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"Este título nacional ha sido el fruto de muchísimas horas de trabajo"

  • Es el principal responsable del milagro deportivo protagonizado por el San Felipe infantil, un equipo de colegio campeón de España "Logramos algo impensable hasta pocos meses antes"

La frase "parece un equipo de patio de colegio", tan utilizada en el mundillo futbolístico cuando cunden el desastre y el desorden durante un partido, pierde todo su sentido peyorativo al hablar de la plantilla infantil de voleibol del CD San Felipe Neri. Su reciente título nacional de clubes se antoja una especie de milagro deportivo de enormes dimensiones, sobre todo teniendo en cuenta la escasa cantidad de niños entre los que hubo que escoger en su día a los componentes de la misma debido al requisito indispensable de que fueran alumnos del colegio marianista de la capital gaditana. El máximo responsable de esa obra responde al nombre de David Sánchez Flor, un entrenador de 29 años que ya acumula una docena de temporadas como técnico.

Dueño de una empresa de venta on line de material deportivo y a punto de convertirse en ingeniero informático de gestión, para lo cual solo está pendiente de presentar el proyecto final, su pasión es el voleibol. Primero ejerció de jugador a lo largo de su estancia como alumno en San Felipe y cuando cursaba 2º de Bachillerato inició su carrera en los banquillos. Aparte de dirigir equipos del colegio, ha figurado al frente de los conjuntos de la categoría senior masculina del Amigos Cádiz y el Cádiz 2012. Por si ese currículo fuese poca cosa, acumula siete años como segundo entrenador de la selección andaluza cadete.

David Sánchez explica el origen del equipo que se acaba de proclamar campeón de España: "En 3º de Primaria, los niños suelen elegir fútbol, baloncesto y balonmano por este orden, apuntándose muy pocos al voleibol. Menos mal que en el colegio se hace una duplicidad para que practiquen al menos dos diferentes, lo que provoca que haya más posibilidades de que les entre el gusanillo del voleibol. En 5º de Primaria reunimos un grupo que ya alcanzaba los 14 niños, con los que decidimos competir en la liga provincial infantil a pesar de que eran alevines de primer año. Nos dieron palizas de todos los colores, pero eso les valió para aprender. En 6º de Primaria, aún como alevines, ya ganaron algunos encuentros y se llegó a jugar el Andaluz infantil. Estos logros empezaron a llamar la atención y sirvieron de gancho para que en 1º de ESO contáramos con 20 infantiles, quedando campeones provinciales y cuartos de Andalucía. Gracias a que hubo renuncias incluso participamos en el Nacional, terminando en el 17º puesto de 24 equipos".

Y llega el presente curso, el del bombazo en forma de título nacional: "Fue un año complicado de salida -explica- porque no hubo liga provincial infantil por falta de equipos. Nos buscamos la vida, gracias en gran parte a los padres y a Kike Jódar, para participar en los torneos amistosos de San Pedro de Alcántara, Marbella, Utrera o San Bartolomé de la Torre. Cuando pudimos comprobar el nivel real del equipo fue en diciembre con ocasión de la primera edición de la Copa de España infantil. Salió un buen torneo y quedamos campeones. Nos dejaron jugar la liga provincial cadete, que ganamos pese a ser de edad inferior, y llegamos con la moral alta al Andaluz infantil. Logramos el título autonómico sin perder un set y esto me dio miedo porque podía provocar un exceso de confianza de cara al Nacional. A unos infantiles que les pasa eso se pueden creer los reyes del mundo. Menos mal que les preparamos mentalmente para que tuvieran los pies en la tierra pero sin cansarse de ganar. Además, logramos que fueran una piña. Reconozco que tengo ventaja porque el cuerpo técnico lo formamos siete personas que somos amigos fuera de la pista".

Se aterrizó en el Campeonato de España con las maletas cargadas de opciones e ilusión: "Nos tocó un grupo duro y en el segundo partido, contra el Elche, nos dieron un guantazo sin manos en el primer set. La reacción fue muy positiva tras el tirón de orejas y se remontó. Ese día resultó fundamental el apoyo desde la grada, con un megáfono, de Carlos, el jugador descartado de los 13 viajeros. También fuimos primeros en la segunda fase, pese a jugar peor, y eso nos metió en semifinales. Cumplido un objetivo, todo lo que viniera a partir de ahí sería bueno. Pero oportunidades así no se dan todos los días y reconozco que sentí presión. Fue una noche muy larga analizando al rival de semifinales y al día siguiente dimos otro paso adelante. Recuerdo que el peor momento de la final, otra vez contra Elche, llegó al surgir un atisbo de desunión con reproches entre jugadores tras perder el segundo set y empezar mal el tercero. Funcionaron los tiempos muertos y las sustituciones, que provocaron la reacción. Confieso que al final se me saltaron las lágrimas porque se acababa de conseguir algo muy difícil e impensable hasta pocos meses antes".

El padre deportivo de estos chavales deseaba poner el broche a la entrevista aclarando que el título no fue producto de una casualidad, "sino fruto de muchísimas horas de trabajo y de formación como entrenador, pero el mérito no es solo mío. También pertenece a mis compañeros y, sobre todo, a los jugadores".

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