Diario del Carnaval

Comparsa Los encaidenaos

  • La comparsa de Kike Remolino para el Carnaval de Cádiz 2020

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Las cadenas de la pasión por la tierra. Eslabones que marcan una vida, por lo que es imposible que se puedan romper aunque haya que buscarse la vida fuera. Una tierra y una fiesta que forjan un carácter. La comparsa de Kike Remolino sale reforzada en su pelea por lo máximo gracias a una idea que sigue atrapando y unas letras que acompañan en su última noche. Estrenan todas las coplas, lo que da más brío a un cuarto pase en donde Cádiz está muy presente. Las cadenas forjan una buena primera letra al decirle a los gaditanos que se deben desencadenar de “los complejos que te ahogan”. Problemas que aparecen con el chovinismo, los que dicen que dan de comer a los carnavaleros por comprar dos entradas, el ombliguismo, el victimismo de la ayudita, el trapicheo o las colas de carros. Cadenas que hay que desencadenar para que los gaditanos vuelvan a la ciudad. En una noche tan señalada, Kike Remolino demuestra que sabe jugar sus cartas en el Concurso al cantarle al cáncer. Al principio, tira de los humano para darle dirigirlo después hacia lo carnavalero al decir que esta enfermedad se ha llevado la alegría y la poesía con la muerte de Juan Carlos Aragón y Manolo Santander , por lo que esta noche “dos grupos están llorando coplas por Carnaval”. Vuelven a marcar distancias en los cuplés. Brilla especialmente el primero a su tipo, que sirve como elemento de inspiración sexual en la cama, pero su mujer se va a ver a Jesús Bienvenido al Pay Pay al verlo encadenado. Baja un poco el segundo a todas las cosas que Alejandro Sanz hace en Cádiz. Le piden que adelgace a Kichi, pero Alejandro prefiere pintar el carril bici. Sus cadenas se sueldan con fuerza.

Actuación en semifinales

Eslabones que son difíciles de romper. Esos que se sueldan a lo largo de todo un Concurso y que son imposibles de separar en el momento de la verdad. Cuando una idea llega, las letras y las actuaciones fluyen por sí solas. El acierto en la propuesta de Kike Remolino hace que el repertorio brille a cada paso que da en el COAC. Una serenidad que hace que se vayan sumando los aciertos pase tras pase. Una tercera actuación con la que esta comparsa mantiene intactas sus posibilidades para aspirar a todo. Una confianza que se transmite desde los pasodobles, aunque con algo menos de rotundidad. La forma de escribir de Kike Remolino se nota especialmente en la primera letra, en el que un padre acompaña a su niña lesbiana en el día de su boda. Un camino para que se encadene de la mano de su compañera y que sirve para que los vecinos hablen desde “las ventanas y las casapuertas”, mientras que a ellos les sirve para reírse de los que hablan y de El Vaticano. Algo más costumbrista, aunque bien encadenada, la segunda letra a Andalucía. Un repaso a todas sus virtudes para reclamar que los ocho eslabones no se separen a pesar de “una historia tan sufrida” y “una Junta corrompida”. Los cuplés vuelven a marcar las diferencias respecto al resto. Sobresale en esta tanda el primero a su fantasía sexual con Juego de Tronos, que se cumple ya que les cuelga el enano. Más corrientito el tirito a Canal Sur en el segundo, ya que gracias a que está retransmitiendo el Carnaval para que no nos traguemos “tanta morralla”. Se encadenan a las tablas para regresar el día de la final.

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El veredicto del Diario del Carnaval

A la final. A la final.

A la final.

