Todo lo que podía salir mal, salió aún peor en el Abierto de tenis de Estados Unidos: jugadores enojados por haberse visto obligados a jugar cuando no había cesado la lluvia, nuevos retrasos acumulados e inquietud por las próximas eliminatorias de la Copa Davis.

"No nos sentimos protegidos", dijo con gesto serio el defensor del título, Rafael Nadal, en el empapado complejo de Flushing Meadows. En una operación coordinada con otros jugadores como Andy Roddick y Andy Murray, el balear aprovechó la televisión estadounidense para hacer visible su enojo con el torneo. "Me gustaría tener el poder de decir que no quiero entrar a la cancha en estas condiciones", explicó el mallorquín tras suspenderse el partido que perdía 3-0 con el luxemburgués Gilles Muller. Inevitable ante la intensificación de una lluvia que, en realidad, nunca había dejado de caer sobre Nueva York. "No es que Nadal no quiera jugar. ¡Es que no se puede jugar!", enfatizó el español, que se quejó al juez de silla de lo peligroso de jugar con esas condiciones.

Roddick, que ganaba 3-1 a David Ferrer antes de la suspensión, apoyó a Nadal. "Creo que es una discusión abierta si la pista estaba para jugar o no, pero eso probablemente demuestra que no se podía seguir", añadió el tejano, más sereno que Nadal, al que la ceja izquierda se le arquea cuando algo le disgusta. El balear culpó a la ATP de haberle avisado a último momento que debía jugar. Jimmy Connors, leyenda del tenis, les envió su apoyo vía Twitter: "Yo tampoco querría jugar en estas condiciones".

Lo peor es que el pronóstico contempla lluvias para los próximos días. Lo que sucede en Nueva York no sólo es un rompecabezas para el US Open, sino también para la Federación Internacional de Tenis (ITF), responsable de la Copa Davis, cuyas semifinales (Serbia-Argentina y España-Francia) deben jugarse a partir del viernes de la semana próxima, además de otras ocho series de reclasificación para el Grupo Mundial. Y Djokovic, Nadal, Federer, Murray y Ferrer siguen liza en el US Open.