Defendiendo el tipo

Elogio de lo chusmeta

!Serán torpes! Buscando un sitio para la final de la Copa del Rey, donde el público no pite el himno nacional, y lo tienen delante: ¡el Teatro Falla! Ahí se aplaude todo. Y la gente se ríe con cualquier cosa, aunque salga a escena la Tuna de Graduados Sociales.

Al revés de lo que se dice, el público del concurso es poco exigente y a veces se ríe de lo que no tiene gracia. Bueno, es cierto que cada vez tiene menos motivos para reírse, tal vez por el comparsista que todos llevamos dentro, y porque la chirigota es una especie amenazada y el cuarteto está en peligro de extinción. Sólo cuatro en 2017, la más baja participación en años.

El Carnaval, no se olvide, es risa, sátira y comicidad, algo que se está perdiendo -y es una pena- en detrimento de otro concurso de agrupaciones menos cómico, menos espontáneo y más... dejémoslo ahí. Quizá soy un antiguo, pero tal vez sea éste el futuro de la fiesta. Y tendrá otras muchas cosas, no lo dudo, pero sin la gracia espontánea, libre y gamberra del cuarteto.

Entiendo que la dificultad en hacer reír se multiplica por la saturación de chistes y humor digital. Por otro lado, la voraz pujanza de otras modalidades reduce al cuarteto a la insignificancia.

Así que vaya aquí mi admiración por el cuarteto, la modalidad más libre, de humor más auténtico, interpretada por tipos que salen al escenario por derecho, sin música, sin artificios y sin complicadas coreografías a las que asirse. Armados sólo con sus metáforas disparatadas, la poca vergüenza de sus cuartetas y su humor demente.

El pasado del cuarteto también merece un respeto, desde el Libi, pasando por el Peña y el de Rota, y acabando en la risa remota de sus orígenes: Suárez, El Mori, Sapo, Sapito y Sapé...

Según algunos entendidos, el cuarteto es una modalidad chusmeta. Pues me alegro: viva lo chusmeta.

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