Actuación en cuartos

el tipo. Gaditanos encadenados a su tierra. las coplas. Cadenas en forma de coplas. Una condena de la que uno no sabe escapar a pesar de que muchos gaditanos tengan que buscarse el pan fuera de Cádiz. Una patria que también sufre por sus etiquetas. Cuando se da con una idea que conecta tanto en lo visual como en las coplas, todo es mucho más fácil en el Concurso. Kike Remolino lo ha conseguido con una idea que conecta de principio a fin por lo reconocible que es para el público y porque llega directa al corazón al contar un sentimiento que es difícil de explicar pero que se lleva muy dentro. Ingredientes como un pasodoble que contiene lo justo para no perderse por caminos raros, una interpretación que sabe moverse con la fuerza que requiere el tipo y un popurrí muy bien ajustado a la idea hacen que el repertorio sea muy completo. En el día que comienza su competición, las letras no fallan y cumplen con los cánones al combinar una copla sensible con otra muy dura. El sentimiento aparece en una letra bien trazada a su hermana, con la que se tiene una cadena “que jamás se oxida” y que se fortalece con los sobrinos. Muchos motivos hacen que existan eslabones soldados con el alma, el corazón y la sangre que derramó su madre al parir. Se vienen arriba con una gran segunda letra al decirle muy duramente a Santiago Abascal que fueron los suyos, sus ideas y las de los que le votan los que persiguieron al Carnaval en tiempos de dictadura y dieron “muerte a más de una chirigota”. Suben la apuesta con los cuplés para redondear el segundo pase. En el primero, tratan su olor de pies metiéndolos en una pecera con pescados que, al final, salen adobados. Cierran la tanda con arte al decirle a su hijo de 14 años que el mejor regalo que le hicieron a su edad fue un pestillo para la puerta de su dormitorio. El público se encadena a esta comparsa.

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El veredicto del Diario del Carnaval

Palo-tazo (muy buena) Palo-tazo (muy buena)

Palo-tazo (muy buena)

Actuación en preliminares

el tipo. Gaditanos encadenados a su tierra. las coplas. Cádiz es una ciudad que tiene muchas cadenas y que, a su vez, encadena a sus habitantes y a los que se enamoran de ella. El estereotipo de ser graciosos es una cadena de la que es muy complicado despojarse. Una ciudad puede convertirse en una patria pequeña, por lo que el arraigo también se convierte en una cadena. Kike Remolino acierta de lleno con una propuesta que sabe defender a lo largo del repertorio por tratar un sentimiento tan reconocible. Si a eso se suma un pequeño giro al estilo que le da mucha vitalidad, el resultado es una actuación muy redonda para meter miedo desde abajo. Con un mensaje muy claro desde la presentación, seria pero con algunos guiños simpáticos, la música del pasodoble sorprende por ser algo más sencilla, muy alegre y tener una potencia que asombra sin asustar. Este ajuste en el estilo se describe en el primer pasodoble, en el que Kike recoge el mensaje de hacer una música sencilla y reconoce que se ha arrancado “las malas hierbas”. Segunda copla muy sentida a Manolín Santander por su nombramiento como Dios Momo. Tanda de cuplés para intentar marcar diferencias. Sobre todo, por el primero, en el que la familia de Carrero Blanco pide que si lo exhuman como Franco no se lo lleven en helicóptero porque “de altura ya tuvo bastante”. En el segundo, que está un peldaño por debajo, no hay que fiarse de la goma de los bañadores del Primark. Las añoranzas de un gaditano que se va a trabajar fuera de Cádiz hilvanan un popurrí que mantiene el listón alto.

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El veredicto del Diario del Carnaval

Palo-tazo (muy buena) Palo-tazo (muy buena)

Palo-tazo (muy buena)

La previa

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La comparsa de Kike Remolino lleva un par de años, desde su formación como grupo en 2018 como 'Los campaneros', llamando con fuerza a las puertas de la gran final pero sin llegar a alcanzar el objetivo. Buenas músicas, letras, un grupo potente y una cuidada y espectacular puesta en escena han sido sus bazas tanto en su estreno como este año con 'La luz de Cádiz'. La agrupación pierde a voces mediáticas como las de Tony El Piojo y Paco El Pellejo e incorpora a Moi, José Blanco y Gordi. Remolino y los suyos confían en un bonito nombre, 'Los encaidenados', para intentar el asalto a la gran final. 

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