Se conoce la Segunda como una categoría en la que manda el corsé, donde es el balón parado quien marca diferencias y en la que no tienen cabida la imaginación y el buen juego. Y no le falta razón a los que hablan en estos términos, pero lo mejor del Cádiz en la tarde de ayer se vio cuando el equipo se desordenó intencionadamente y cuando acumuló a tres hombres en la delantera. Fueron momentos deliciosos para los espectadores, aunque seguro que están lejos del ideal para los entrenadores.
Defensa
No es de recibo el nivel defensivo que está mostrando el equipo en determinados momentos de los encuentros. Es verdad que presiona bien en el campo del rival y que existe voluntad general para trabajar en todo momento, pero el equipo tiende a meter el trasero en el área pequeña y ayer, después de ponerse por delante, no fue capaz de poner un candado en su área. Vale que un rival que se lo jugaba todo te meta atrás, pero no puede ser que lleguen con esa facilidad.
Ataque
En el primer periodo fue un equipo previsible. Gustavo López no se metía por el centro como en otras ocasiones y las bandas no funcionaban. Tras el descanso, Raúl le ganó la partida a Lillo porque la defensa realista no fue capaz de frenar un ataque en el que aparecían tres delanteros, además de Gustavo López y de Enrique por las bandas. Natalio volvió a tener chispa y eso marca diferencias.
Virtudes
La capacidad de reacción es digna de encomio. Además, estuvo acompañada por algunos momentos de muy buen juego.
DEFECTOS
Lo peor, la incapacidad para dormir el partido después de haber hecho lo más complicado. Faltan experiencia o recursos para no dar tantas facilidades defensivas como se vieron ayer.
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