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Fútbol | Tercera División

El Conil por fin consigue ante la Lebrijana su primer triunfo del curso (3-2)

  • El conjunto jandeño une esta vez el acierto rematador a la intensidad defensiva

Fran Mejías, autor del primer gol, controla un balón.

Fran Mejías, autor del primer gol, controla un balón. / Aragón Pina

El Conil, por fin, consiguió su primera victoria de la temporada, un triunfo difícil y muy trabajado pero completamente justo ante una Lebrijana que peleó hasta el final y vendió cara la derrota.

Tal y como pretendía Lázaro Canto, el conjunto jandeño firmó una primera mitad sobria, seria. En realidad, el respeto prevaleció por parte de ambos contendientes en estos 45 minutos, por lo que las ocasiones escasearon.

Así y todo, un jugadón de Cristian, marchándose de cuatro rivales, acabó en penalti. Fran Mejías falló pero él mismo aprovechó el rechace para hacer el 1-0.

La alegría duró poco porque casi de inmediato otro penalti, esta vez a favor de los sevillanos y muy protestado por la parroquia local, de nuevo en el Pérez Ureba con aforo limitado por las restricciones del coronavirus, suponso la igualada.

Tras el descanso, los tres cambios del técnico del cuadro amarillo se dejaron notar. Nada más empezar, Carlos Cuenca devolvió la ventaja con un certero cabezazo a centro de Cristian.

Sin embargo, no iba a ser tan fácil. A renglón seguido volvió a empatar la Lebrijana. Fran Jiménez recibe dentro del área tras un saque de banda, se anticipa a la defensa y anota el 2-2.

Las espadas de nuevo estaban en alto. El Conil insistía en la búsqueda de su primer triunfo y los visitantes se negaban a irse sin sumar a frente a un adversario que no conocía la victoria.

En el minuto 67, Juan Ureba, uno de los que había saltado al campo tras el paso por el vestuario, controla en la frontal y fusila el merco lebrijano. Un golazo con el que otra vez podía por delante a los suyos.

Quedaba un mundo por delante, pero los conileños apretaron los dientes para conservar la renta. A la intesidad de otros días habían unido esta vez acierto rematador, y con lo más complicado hecho no era plan de dejar caer todo por la borda.

Los de Lázaro Canto se afanaron en defender la ventaja, con tensión, con disciplina, con orden y con una enorme dosis de amor propio. En este escenario, el empuje de los sevillanos no fue suficiente. Quizás por eso acabaron frustrados, quizás también por alguna que otra decisión arbitral no exenta de polémica.

Y en la grada, ambiente de domingo una jornada más, con aficionados que disfrutaron con el buen hacer de su equipo y, especialmente, con una primera victoria liguera que supone un auténtico bálsamo y una importante dosis de confianza en la lucha por la permanencia.

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