Diario del Carnaval

“En las Fiestas Típicas Gaditanas se cortó la creatividad, por eso había tantos piropos”

El historiador José Antonio Fernández durante su intervención.

El historiador José Antonio Fernández durante su intervención. / Lourdes de Vicente

El periodo de coplas comprendido entre el final de la década de los 40 y 1976, coincidiendo con el franquismo, fue pródigo en ataduras para la fiesta gaditana. José Antonio Fernández Domínguez, historiador y técnico del Archivo Histórico Municipal de Cádiz, habló este viernes sobre este asunto en su conferencia ‘Control y censura de las agrupaciones en las Fiestas Típicas Gaditanas’, dentro del seminario ‘Prohibiciones, censura y control del Carnaval en Cádiz’, que, en el marco de la 73 edición de los Cursos de Verano de la UCA, se celebra hasta este sábado en el Edificio Constitución 1812.

Fernández explicó que hasta 1966 se reglaba el control de los repertorios por la Ley de Prensa de 1938, obra de Ramón Serrano Suñer, cuñado de Carmen Polo, la esposa de Francisco Franco. “Esta Ley regulaba las publicaciones y se obligaba a las agrupaciones a entregar las coplas que iban a cantar en el Falla y a una descripción del tipo o boceto del mismo”, señaló. Hasta el 66 el control de la censura estaba en manos de la Falange Española. En Cádiz, el jefe de la censura era el falangista José María García Cernuda, delegado de Prensa y Propaganda del Gobierno Civil. “Fue incluso jurado del Concurso en 1952, lo que es una buena prueba del intervencionismo del régimen en la fiesta”, apuntó Fernández.

El ponente recordaba que en febrero de 1952 salió para la calle un trío llamado ‘La tómbola humana’. “Uno de sus integrantes iba vestido de muñeca realizando aspavientos que supuestamente atentaban contra la moral. El gobernador civil impuso a Enrique Gómez Gálvez ‘El Molondro’, director de este grupo, una pena de siete días de arresto, aunque solo cumplió cuatro de ellos”, precisó.

En 1966, con Manuel Fraga en calidad de Ministro de Información y Turismo, se promulga la de Ley de Prensa e Imprenta, iniciándose un tímido proceso de liberalización, y ya era voluntaria la presentación de letras y datos por parte de las agrupaciones “aunque con el riesgo del telonazo por cantar algo inadecuado”.

Fernández puso como ejemplo a ‘Las tontas del bote’, chirigota de 1968, que a pesar de entregar el boceto en el que se indicaba que iban a disfrazarse de mujeres, fue descalificada del concurso. “Hay que tener en cuenta la arbitrariedad propia de cada censor, pues no siempre era el mismo en la Delegación de Información y Turismo, donde las agrupaciones debían entregar sus datos. Algunos ni eran de Cádiz, por lo que no comprendían el doble sentido y veían cosas inmorales donde no las había”, expuso Fernández.

Las Fiestas Típicas fueron una época en la que “se cortaba la creatividad, de ahí tantos piropos y letras edulcoradas. Estaba todo muy acotado, prohibido, perseguido. Bajo amenazas de descalificaciones o retirada de subvenciones. Lo más curioso es que los mismos que prohibían las coplas picantes después, en fiestas privadas, pedían a las agrupaciones que las interpretaran”.

Según este historiador, la censura no acabó con la llegada de la democracia. Fernández aseguró que en 1980 a la chirigota ‘Don Corleone y sus nenes empollones’ la avisaron desde la Delegación de Cultura que no podían cantar una cuarteta del popurrí.

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