Gabriel Navarro Baby ha vuelto a triunfar al frente de la Balona. Lo que no es seguro si puede haber sido la última vez que se ha sentado en el banquillo blanquinegro.

Habla con la duda de no saber si es un adiós o, una vez más, un hasta pronto. "El adiós definitivo supongo que no. Lo que pasa es que después de haber logrado el ascenso con la Balona necesito tiempo para mi vida". Pero vive una segunda juventud marcada por la alegría recibida en Miranda. "La mayoría de las personas decimos cuando llegan momentos de estos que no sabemos lo que sentimos. Sufrí tanto en el último cuarto de hora de ese partido que cuando se consumó el ascenso traté de saltar al campo para ir hacia donde estaba la afición de La Línea y no lo pude hacer porque las piernas me empezaron a temblar", apunta.

Baby valora lo que se ha logrado para el equipo linense, aunque le añade a este ascenso un sabor especial. "Por lo pronto es el último, el más cercano en el tiempo y eso ya lo hace especial. Yo sentía que La Línea y su afición necesitan ver al equipo en Segunda B y además me ha cogido muy mayor y las alegrías cuando somos mayores resultan más satisfactorias".

Mirando al futuro, se muestra optimista y espera que la afición no falle nunca. "Me gusta pensar que pronto vamos a ver a la Balona en superior categoría, pero para eso hay que conseguir que la gente vaya al campo en mayor número o al menos que lo haga con mayor regularidad", puntualiza al tiempo que deja abierta la puerta a su retorno: "Otras veces he dicho que no, pero ahora admito que una vez me jubile tengo la ilusión de conseguir algunas metas importantes y entre ellas está la de lograr el ascenso con la Balona a la Segunda A… si es que no se ha conseguido".