), saliendo luego en ‘Los gorilas’ de Fletilla, ‘Los aceituneros’ de Eduardo Delgado o ‘Los dandys negros’, ‘El oro de Andalucía’ y ‘Los escarabajos trillizos’ de Enrique Villegas, estando luego seis meses en Madrid con ‘Los Beatles de Cádiz’. Y ahí se cortó la coleta. Son ya cuatro generaciones: Juan, nuestro entrevistado, el hijo de éste -el conocido comparsista Salvi González- y la pequeña Triana, nieta del protagonista de esta entrevista, que ha debutado este año en el Falla con la chirigota infantil de Rota ‘Abriendo paso’.

“Mi padre me enseñó a tocar el bombo el año de ‘Los aceituneros’ y en los descansos de los ensayos de ‘Los escarabajos trillizos’, en lo que era el Frente de Juventudes en la calle Cánovas del Castillo, siempre me iba para el bombo flechado”, recuerda.

Salvi se estrenó en ‘Los trovadores’ de 1970. “Empezamos con Francisco Devesa, profesor de La Mirandilla, como autor, pero al final se hizo cargo de la agrupación Pepe Moreno, que se trajo a Pepe Gamaza para que le echara un cable y fuimos a buscar al Carota para los cuplés, y nos escribió unos cuantos”.

En el 72 salió con ‘Los ribereños gaditanos’, de Luis Ripoll y José Luis Arniz, segundo premio compartido con ‘Los play boys’. “Después de cantar nos fuimos al Mesón Debla, por Santo Tomás, que era del padre de Ripoll. Se vinieron unos cuantos de ‘Los galanes’ de El Puerto, entre ellos ‘Pelahígo’. Terminamos a las claras del día con una ‘tajá’ de campeonato”.

A la derecha, junto a Manolete, en el cuarteto de 1997 'El casado, casa quiere'. A la derecha, junto a Manolete, en el cuarteto de 1997 'El casado, casa quiere'.

A la derecha, junto a Manolete, en el cuarteto de 1997 'El casado, casa quiere'. / D.C.

De esta agrupación recuerda que grabó un disco en el Teatro Pemán. “Vino una unidad móvil de Barcelona a grabarnos. La censura nos quitó un montón de letras y nos quedamos sin repertorio para rellenar el disco. Rafael Armario llamó a El Peña para que cantara ‘Ágata’ y ‘Bésame’, como hacía en ‘Los beatles de Cádiz’. Yo me ofrecí a cantar ‘Yo soy rebelde’ de Jeanett. Y como además yo tenía un dúo cómico con mi amigo Tomás Maline, que actuábamos los domingos en Radio Juventud, me lo traje para hacer una parodia de esa canción como si fuéramos los Hermanos Calatrava. Yo la cantaba y Maline me replicaba con guasa como si fuera el feo de los Calatrava”.

Uno de los grandes, Fletilla, le fichó para 1973, aunque su llegada a la chirigota ‘Los Don Cicuta’ tuvo su historia. “Yo estaba ensayando con ‘Los tunos tunantes’ de Agustín ‘Chimenea’. Pero no estaba del todo a gusto. Así que Rafael Villa, compañero de trabajo por entonces, me ofreció salir con Fletilla. Le dije que sí del tirón. Al final nos ganaron ellos”, destaca.

Salvi, el de la izaquierda, este año en '¡¡Por fin lo despedimos!!'. Salvi, el de la izaquierda, este año en '¡¡Por fin lo despedimos!!'.

Salvi, el de la izaquierda, este año en '¡¡Por fin lo despedimos!!'. / Jesús Marín

De ‘Los Don Cicuta’, donde El Peña hacía de Kiko Ledgard, presentador del ‘Un, dos, tres’, tiene un par de anécdotas. Una de ellas asegura que le pesó al grupo en la interpretación. “Fletilla me encargó dar el tono con el pito, que lo llevaba yo mamado, y el primer día de semifinales dio él el tono con la boca y cantamos chillando”. La otra es más emotiva. “En un ensayo general en el bar El león de oro, en la esquina de Rafael de la Viesca y Doctor Zurita, estaba cantando coplas repetidas para un grupo de personas que habían llegado tarde y querían escucharnos. Cuando miré para atrás estaba mi padre tocando el bombo. Había aprendido los compases solo con escucharnos en la primera parte. Aquello fue precioso. Y al poco, mi padre murió. Por eso no salí en el 74”.

