Lo de la afición del San Fernando es especial. Los que tuvimos la suerte de estar el pasado domingo en el Municipal de Bazán nos dimos cuenta de lo que arrastra y el porqué el fútbol es el deporte rey.

Si lo analizamos con frialdad, el partido del domingo ante el Utrera solamente significaba terminar la temporada en segundo lugar y ser los primeros en opción en caso de que se quedase una plaza para estar el año que viene en Tercera División.

Pero si el análisis es sentimental, lo del domingo fue lo más parecido a un ascenso e, incluso, se queda pequeño. La afición de San Fernando tiene ganas de que su equipo haga grandes cosas y a la mínima rompe con una alegría especial. Los seguidores llevaron en volandas a un equipo que lo pasó francamente mal.

Sin duda alguna, el encuentro tuvo dos momentos donde se pudo ver la respuesta de la afición azulina. En el primero de ellos, los de Juan Antonio, allá por el minuto 40 de juego, se quedaron con diez, aunque el partido estaba bien encarrilado con el dos a cero. El segundo, tras el tanto del Utrera, ese que mandaba al traste todo el trabajo realizado. La respuesta fue la misma, apoyo incondicional y fiesta en las gradas.

Y es que todo comenzó a las cuatro de la tarde, cuando un número importante de seguidores esperaron la llegada del equipo en la Plaza del Carmen. La fiesta comenzaba y los colores azul y blanco inundaban la ciudad.

La llegada del equipo y el acompañamiento fue espectacular y, ni contar cuando el cuadro de Juan Antonio saltó al terreno de juego para realizar el calentamiento.

Faltaba media hora para el comienzo del encuentro y hasta las escaleras de acceso estaban llenas de aficionados. Lo nunca visto en la corta historia del nuevo campo.

Pero los momentos principales llegaron con el gol de Canito. Parecía que la grada se iba a caer de la alegría que se desbordó. No soñado, en el descuento, con uno menos y con el agua al cuello.

Los acontecimientos se dispararon desde ese momento y a la tremenda bronca que se montó en el campo, con una agresión y varios puñetazos de Doblado sobre el rostro de Sotelo, se unió la que se formó en el banquillo del equipo visitante con cinco policías intentando doblegar al entrenador del equipo sevillano, Menudo.

Los últimos minuto fueron tensos y la algarabía se apoderó de todos con el pitido final. Los jugadores saltaron con los aficionados sobre el terreno de juego y alguno que otro sufrió un manteo, mientras que Pepe Tréllez era felicitado por todos.

El presidente del equipo isleño no cabía dentro de sí y comentaba al finalizar el partido que "es impresionante como ha disfrutado la afición, estas personas se merecen muchas alegrías".

Tréllez, minutos después y más calmado, anunciaba que "posiblemente en los próximos días, se convoquen nuevas elecciones" por lo que, "aunque tenemos que hablarlo, dimitiré para presentarme nuevamente", señalaba.

Lo cierto es que el futuro del San Fernando está en el aire, pero lo más importante ahora es saber en qué categoría militará el año que viene, aunque para eso habrá que esperar, con casi total seguridad, hasta el 30 de junio.

La fiesta de la familia azulina en una jornada imborrable terminó en un restaurante cercano donde los directivos y los jugadores con sus parejas celebraron el éxito.

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