Crítica de Cine

La comedia romántica invertida

Kumail Nanjiani.

Kumail Nanjiani.

El sello Apatow se deja sentir en esta Gran enfermedad del amor. Por un lado, dando protagonismo a un nuevo cómico del circuito stand-up marcado por la diferencia racial, el paquistaní Kumail Nanjani, quien ha hecho de su propia condición de inmigrante (de segunda generación) y de sus raíces culturales el material para sus monólogos satíricos en una Norteamérica cargada de prejuicios en su última deriva populista. Por otro, esa idea recurrente de reinventar o actualizar la vieja comedia romántica y sus esquemas con una vuelta de tuerca realista y contemporánea a sus clichés de chico busca chica, chico encuentra chica, chico pierde chica y chico recupera chica. De hecho, la cinta remonta esta previsible trayectoria en un sentido inverso, también desde la perspectiva de género, e introduce la enfermedad como recurso dramático que pone en resistencia el habitual desarrollo de una relación sentimental.

A estas dos bases cabe sumar el habitual cariño de Apatow y sus discípulos por desarrollar a fondo y con muchos matices a todos sus personajes, especialmente a los secundarios, criaturas imperfectas que adquieren el suficiente recorrido como no ser nunca meras piezas de apoyo en el engranaje global de la trama. Así, los padres de la chica (estupendos Hunter y Romano) ganan un protagonismo esencial ahí donde nadie lo hubiera esperado, de la misma forma que tampoco hay demasiado pudor o corrección política a la hora de cargar las tintas sobre las limitaciones que impiden a la familia de Kumail adaptarse a la realidad multicultural en la que viven.

Así, lo mejor de esta Gran enfermedad del amor está precisamente en sus escapadas laterales, en su deriva poco previsible y su lógica invertida que en el verdadero carisma de su protagonista, un Nanjani al que inevitablemente comparamos a la baja con quien parece su referente y modelo en el nuevo panorama cómico norteamericano, el actor, guionista y director de origen indio Aziz Ansari.

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