Hay partidos que valen más de tres puntos y el de ayer es un claro ejemplo. El Cádiz se trajo de Ceuta un triunfo que despeja algunas dudas, que supone un nuevo golpe de efecto para los que todavía aspiran a usurparle la primera plaza y que refuerza la moral de un equipo que necesitaba verse capaz de hacer algo así. Ver que puede remontar un partido en un campo tan complicado, la confirmación de que puede ser un equipo sólido y con pegada.

Javi Gracia comenta en muchas ocasiones que el entorno ha puesto el listón de la exigencia muy alto y que nunca está conforme con lo que hace el equipo. Quizá el resultado final de ayer podría ocultar ciertos defectos si se hiciera un resumen benévolo del partido, pero en este momento es más útil para el equipo que se diga tanto lo bueno como lo malo, aunque sabiendo usar la vara de medir más correcta. No se trata de buscar siempre el fallo del equipo porque está muy claro que tiene mucho mérito lo que está haciendo este Cádiz, pero es justo que su afición sepa en qué terreno se mueven sus jugadores para que nadie se llame a engaño. Es un líder indiscutible y convincente, pero en esta categoría no basta con ser campeón para lograr el objetivo y por eso hay que pedir un plus de perfección, por injusto que sea. Es el peaje que debe pagar un conjunto como el amarillo en una categoría como ésta.

La primera parte fue bastante decepcionante. El Cádiz sólo fue capaz de aguantar 20 minutos. En ese tiempo supo mantener la posición, no se desequilibró y también llegó en algunas ocasiones al área de Lledó. El partido había comenzado con un ritmo muy alto. El Ceuta buscaba los desmarques a las bandas de Elvis y el conjunto amarillo estaba muy metido en el encuentro, con mucha decisión para plantarse en el área local.

En el minuto 13 se producía una acción en la que López Silva reclamaba un penalti por haber sido derribado por Duque. El Ceuta presionaba bien la salida del balón del Cádiz y se veían demasiados pelotazos por parte de los centrales. Lo que era un partido de ida y vuelta, con algo de miedo por parte de los dos, se iba convirtiendo con el paso de los minutos en un monólogo ceutí. Elvis daba el primer aviso en el minuto 19 con un disparo raso que pasaba muy cerca del palo derecho de Casilla.

David Fas lanzaba al larguero una falta directa en el minuto 23 y se mascaba el tanto del equipo de Benigno. El Cádiz perdía balones en la medular y el Ceuta aprovechaba para llegar al área cadista con ventaja. Así llegó el tanto de Álvaro en el minuto 25. Tras una pérdida de Carlos, el jugador del Ceuta encaraba a Fragoso y realizaba un espectacular lanzamiento con la izquierdo que entraba tras dar en el larguero.

No se puede decir que fuera una sorpresa el tanto del Ceuta porque se lo estaba mereciendo. El Cádiz reaccionaba tímidamente con una acción en la que Ormazábal voleaba a las manos de Lledó, pero el partido se jugaba justo como querían los locales. Los de Benigno circulaban con velocidad y se les veía con chispa para irse en el uno contra uno en demasiadas ocasiones. Pudo llegar el segundo tanto antes del descanso con un barullo dentro del área de Casilla en el minuto 37 o con un disparo de Duque en el 42.

Lo mejor llegó tras la reanudación. Y da igual si el Cádiz dominó más o menos o si bordó o no el fútbol. El caso es que ganó como lo hacen los grandes. Algunos piensan que el buen juego es la panacea y este equipo es capaz de hacerlo genial, pero también tiene recursos para ser determinante con dos zarpazos y después guardar el botín. Eso es equilibrio, eso es madurez.

Al principio el Cádiz dominaba de una forma estéril, pero se veía que algo podía pasar. Y así fue. En diez minutos, los amarillos le dieron la vuelta a un partido que se puso muy negro. Dos balones precisos a la espalda de la defensa ceutí y dos buenas definiciones de Enrique y López Silva dieron otro color a una tarde que se fue abriendo en lo climatológico y en lo simbólico para los cadistas.

El Cádiz volvió a ser el equipo de la pegada demoledora de otras jornadas y también se le vio con tablas para desenvolverse correctamente ante el acoso final del equipo de Benigno Sánchez, que no se creía lo que le estaba pasando. Otra presa para un líder que no ha perdido el apetito.