De libros

La realidad como espejismo

  • 'El rapto de Britney Spears'. Jean Rolin. Libros del Asteroide. Barcelona, 2012. 231 págs. 17,95 euros.

El rapto de Britney Spears es una melancólica parodia de las novelas de espionaje. Esto quiere decir que, si bien cumple escrupulosamente las convenciones del género (agentes dobles, información equívoca, la atormentada soledad del espía), desvirtúa en igual modo la naturaleza del conflicto: desde las arduas cuestiones estratégicas de la Guerra Fría, la novela de Rolin se ha deslizado a los aledaños de la prensa rosa. No se trata de la consabida lucha por la supremacía. Se trata de una lucha por la información. Pero una información cuyo secreto no compromete la seguridad de un país, sino, más modestamente, la intimidad y el decoro de un personaje público.

¿Qué hace el servicio secreto francés espiando a Britney Spears? En apariencia, protegerla de un posible secuestro por parte de una célula islamista. No obstante, el hecho mismo de que un servicio extranjero se ocupe de un mero asunto policial, induce ya a la sospecha. ¿Es esa la verdadera misión encomendada al protagonista de estas páginas? ¿No se tratará de una trampa, de un señuelo, de una ridícula operación encubierta? Hasta aquí la parte cómica, la estructura convencional, que Rolin aplica sobre una cuestión menos grata. Dicha cuestión, ya tratada en La cerca, es el profundo extrañamiento que generan las grandes urbes. Si La cerca retrata el París suburbial del siglo XXI, El rapto de Britney Spears ensaya una explicación del complejo fenómeno de las celebrities y su relación con la ciudad dispersa norteamericana (Los Ángeles, en este caso). Ciudades donde no hay paseantes, sino conductores, y donde el vínculo más inmediato entre sus ciudadanos quizá sea la congregación virtual, fantasmagórica, fruto de los mass media, en torno a jóvenes estrellas de éxito fulgurante y anodino. Esa millonaria suma de soledades, parece decir Rolin, perdida en una vasta retícula de asfalto, ha encontrado en Spears, o en la errática Lohan, un cordero sacrificial, un triunfo culpable, un tosco ídolo de arcilla.

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