Quema del Dios Momo | Manolín Santander

El pregón de los Manolos enciende San Antonio

  • El Gran Momo Manolín Santander despide el Carnaval leyendo el testamento carnavalesco de su padre en una noche protagonizada por el recuerdo al maestro chirigotero

Manolín Santander se dirige a quemar la figura del Dios Momo en San Antonio.

Manolín Santander se dirige a quemar la figura del Dios Momo en San Antonio. / Lourdes de Vicente

El pregón que nunca dio. Manolo Santander estuvo más que presente en el acto en el que el Gran Momo dio cerrojazo (no se lo cree ni él) al Carnaval antes del Miércoles de Ceniza. Su hijo Manolín encarnó al malévolo aguafiestas basando su texto en el testamento carnavalesco que ha dejado su padre. El espectáculo giró en torno a la manera que el chirigotero de La Viña, que se nos fue en septiembre del año pasado, tenía de ver la fiesta de sus amores. El testamento fue salpicado de intervenciones carnavalescas de agrupaciones y particulares hasta que la gran figura de Momo, que esperaba en la plaza de San Antonio, ardió entre las llamas.

Fue Carlitos Pérez, hijo carnavalesco de Manolo Santander, quien, en el papel de angelito, le dio la réplica a un Momo que dándose una vuelta por el cielo se encontraba al creador de ‘La familia Peperonni’. “Te voy a entregar un documento para que lo enseñes a mis paisanos, ya que no me dio tiempo de hacerlo con una chirigota, como me hubiese gustado”. En el testamento Santander reclama “cuidar con mimo las cositas de Cai”, haciendo hincapié en la cantera y recordando que “los niños por mi barrio, no corríamos detrás de la pelota, nuestros ídolos iban disfrazados y salían en chirigotas”. Fue el turno entonces de la actuación de dos agrupaciones de la cantera a las que Manolín ha puesto músicas este año: ‘Los Purry Baby’s’ y ‘Los burritos’.

Manolín Santander se hizo acompañar de las antologías de su padre y de Juan Carlos Aragón

El maestro chirigotero de La Viña pide “más mujeres que escriban y que canten”. Fue cuando salió a escena la comparsa de su hija Palmira, ‘Sólo sé que no sé nada’, que interpretó la presentación y el pasodoble que Manolo Santander dedicó a su hija el año de ‘Los de Cádiz Norte’. 

“Porque aún quedan autores que aportan frescura y valentía”. Y como ejemplo de esta frase apareció en el tablao de San Antonio la comparsa ‘La ciudad de Dios’. Fue el preludio de uno de los momentazos de la noche. Momo mantuvo un diálogo con su padre. Sonó la voz en off de Santander con frases entresacadas de entrevistas que le hizo Germán García en Onda Cádiz Radio.

Hubo lugar para ensalzar al tanguillo gaditano. El del Tío de la Tiza o el de La Viña. De ahí que Marta Ortiz y sus bailes convirtiera en tango un pasodoble de Manolo. Del tango a la amistad. La de los grupos que empiezan en la cantera y llegan a adultos. Como es el caso de la comparsa de Jona ‘Los aislados’, amigos de Manolín, que interpretó el pasodoble que le dedicó a Momo en el COAC. Luego hizo lo propio, también con el pasodoble a Momo, la comparsa ‘Los encaidenaos’.

Una voz en off de Manolo Santander sirvió para que Momo hablase con su padre

Y el cuarteto, que Manolo Santander cultivó con El Libi en ‘El velatorio’, primer premio de 1988. El propio Libi junto a Magaña y el pequeño Hugo Sánchez, que ha estudiado “en la escuela pública de El Carota”, mantuvieron un debate sobre la modalidad antes de que el Gran Momo decidiera continuar con la lectura del testamento. La “lealtad” de los comparsistas de Juan Carlos Aragón a su capitán se hizo presente, con Momo llorando a su autor entre copla y copla de su antología, que cantó ‘Cádiz resiste’, un pasodoble de ‘Los condenaos’ y la última cuarteta de ‘Los mafiosos’.

Anunciaba Manolín, por boca de su padre, el momento “más complicado”, que no era otro que “hablar de los hombres que defienden mi legado”. Esos hombres “que me acompañaron en mi último invierno, los mismos que por mí irían al infierno”. Salía al escenario ‘El batallón rebaná’ para cantar su presentación, recordando Momo el pasacalles por Diego Arias hacia “el teatro de los sueños”. La voluntad de Manolo: “cuidadme esas benditas tablas”. El grupo cantó el pasodoble de ‘El séptimo de caballería’ ‘Qué tienes ladrillitos coloraos’.

Como no podía ser de otra forma el pregón desembocó en La Caleta, “donde me enamoré y mi Meli me robó el corazón, allí donde creé con mi hijo mi última canción”. La última copla del maestro, el pasodoble de ‘La maldición de la lapa negra’ que acaba “en la orillita” de la playa viñera y que el público, que abarrotó San Antonio coreó.

Se cerraba el testamento con un “no hay nada más grande para un carnavalero que no ser olvidado”. “Estaré en cada música que lleve el tres por cuatro, estaré cuando mis hijos te canten en el teatro”. ‘El batallón rebaná’ largó el ‘Me han dicho que el amarillo’ antes de que Manolín se despidiese con la frase de su amigo Juan Carlos Aragón: “Creo en la vida eterna de los carnavales”. Y final con fuego a Momo, con Meli Grosso, viuda de Manolo Santander, entregando a su hijo la llama para prender la figura del dios del Carnaval, que ardió mientras que la antología de Aragón entonaba, a coro con los presentes en San Antonio, el Credo de ‘Los peregrinos’. Apoteósico.

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