Cádiz-Girona

La mejoría no se traduce en victoria (0-0)

  • Los amarillos, con Carlos Calvo titular, recuperan el espíritu competitivo, tienen querencia por el balón y controlan a un buen rival, pero no hallan el camino del gol El empate conduce a los gaditanos a la zona de descenso 9.

La mejoría fue tan evidente como insuficiente. El Cádiz recuperó el espíritu competitivo e incluso ofreció dosis de buen juego que apenas había sacado a relucir desde el comienzo de la temporada. Pero el carácter y el control del esférico no siempre bastan para ganar un partido. Hace falta gol y el conjunto amarillo ha perdido el olfato delante de la portería contraria. Lleva tres choques consecutivos sin marcar. Sin el condimento imprescindible, los puntos escasean y el que ayer embolsó frente al Girona lo colocan en la zona de descenso con sólo 9 de los 27 disputados. La 19ª posición no enciende las alarmas todavía porque restan nada menos que 33 capítulos ligueros por delante. Un mundo. Pero es un serio aviso de que hay espabilar, sobre todo en ataque, para sumar de tres en tres, que es lo que tiene valor a la hora de hacer las cuentas. Lo que más puede preocupar es lo que cuesta dar con la tecla para retomar la senda de la victoria, que empieza a resistirse. Y los puntos que se van de casa toca conquistarlos a domicilio, una misión aún más complicada.

 

El Cádiz hizo todo lo que debía hacer. Supo meter en cintura a un rival de empaque, sacó el balón desde atrás con criterio, lo movió con soltura, jugó por las bandas persistió en la búsqueda del gol y la quedó la asignatura pendiente del gol. No generó demasiadas ocasiones aunque desperdició algunas muy claras. Unas cuantas raciones de remates en los entrenamientos no irían mal del todo para afinar con urgencia el punto de mira.

 

La victoria hubiese sido una recompensa merecida para un equipo, el gaditano, que sin perder su fidelidad a la contra y a la velocidad, firmó el partido en el que más tuvo la pelota en su poder. Con dos creadores en la medular, como son José Mari y Abdullah, apoyados por Rubén Cruz -en tres cuartos pero colaborador en la media-, el Cádiz ganó en calidad pero no el encuentro, que era de lo que se trataba. Acorraló por momentos a un adversario con empaque, ordenado y amenazante en labores ofensivas, pero la superioridad a los puntos no se tradujo en un triunfo que hubiese balsámico para la recuperación de una autoestima que había quedado tocada en las últimas semanas. El consuelo tras perder dos puntos y amarrar uno es que al menos el Cádiz se reconcilió consigo mismo y con una afición comprensiva que premió con aplausos a los suyos. Las buenas sensaciones volvieron al césped del Ramón de Carranza, un bien más necesario para borrar el mal sabor de bocas de las dos jornadas anteriores.

Sorprendió Álvaro Cervera con cinco variaciones en el once. Nunca había hecho tantos movimientos en la alineación entre un partido de Liga y otro, pero las dos derrotas consecutivas le llevaron a la búsqueda de alternativas, incluida la inesperada de Carlos Calvo, que pasó de tener un pie en la calle en verano a disponer de ficha in extremis y a ser titular en la novena jornada. Del "me estorba y me molesta, ni el club ni el entrenador cuentan con él" que soltó Quique Pina hace un mes del madrileño a salir desde el principio en una banda antes que jugadores nuevos como Nico Hidalgo y Aitor, relegados a la suplencia.

 

La primera parte resultó equilibrada y el empate sin goles al intermedio reflejó la igualdad sobre el césped, con un Cádiz algo superior. Desde los coletazos iniciales quedó de manifiesto que el partido iba a ser muy distinto a los demás. El Girona no se anduvo por las ramas y atacó con todo, con una defensa de sólo tres hombres y una presión asfixiante arriba. El Cádiz, afanado en tapar espacios, salió con rapidez a la contra y lanzó un par de avisos serios antes del cuarto de hora. En el minuto 6, Rubén Cruz no llegó a conectar un servicio de Brian desde la línea de fondo, ya dentro del área. En el 8, entre René y el poste evitaron el gol tras un disparo de Abdullah, entonado en las labores creativas aunque algo protestón.

 

Los amarillos fueron creciendo con el paso del tiempo gracias a su novedoso empeño en querer el balón. Se hizo con el centro del campo, aunque a veces falto de constancia, sin renunciar a llegar  por las bandas, como el minuto 16 Álvaro García. Su centro desde la derecha lo tocó con un brazo Portu en el interior del área. Pareció penalti, pero el árbitro, el que manda, no lo interpretó como tal pese a las protestas de los locales y de la afición. De la posible pena máxima se pasó a un doble saque de esquina y en el segundo Ortuño casi enganchó el esférico tras un mal rechace de René.

 

El partido se adentró en una fase anodina en la que ambos contendientes se anularon mutuamente, Las ocasiones brillaron por su ausencia y las defensas impusieron su ley salvo en acciones aisladas. A punto estuvo de marcar Ortuño en el 25 tras un despeje de René que rebotó en el delantero y el cuero quedó suelto con la portería vacía antes de que el cancerbero rectificara a tiempo. Las pocas ocasiones llegaron más por errores puntuales de los zagueros que por aciertos de los atacantes, como el fallo de José Mari (en el 36) cerca de su área que propició un violento zurdazo de Eloi al poste. Fue la oportunidad más clara de los visitantes que no acabó en gol de milagro.

Aridane, el más destacado del Cádiz en la primera mitad, quiso cambiar el guión con un arrancada tipo Beckenbauer en el 38. Salió desde atrás, regateó a tres rivales y metió un excelente pase que dejó solo a Álvaro García dentro del área hasta que Cifuentes se estiró a lo justo para impedir el remate.

 

Los anfitriones salieron con bríos renovados en la reanudación en busca del gol. Lo tuvo en sus botas Rubén Cruz en el minuto 48 en una de esas ocasiones que son difíciles de fallar pero el delantero, con todo a su favor para empujar solo delante de la portería, envió el balón a las manos de René. Álvaro García había aprovechado con listeza el rebote del esférico en el banderín de córner antes de internarse por la izquierda en bandeja y servir al ex del Albacete, que vio la portería como una caja de cerillas y disparó al muñeco.

 

Empujó de lo lindo el Cádiz ante un rival agazapado que se defendió como pudo y ya no presionó tanto arriba. Ortuño y Álvaro García entraron más en juego y el equipo lo notó. Faltaba lo más difícil, el gol, ausente en las dos jornadas anteriores.

 

Quedaba media hora y hacía falta algo más para ganar. Cervera buscó más velocidad con Aitor en lugar de Carlos Calvo. De nuevo apareció Rubén Cruz en zona de remate (en el 64) para enviar fuera un cabezazo en una buena posición. El sevillano fue el que más remató, pero con la pólvora mojada.

Al Cádiz se le pasaba el arroz mientras el cuadro catalán daban señales de vida en ataque con un par de tiros de Cristian detenidos por Cifuentes. El técnico recurrió a Gorka Santamaría como último recurso -sólo hizo dos cambios- en el tramo final de un choque abocado al empate. Los amarillos no pararon de intentarlo pero no hubo manera. El conjunto local no creó más ocasiones. Había dejado escapar su momento y la persistencia no fue útil para retomar el rumbo del triunfo.


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