Retrocarnaval

Manuel Guimerá: "Las orquestas de los coros siempre han estado infravaloradas"

Manuel Guimerá posa en el barrio de Astilleros.

Manuel Guimerá posa en el barrio de Astilleros. / Julio González

Antes de convertirse en un virtuoso de la guitarra, en profesor, en director de Conservatorio, y en uno de los músicos de coros más exquisitos, Manolo Guimerá se acercó al Carnaval de Cádiz de la manera más tradicional, como tantos gaditanos lo hicieron aprendiendo las coplas de boca en boca. “La afición me viene por mi abuela. Los domingos de coros me cogía de la mano y me llevaba a escucharlos al Mercado. Nos íbamos detrás de los coros con los libretos que ella compraba para aprendernos los tangos, con sus músicas, para luego cantarlos en casa”, relata. Tiempos en los que Guimerá “jugaba a ser jurado del Falla” en su casa escuchando el Concurso por la radio.

Pasaron los años y la llegada del Carnaval democrático propició el estreno de Guimerá en la fiesta. “Contactó conmigo Miguel Villanueva, que había sacado ‘Los dedócratas’ y quería sacar para 1978 ‘Los camaleones’. Le habían hablado de mí, creo que fue así. Yo me movía mucho por Cádiz, actuaba, daba conciertos con la guitarra, y eso llegó a oídos de Villanueva. Me propuso componer el tango, pero al final no lo hice. Solo colaboré, con Salvador Longobardo, Antonio Moncayo, el propio Miguel… hice lo que pude, porque eso para mí era nuevo. Bueno, y llegamos a la final. No estuvo mal”.

En 1979 siguió con parte de este coro, que formó ‘Los plumeros del Carnaval’ y que compartió el primer premio con ‘Los buhoneros’. “Ahí la música la hizo Manolo de Palacio y yo afiné el coro, ya con un poco de más experiencia”, apunta.

Llegó en 1980 el coro ‘La mascarada’, con letra de Antonio Segura y Emilio Quintana, donde compartió música y afinación con Longobardo. Fue tercer premio “y el tango se recuerda todavía y lo incluyeron en una selección que hizo la Orquesta Manuel de Falla y se grabó en un disco”. Este coro llegó al segundo premio al siguiente año con ‘La mafia’. “Estuvo bien dado”, reconoce Manolo. El primer premio, ‘Entre pitos y flautas’ de La Salle Viña, era inalcanzable.

Manuel Guimerá en el coro 'Los muñecos de Cádiz otra vez...'. Manuel Guimerá en el coro 'Los muñecos de Cádiz otra vez...'.

Manuel Guimerá en el coro 'Los muñecos de Cádiz otra vez...'. / D.C.

“Pasamos un Carnaval estupendo, eran unos años muy sanos”, apunta. Y evoca tiempos en los que “antes del Concurso se celebraba un encuentro de coros, a modo de ensayo general, en el que cada uno cantaba algunas coplas, no todas, y ya cada coro intuía cómo iban los rivales. Había un ambientazo de camaradería y los aficionados mataban por conseguir una invitación. Era algo genial, impensable hoy en día”.

Para el Carnaval 82 ‘La mafia’ se rompió en dos coros: ‘Los blasones de Cádiz’ y ‘Los fanfarrones de Cai’. Guimerá, Longobardo y Quintana se quedaron en el segundo para llevarse un cuarto premio. Guimerá también entró en la final en 1983 con ‘Caravana’, donde fue ya el único músico y se encargó de la afinación. Ya en 1984 salió por última vez para cerrar su primera etapa en el Carnaval con el coro ‘Los ventrílocuos’, escrito por Emilio Quintana y Pepe Marchena. “Ese año nació Raúl, mi segundo hijo, y el otro, Alejandro, tenía tres años. Y tuve que parar porque no podía compatibilizar el Carnaval con mi casa”, destaca.

"Nunca me gustó alargar los tangos ni hacer finales repetitivos como si el público fuera sordo’”

Tuvieron que pasar 17 años para ver de nuevo a Guimerá sobre las tablas del Falla. “Yo estaba destinado fuera, en Granada, y en unas vacaciones en Cádiz me encontré a Juan Jurado, que me dijo que querían sacar un coro. Yo le dije que hasta que no estuviera destinado en Cádiz no me podía embarcar. Y el primer año que me dieron destino en Cádiz, Juan no se había olvidado y vino a buscarme”.

Así nació un coro que, por su desenfado, daría que hablar: ‘Muerte al gordo (entre Comillas y Argüelles)’ en 2001, cuarto premio. Ya lo decía en su presentación: “Aire nuevo pa la Plaza”. “Aquello en principio me chocó, porque en el grupo había pocos coristas y chirigoteros y cuarteteros como Valdés, El Petra, Scapachini, El Habichuela… y también me chocó que uno de los autores, junto a Valdés, iba a ser el Libi”, admite Guimerá. Acostumbrado a otro tipo de coros, reconoce que al principio lo pasó mal. “Llevábamos casi dos meses ensayando y había un laúd y dos guitarras. Yo estaba asustado. Gente para cantar había. Bueno, para intentar cantar (risas), pero poco de orquesta. Al final completamos la orquesta y le sacamos rendimiento al grupo haciendo un repertorio llano, sin mucha complicación”, expone.

