Tribuna libre

Por un Concurso más apto

El jurado del COAC 2018, en su palco en el Falla.

El jurado del COAC 2018, en su palco en el Falla. / D.C.

Decía una buena amiga periodista en un artículo, en relación a su experiencia como miembro del jurado del COAC en tres ocasiones, que era difícil la labor de juzgar un concurso que ya cuenta con un juez en cada aficionado. Así es. Si hiciéramos caso al número de veces del importado grito de “campeones” oído en el Falla, tendríamos por lo menos una decena de primeros premios de cada modalidad. Me identifico con las sensaciones que ella narraba de pasión, compromiso y amor a la fiesta compartidas con un grupo heterogéneo de magníficas personas durante un mes de concurso y un mes anterior preparando nuestra participación como jueces del mismo.

Bajo la batuta de la gran persona que nos eligió, el presidente Jesús Monje, tuvimos numerosas reuniones en las que repasábamos el reglamento, hacíamos numerosas simulaciones (o Role Playing que dirían los expertos) votando agrupaciones de ediciones anteriores, usando el nuevo sistema de puntuación, y empezábamos a convivir. Pero todo eso ya es historia. Queda en nuestra memoria personal como una experiencia única e irrepetible y no voy a cansar al respetable con batallitas de este incipiente abuelo cebolleta del jurado. Me ofrece este periódico este espacio para hacer algunas propuestas de mejora dada la experiencia que he tenido y paso a detallarlas, humildemente, a título estrictamente personal pues soy consciente de que si se preguntara a cada uno de los 12 componentes del jurado, del que tuve el honor de pertenecer, cada uno tendría otras propuestas, similares o antagónicas, pero, en cualquier caso fruto de ese cariño por el concurso y por nuestro carnaval.

Ahí va mi decálogo.

Una imagen tomada por el jurado desde su palco en el Falla. Una imagen tomada por el jurado desde su palco en el Falla.

Una imagen tomada por el jurado desde su palco en el Falla.

1. Debe haber un jurado. Alguno pensará que he descubierto la pólvora con esto que digo. Pero conviene recordar que el COAC es un concurso y eso supone decidir de entre varios candidatos cual es el que mejor lo ha hecho. Leyendo u oyendo reacciones de fans, fanáticos, directores o autores cabreados podríamos concluir que ninguno de ellos cree que deba haber un jurado y todo el mundo piensa mal del mismo, sea el que sea, si no gana "mi" agrupación. Lo mismo abogan por el televoto o el aplausímetro. Y convertimos esto en un OT y que gane el chiquilicuatre de turno que mejor se lo monte en redes sociales o que cuente con determinado apoyo mediático. Desde el 9 de febrero para aquí he leído u oído varias “pastranadas” fruto del superego que genera el veneno carnavalesco del tipo “todos en Cádiz coinciden en que la mejor agrupación es la mía”. Ese “todos” supongo que es el mismo público que se vuelca contigo y que a la vuelta de una esquina o al paso de tu batea repite los mismos gritos y aplausos para tus competidores, sin contar los compañeros que te dicen a la cara que menuda injusticia han cometido contigo para, tal como te vas y se encuentra con otro, decirle al nuevo interlocutor “menudo mojonazo ha traído éste”. Cuestión aparte es la del sistema de elección del Jurado y el órgano que lo elige.

2. La elección del jurado. No voy a caer en los mismos errores que critico de autocomplacencia si digo que el sistema de elección de este año es el mejor porque, evidentemente es el que eligió a mi presidente, Jesús, y al resto de vocales entre los que me encuentro. Cualquier sistema de elección puede ser bueno si cuenta con el consenso de los protagonistas de la fiesta. Y en el caso de este 2018 así fue. Como propuesta, quizás, sería bueno que aquellos miembros del órgano seleccionador, llámese Comisión Técnica o Junta Ejecutiva del COAC, que van a concursar no participen en la elección. No veo yo a Cristiano Ronaldo eligiendo árbitros. No me parecen descabelladas algunas propuestas que leo y oigo de que determinados órganos de decisión del carnaval deberían ser más bien órganos consultivos. Pero ese es otro debate.

