Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Chiclana

Un verano con ventas a la baja

  • Los turistas ajustan sus compras en detrimento de los negocios de la costa · Los comercios confían en que el mes de agosto rompa con esta tendencia y les permitan hacer caja para remontar un mes de julio con mucha gente y poco consumo

La oferta comercial y hostelera en la costa chiclanera se ve afectada cada vez más por la crisis en la que se encuentra sumergida la ciudad, al igual que el resto del país, desde hace ya años. A pesar de ser una de las poblaciones más turísticas de la provincia gaditana, e incluso de España, cada vez son más las personas que ajustan su monedero a su maltrecha economía. Un ejemplo: se llevan alimentos a la playa en lugar de consumir en un restaurante o en un chiringuito, lo que repercute en que estos establecimientos atraviesen uno de los años más duros de su historia. Las cuentas no salen para estos negocios.

"La gente ya no compra agua, sino que bebe en las fuentes", así de descriptiva se mostraba la dueña de un kiosco, quien se lamentaba del arranque del pasado mes de julio. De esta forma, explicaba que "los precios de los productos siguen siendo los mismos desde hace cinco años", y tampoco ve a la competencia como un inconveniente, puesto que entre los diferentes kioscos emplazados en la playa disponen prácticamente de los mismo precios de los artículos. "Todos nosotros estamos unidos ante esta situación. Somos competidores pero ante todo somos personas que dialogamos e intentamos salir juntos de esta situación".

Del mismo modo, nuevos establecimientos que se han instalado recientemente en la costa se quejan de la mala acogida de julio. "Nosotros llevamos aquí desde Semana Santa, pero nada. Las ventas no son buenas. Recibimos sobre todo gente de fuera, pero hasta ahora todos los meses se han presentado igual. Pensábamos que en verano íbamos a tener mayor aceptación", matizaba una empleada de una freiduría, quien se siente pesimista e incide en que "la cosa está muy mal".

Los comerciantes coinciden en la misma cuestión: este año el volumen de ventas ha disminuido considerablemente respecto al año anterior y esperan como última opción que agosto se presente con un incremento notable de sus beneficios. Confían en que este mes aparezca la luz al final del túnel que aporte un ápice de optimismo ante este panorama ennegrecido donde los veraneantes parecen asustados a la hora de consumir.

En cuanto al perfil de las personas que tienden a gastar en los establecimientos gastronómicos del litoral chiclanero, "suelen ser mayores de 35 años que acuden acompañados de sus familiares y amistades", afirmaba un camarero. "A los jóvenes no se les ve por ningún lado", apostillaba.

Y flujo de turistas sí que hay, sobre todo los procedentes de Madrid, Sevilla, Barcelona o País Vasco, que años tras años siguen siendo fieles a su lugar de vacaciones: Chiclana.

Pero no todo es malo como, por ejemplo, ocurre con el único estanco de la costa donde, además de tabaco, proporciona revistas, souvenirs y otros artículos demandados por la clientela. "No nos podemos quejar", señalaba una empleada de este establecimiento.

Por el contrario, los restaurantes costeros no corren la misma suerte debido a que las personas son cada año más reservadas y reticentes en el consumo. A este respecto, un camarero exponía que "lo que más reclaman los comensales es el plato de arroz y el pescaíto frito, ya no vienen pidiendo bogavante", comentó entre risas.

Además, incidió en que "muchos clientes suelen venir a tomarse una cerveza o un refresco acompañado de unas aceitunas y no piden nada más", mencionó otro de los camareros que es testigo del mal trago que atraviesan muchos negocios de la hostelería, esperanzados en el verano.

Cabe destacar que a pesar de esta negativa situación, las noches son algo mejores que las mañanas. Las terrazas registran un buen ambiente y la gente parece que sale con más espíritu consumista. Mientras que por el día los veraneantes dedican su tiempo a pasarlo en familia por la playa cargado de sombrillas, sillas y, por supuesto, la nevera repleta de refrescos, cerveza y comida.

A pesar de que Chiclana casi triplica su población en los meses de verano y se pone todo tipo de servicios a disposición de los veraneantes, las ventas no acompañan. Los turistas y no turistas tienen claro que la situación económica no está para tirar cohetes, lo que implica un ahorro extremo. Y los comercios lo pagan, "parece que aún no hemos comenzado la temporada", se lamentaba un camarero.

Todo está a punto de caramelo para los veraneantes: duchas, pasarelas de madera, alta calidad de la arena y el agua, restaurantes, bares, comercios, kioscos, varias bolsas de aparcamientos y un largo etcétera. Pero ni por esa. Además, los usuarios de la playa se sienten generalmente satisfechos con el trabajo de la Policía Local, Cruz Roja, Protección Civil o servicios de limpieza que velan diariamente por el mantenimiento de la costa. Todo este esfuerzo de cara al disfrute de los veraneantes.

En definitiva, se valora muy positivamente la calidad de los servicios pero, a pesar de ello, las expectativas que tenían los comerciantes para el mes de julio han caído en saco roto. Con la vista y la esperanza puesta en agosto, este verano se está convirtiendo, de momento, en uno de los más ajustados para gastar.

De hecho, en La Barrosa se produce un curioso contraste que da una idea del escaso consumo que se vive en esa zona del litoral chiclanero. Es decir, mientras que en la playa no cabe ni un alfiler ante la gran afluencia de bañistas, en los restaurantes y bares cercanos se pueden apreciar terrazas a medio llenar con los camareros dispuestos a servir, pero consciente de que una gran cantidad de usuarios ya tienen pensado su plan de comida a base de fiambreras cargadas de comida.

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