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Fútbol

Oasis en el desierto de los árbitros gaditanos

  • Amador García es el único colegiado de la provincia que ha pitado partidos de Primera División en 92 años.

En un Cádiz-Barça de un Trofeo Carranza, con Tente Sánchez y Escobar de capitanes y Chirino y Navarrete como jueces de línea.

En un Cádiz-Barça de un Trofeo Carranza, con Tente Sánchez y Escobar de capitanes y Chirino y Navarrete como jueces de línea.

La Primera División del fútbol español echó a andar allá por la lejanísima temporada 1928/29. Han transcurrido desde entonces más de nueve decenios, pero a pesar de ello y de manera harto sorprendente únicamente un colegiado gaditano ha arbitrado partidos de la máxima categoría nacional. Quien impidió en su día que esta raquítica cantidad siguiera en la actualidad como un cero patatero fue el capitalino Amador García Delgado, quien llegó a impartir justicia en cinco enfrentamientos de Primera, uno de ellos de la campaña 89/90 (Tenerife, 2-Osasuna, 0) y los cuatro restantes del curso 90/91 (Valladolid, 0-Castellón, 0; Mallorca, 3-Zaragoza, 2; Tenerife, 1-Castellón, 0; y Valencia, 2-Español, 0).

Repasando la lista de todos los árbitros que han pitado en la división principal a lo largo de la historia aparecen en realidad un par de ellos nacidos en nuestra provincia, pues aparte de Amador García también cumple esa condición Sebastián Damín Rendón, puertorrealeño de cuna que acumuló un total de 56 enfrentamientos dirigidos en Primera División. Lo que ocurre es que lo hizo como miembro del colegio sevillano, pues antes de dedicarse al arbitraje se marchó a vivir a la provincia vecina.

Amador García, que el primer día del venidero mes de julio cumplirá 69 años de edad, se hizo árbitro de un modo algo curioso. Estudiaba 6º de Bachillerato en el instituto Columela cuando fue captado junto a varios compañeros de curso por el profesor de Educación Física, que a su vez era inspector de Policía. No es que este hombre estuviera ligado al mundo del arbitraje, pero le echó un cable a José Luis Buades, un policía armada que trabajaba en la Comisaría de Cádiz y que a su vez desempeñaba el cargo de delegado provincial del Colegio de Árbitros. El gancho principal, ya que entonces solo cobraban unas pocas pesetas por partido, consistía en que convertirse en árbitros les facilitaría entrar gratis a todos los encuentros, incluidos los del Cádiz.

De esa época, Amador recuerda que se apuntaron unos seis o siete del instituto y destaca que la amistad entre ellos continúa vigente a pesar de que los demás lo fueron dejando y él resultó el único que desarrolló una carrera larga vestido de negro. El protagonista de la historia se llevó nada menos que 30 años arbitrando y calcula que acumuló más de 800 encuentros entre todas las categorías en las que militó. Y es que era costumbre hacer dobletes y hasta tripletes en el transcurso de un fin de semana. Pero ahí no acabó la cosa, pues luego de colgar el silbato de un modo oficial ocupó los cargos de directivo de la delegación provincial de árbitros y profesor de Reglas de Juego de la escuela andaluza de entrenadores, tarea esta de la que también impartió algunos cursos a nivel nacional. Por si fuera poco, en 1988 contribuyó como miembro de una de las comisiones a elaborar los primeros estatutos y el primer reglamento de la Federación Andaluza.

Apasionado del deporte, practicando sobre todo balonmano, fútbol, natación y montañismo, Amador confiesa que "al principio probé con el arbitraje para ver cómo iba el rollo. Me fue gustando, sobre todo porque encontré mucho compañerismo y amistad. Viajábamos tres juntos y pasábamos buenos y malos ratos, afortunadamente muchos más de los primeros que de los segundos aunque alguna que otra vez tuve que salir corriendo".