3. Harto del apto. Todo el mundo ha coincido en que el término (apto/no apto) para decidir las que pasaban a cuartos de final no era el más adecuado. Agrupaciones, autores, componentes, que llevan toda la ilusión y el trabajo de unos meses, no se merecen dicha denominación. Tampoco es bueno que todas vayan en el mismo saco. Es verdad que, a la hora de decidir, el jurado decidía las que claramente pasaban a la siguiente fase y las que claramente no pasaban. Luego había una serie de agrupaciones que, tras un debate, estaban entre el sí o el no. Es justo que eso quedara reflejado de alguna manera. En este sentido considero que lo más adecuado en la nomenclatura sería: “clasificadas” (las que pasan), “no clasificadas”(las que no pasan) y “no clasificadas, con posibilidades de clasificación” (aquellas que, aun no habiendo pasado a la fase de cuartos, estuvieron en el debate como posibles clasificadas).

4. Acortar la duración de las preliminares. Todo el mundo coincide en que algo hay que hacer con una parte del COAC que dura las dos terceras partes del mes que dura el concurso. Todos tienen derecho de participar y a todos hay que oír. Pero tantas (y a veces tan soporíferas) sesiones son muchas. Mi propuesta: reducir el tiempo de actuación de los participantes en preliminares, excluyendo del pase los popurrís. Eso es suficiente, a mi juicio, para poder dictaminar aquellas que merecen un pase a cuartos. No es malo mantener, eso sí, unas preliminares sin puntuación arrastrada. Pasado este corte, todas en situación de igualdad en cuartos.

5. Dos pases de cuartos para cada agrupación. El tiempo ganado con el recorte de preliminares se ganaría con unos cuartos de más duración. Dos pases por agrupación permite poder juzgar suficientemente a aquellas que van a pasar a semifinales. Este pase es el más importante, el que marca la calidad final del concurso y la duplicidad puede servir para una mejor valoración de todos los matices de las agrupaciones.

6. Por un concurso de letras. Comparto las opiniones de muchos aficionados y periodistas que critican que el nuevo sistema de puntuación provoque que las letras, lo que señeramente ha caracterizado siempre a nuestra fiesta, queden relegadas a una tercera parte de la valoración de las agrupaciones. De todas las interpretaciones (con excepción de los cuartetos), se han valorado tres apartados: la letra, la música y la afinación. Cada uno de ellos supone un 33% de la valoración. Parece lógico sacar de esa valoración en todos los casos a la música. Si esta no varía, con que se puntúe una sola vez (en la primera sesión de cuartos) ya valdría. Así sólo se valoraría en el resto de pases la letra y la afinación. Mi propuesta es que una y otra tuvieran una proporción de 60% para las letras y 40% para la afinación/interpretación.

7. Tipo, tipo. La misma argumentación que he dado en el párrafo anterior sobre la música, vale para el tipo. Una vez valorado en el primer pase con puntuación (el primer cuarto) no tiene sentido seguir puntuándolo.

8. La ubicación del jurado. No es ninguna tontería decir que la ubicación del jurado es de las peores del teatro, la tortícolis que he sufrido este mes es prueba de ello. Está encima justo de las agrupaciones, en un lateral, por lo que no es visible todo el escenario y hay montajes que se pierden a la hora de ser valorados. Luego, respecto a la audición, les llega precisamente con más nitidez lo que cantan precisamente los “puntas jurado”. Creo que una correcta ubicación sería en los palcos frontales (da igual que sea en planta baja o primera).

9. Los descansos. Mucho se ha hablado sobre esto. En este caso, no como miembro del jurado si no como aficionado, considero que los descansos son necesarios sobre todo en sesiones donde asistimos al despoblamiento de las butacas cuando canta alguna de las punteras para salir a por el necesario bocata.

10.Menos improvisación, por favor. Posiblemente la mayoría de las propuestas anteriores se merezcan un cajonazo o un babuchazo gordo, a juicio de muchos. Pero esta última reflexión creo que debería ser compartida por todos y que debería ser tomada en serio por los responsables de la organización. No se puede estar hablando de las bases e intentando cambiarlas a pocas semanas del inicio del concurso o debatiendo, por ejemplo, como se decide el número de las que pasan con el concurso iniciado éste, y un largo etcétera de cuestiones mayores y menores que deben estar atadas y bien atadas antes del verano del año anterior al comienzo del concurso.

Manuel Pérez Fabra

Vocal de chirigotas y cuartetos del Jurado del COAC 2018

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