Apunta Guimerá que ese año recibió “muchas críticas porque el tango era muy corto. Pero cuanto más corto más pronto se escribe y se aprende y luego no quema tanto cantarlo en la calle”. ‘Muerte al Gordo’ fue “un coro inolvidable, porque la gente lo esperaba en la Plaza. Íbamos de hinchas del Cádiz y el Atleti y aquello era un disloque con los cánticos. Ningún coro quería ir delante de nosotros. En la calle era un primer premio”. El coro tuvo críticas por estar enfocado solo al humor, contraviniendo lo que se venía haciendo hasta entonces. “Nos llamaban el ‘chiricoro’, pero nos daba igual. Nunca nos molestó”, dice Guimerá. El ambiente festivo fue tal que el coro “se gastó, fácilmente, cinco millones de pesetas en cenas y cachondeos. Para el año siguiente no teníamos guardado ni un duro”.

“Antes del Concurso se celebraba un encuentro de coros, a modo de ensayo general, en el que cada uno cantaba algunas coplas. Había un ambientazo de camaradería y los aficionados mataban por conseguir una invitación"

El estilo humorístico se asentó y el coro estuvo muchos años en activo. Repitió final en 2003 con www.nosvemosenlaplaza.com...fianza" y en 2005 con ‘Coro mixto Recuerdo de Cádiz’. El mayor logro llegó en 2013 con el segundo premio de ‘Ustedes estáis fatá’. Entre ese 2001 y el 2017, año del último coro, ‘Los grasiosos’, fueron pasando otros autores que Guimerá no quiete dejarse en el tintero. “No me gustaría olvidarme, además de Valdés y El Libi, de Manolo Morera, Felipe Marín, Pepe Olivera, Jesús Bernal, Falu Valero, ni de Juan León y Jacobo Lucena que bregaban con el personal”.

“Fueron años muy buenos. Nuestra arma para competir era el humor y la aprovechamos. No podíamos luchar con otras armas con otros potentes grupos de voces. Para mí el Carnaval siempre fue humor y los tangos que me cantaba mi abuela tenían picaresca”, afirma. Pero el tango era innegociable y la música de Guimerá siempre se destacó. Cortito y al pie. “No me ha gustado alargar los tangos ni hacer finales repetitivos. Como si el público fuera sordo y no se hubiera enterado la primera vez”, añade.

"Cuando yo entrego un tango quiero que suene de una manera. Y entregar un tango para no aparecer más por el ensayo, no va conmigo”

Guimerá, además, cuidó mucho la falseta del tango, dejando muchas perlas. “La orquesta siempre ha estado muy infravalorada en los coros. Quitando una mínima introducción en la presentación o el popurrí, el resto es todo acompañamiento. Por eso me gustaba darle protagonismo a la orquesta, en el único momento en el que está sola: en la falseta. Que el laúd tenga su protagonismo y no vaya detrás de la bandurria, solapada. Que las guitarras piquen, rasgueen o hagan un bajo si tienen que hacerlo. Sigo teniendo ideas de falsetas que no he plasmado porque he dejado de salir”, explica.

¿Y van a volver a escuchar los aficionados una falseta y un tango de Guimerá? “Me llaman todos los años para pedirme un tango, pero yo para hacerlo tengo que estar en los ensayos y meterlo. Y eso es lo que no quiero ahora mismo: el sacrificio de ensayar todas las noches. Cuando yo entrego un tango quiero que suene de una manera. Y entregar un tango para no aparecer más por el ensayo, no va conmigo”, argumenta.

Además, dice que “no me gusta lo que se está premiando hoy en día ni como se está haciendo el Carnaval. No me suena a Cádiz, salvo honrosas excepciones”. ¿Le gustan los tangos que se escuchan ahora? “No, no me gustan. Quitando alguna pincelada, los veo muy largos. En algunos casos son canciones a ritmo de tango o tangos que se ven que se han alargado, con un corta y pega, y otros que se ve que el autor no ha sabido como terminarlo y se ha hecho un lío”.

A pesar de estos pesimistas argumentos, la conversación deriva hacia una puerta entreabierta: su posible vuelta al Carnaval. “La gente de mi coro me la da mortal todos los años. Seguimos en contacto, pero ahora mismo no tenemos grupo. Ni letrista de garantías. Ni una idea encima de la mesa que entusiasme”, dice. Se tienen que alinear muchos astros. ¿Y si a esos astros les da por alinearse? “Yo no estoy cerrado en banda, nunca dije que no saldría más”, apostilla.

Sus tangos preferidos, los que toca y canta en reuniones de amigos, son los clásicos de Tío de la Tiza, Cañamaque, Manolo Bravo… pero de la etapa contemporánea dice que Julio Pardo “hizo muy buenas músicas”, destacando además a Juan Poce y su maravilla para ‘Entre pitos y flautas’ y otros tangos de La Viña. Por último dice que se quedó con las ganas de salir con el maestro Escobar en aquellos primeros años de Los dedócratas. “Creo que hubiera aprendido mucho de él”, remata Guimerá.

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