Volvió a la comparsa en 1975 con ‘Ecos del Paraguay’ de Ricardo Villa, segundo premio, y en 1976 pasó a ‘Marionetas’ con Ripoll y Catalán Chico de director. “Aquí fue curioso porque resulta que se fue el cajilla. Me ofrecí a tocar la caja hasta que no encontraran a otro. Y a las dos semanas se fue el bombo. Total, que al final metimos de caja a uno del grupo, Manolo Rexach, y yo me quedé de bombista. Fue el primer año que toqué el bombo. Por cierto, que alguien hizo mal la inscripción y me puso otros apellidos. Y no hay manera que me reconozcan esa agrupación oficialmente, por más escritos presentados y firmados por Ripoll. Lo mismo me pasó luego con el cuarteto ‘El sargento Veneno y dos o tres por lo menos’”.

En 1977 regresó con Villa en ‘Orfeo de color’, pero el verano lo hizo con otro grupo. “Cantamos con la comparsa en El Puerto y tomando algo en Romerijo estaban allí Manolete, el Mellao y el Bola, que iban con el cuarteto ‘Don Anacleto y los tres analfabetos’. Me dio por imitar la voz de uno de ellos, el Francis, y Manolete se quedó frío. Precisamente Francis se había ido del grupo y allí me ficharon para el verano. Bueno, antes hice una prueba delante del autor, el Chimenea, que también se asombró por la voz que yo ponía. Eso fue un lunes y me tuve que aprender el repertorio para el mismo jueves”. Salvi había logrado salir ya en tres de las cuatro modalidades y permaneció con este cuarteto en 1978 con ‘El sargento Veneno...’.

Salvi con el bombo en 'Los mulilleros de Cai' de Fletilla. Salvi con el bombo en 'Los mulilleros de Cai' de Fletilla.

Salvi con el bombo en 'Los mulilleros de Cai' de Fletilla. / D.C.

Otra vez Fletilla en 1979. “Llegué el último a ‘Los mulilleros de Cai’ y toqué otra vez el bombo, pero fue el último año. Fuimos primer premio”. En 1980 tuvo la oportunidad de participar en un gran pelotazo: de nuevo con Chimenea y Manolete en el cuarteto ‘Mario Carmelo y sus muñecos’. Hizo el papel por el que más se le conoce en el Carnaval: el del pato Nicol. “Me costó mucho meterme en el papel, pero valió la pena. Fueron muchos ensayos solo de voces. Le echamos para atrás varias parodias al Chimenea, hasta que dio con la tecla”.

Entre 1982 y 1988 encadenó varias agrupaciones sin mucho éxito como ‘El cuento de Caperucita’, ‘Comodines’, ‘Goma-2’, ‘Tres en uno’ (donde cumplió el sueño de salir con Agüillo, haciendo del muñeco Rockefeller) y ‘Los que van con bulla’. Hasta que en 1990 volvió a la elite con la chirigota de Juan Rivero ‘Los santos inocentes’ y repitió en 1991 con ‘El concierto del siglo’ haciendo de José Carreras. “Juan llevaba detrás mía mucho tiempo. Ya me llamó para ‘Los tontos no se separan’ en el 83, pero yo no podía con el trabajo. Y salí en el 90, con el Tomate de pareja, niño y niña. Aquello era bestial de contratos. El primer fin de semana de Carnaval siempre para Madrid, para cantar en varios pueblos, y ganábamos un buen dinero. Ahora bien, estábamos hora y media en el escenario”.

Ese año 90 la chirigota “estuvo contratada dos semanas en la sala de fiestas Al-Ándalus de Madrid. Ganábamos cada uno 10.400 pesetas diarias. Y los gastos de comer y dormir se pagaban con lo que vendíamos de cassettes, que era otro dineral. Una noche estaba entre el público Lolita Flores, en la mesa central. Llegó el Tomate con las cintas y Lolita lo llamó. Le pidió una, le dio 5.000 pesetas y no quiso coger el cambio. Sus acompañantes, para no ser menos, hicieron igual. Una barbaridad. Nos contrató José el Polaco, el marido de La Polaca”.

Continuó con Rivero en varias chirigotas -y en 1997 en el cuarteto ‘El casado casa quiere’- ya sin llegar a la final y se despidió en 1998 con ‘Una chirigota con invertidos’…. o eso creía Salvi. Porque en este 2024, sin esperarlo, vivió un año “precioso” con la chirigota de los Chaves, ‘¡¡Por fin lo despedimos!!’. “No salía desde hacía 25 años y me llamaron de bombo, que no lo tocaba desde el 79, pero al final acabé cantando. Creo que ha sido una despedida maravillosa”, concluye.

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