Para hablar de una de esas malas experiencias elige un partido de Segunda "entre el Coruña y el Lérida" (de los tiempos en que aún no estaba de moda llamarlos Dépor y Lleida). Su relato no tiene desperdicio: "El Coruña estaba en grave riesgo de descenso. Tenía que ganar casi a la fuerza pero acabó empatando. Los locales pidieron un penalti que no pité porque vi la jugada con claridad. Uno de mis jueces de línea, Jesús Tey, se dirigió al banquillo para indicarles que se sentaran y el entrenador, que era Arsenio Iglesias, le dijo hijo de puta. Lo mandé a la calle y al parecer era la primera vez que lo expulsaban en su vida. Se formó tal lío, tirando el público botellas y de todo, que el choque estuvo interrumpido más de cinco minutos".

Pero ahí no se cortaron los incidentes de una tarde tristemente inolvidable: "Faltando dos o tres minutos marcó el Coruña el que hubiera sido el gol de la victoria, pero vi a mi otro linier, el puertorrealeño José María Zaldívar, clavado y señalando fuera de juego con la bandera en alto. Tanto anulado y tablas. Al terminar la bronca fue terrible. Estuvimos dos horas encerrados en el vestuario y nos tuvieron que trasladar del campo a la estación de tren en los Land Rover de la Policía".

Se antoja extraño que solo acumulara cinco actuaciones en Primera División durante dos campañas, pero es conveniente refrescar las memorias de los más mayores ya que en esa época existía un grupo único de unos 60 árbitros que pitaban tanto en la máxima categoría como en la de plata, teniéndose que conformar los recién ascendidos y más jóvenes con contadas intervenciones con los más grandes en liza. El gaditano recuerda que "como mucho entonces se pitaban unos 12 partidos entre Primera y Segunda al año, tocaba cada tres o cuatro domingos. Las cosas han cambiado un montón. Los árbitros ganan ahora mucha pasta, a nosotros nos venía bien el cable pero la diferencia con la actualidad es bestial. Era otro mundo pero, eso sí, las pruebas físicas también estábamos obligados a pasarlas".

En ese momento de la charla, Amador cae en una anécdota que no quiere que quede en el tintero: "En el Valencia-Español que pité en Primera en el banquillo local estaban Espárrago y Turrén, que eran amigos míos desde su paso por el Cádiz. Yo solía entrenar en el Carranza y tenía una excelente relación con ellos. Al Espanyol lo dirigía Luis Aragonés y el austriaco Ogris, uno de sus jugadores, conectó un cañonazo tan fuerte que rompió un nudo de la red y el balón entró al fondo de esta por el lateral. Chirino estaba de linier y no se movió hacia el centro del campo porque le pareció que había entrado por fuera. Yo me acerqué y vi el agujero mientras Sempere, desesperado, me mostraba una y otra vez que el balón cabía por el boquete. No concedimos el gol, pero queda claro que en ocasiones acertar es una cuestión de suerte".

No se arrepiente de cierto comportamiento que le acabó costando el descenso: "Jesús Gil era un bocazas e hizo unas declaraciones insultando a los árbitros. Un grupo dijimos que no pitaríamos al Atlético de Madrid mientras no rectificara. Al final nos dejaron vendidos a unos pocos, nos cortaron el cuello y nos descendieron de categoría. Hubo compañeros que se comportaron como ratas".

"Con lo del bocazas de Jesús Gil nos dejaron 'vendidos' a unos pocos y nos descendieron. Hubo compañeros que se comportaron como ratas"

A la hora de pedirle que destaque a su árbitro preferido se muestra reacio pero menciona dos nombres: "Guruceta era muy buen árbitro, pero tenía cosas que no eran tan buenas. Ramos Marco era bueno, pero su físico no era el más adecuado. Los árbitros de hoy en día corren mucho y eso les garantiza ver la jugada desde más cerca, lo cual no significa que sean mejores que los de mi época".

No se muestra especialmente orgulloso de ser el único colegiado gaditano que ha arbitrado en Primera: "En verdad es algo que dice muy poco del arbitraje de la provincia. Me gustaría que lo hubiera conseguido más gente y ojalá deje de ser pronto el único, pero ahora mismo se ven cero opciones. En Cádiz capital llegamos a contar con más de 100 árbitros y me comentan que ahora no llegan ni a 30".

La eterna cuestión: ¿son los árbitros seguidores de algún equipo?: "Sí en casi un 100% de los casos, eso fijo. Yo siempre he sido del Cádiz. Lo que me ocurría es que siendo árbitro el Reglamento me prohibía ser socio, pero ahora claro que lo soy".

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