Alfonso Guerra, entre la maldad y la vanidad

09 de junio 2013 - 11:21

Ahora todo el mundo tiene un ataque de admiración por Alfonso Guerra que yo no comparto. Siempre me ha parecido un ególatra y un soberbio. Su libro, tan comentado, no tiene ni un solo renglón dedicado a uno de los primeros momentos de corrupción democrática española, el caso de su hermano Juan. Que el hermano del Vicepresidente del Gobierno, por ser tal, tuviese un despacho en la Delegación del Gobierno en Sevilla es un mamarracho impresentable. Pero que allí ejerciese de conseguidor dice mucho del talante de algunos que luego imparten todo tipo de lecciones. Recomiendo encarecidamente el libro de Jorge Semprún "Federico Sánchez se despide de ustedes" donde cuenta las andanzas de Alfonso Guerra como Vicepresidente del Gobierno en la época en la que ambos coincidieron en el Consejo de Ministros. Hoy le hace una entrevista Juanma Marqués en este periódico al otrora todopoderoso Guerra. En todo caso es cierto que Alfonso Guerra siempre da espectáculo. Es tal su lengua afilada que no se corta un pelo en desollar a los demás y tal su vanidad que no para de ensalzarse a sí mismo. Dicho lo anterior creo que tiene razón en la crítica a Zapatero a cuenta de la promoción de los nuevos estatutos (también habla del asunto Miguel Herrero de Miñón en El Mundo, con bastante sentido común, por cierto). Seguramente habría sido un buen alcalde de Sevilla.

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