Fútbol El Cádiz CF, muy atento a una posible permanencia administrativa

Chiclana

El juzgado aplaza 'in extremis' una orden de desahucio en Panzacola

  • La ejecución del desalojo se prorroga hasta el próximo 4 de noviembre para que el afectado encuentre una casa de alquiler · Otra vecina, con tres hijos, tendrá que dejar su casa antes del 19 de octubre

"Mi situación es desoladora. No hay trabajo y es imposible abordar la hipoteca", se lamentaba Manuel Aragón Reyes frente a su casa en la barriada de Panzacola sobre la que pesa una orden de desahucio que debía ejecutarse ayer al mediodía. Tan sólo dos horas antes del desalojo, dicha orden fue aplazada por el Juzgado Mixto número 4 de la ciudad.

Manuel Aragón, con dos niños de 13 y 10 años, aún tiene las carnes abiertas porque el problema se ha prorrogado hasta el próximo 4 de noviembre, día en el que tendrá que abandonar su vivienda situada en la calle Marte, número 43. De aquí a esa fecha, el afectado tendrá que buscar cobijo en una casa de alquiler.

Desde primeras horas de ayer, vecinos, miembros de la asociación de parados de Chiclana y del movimiento 15-M se concentraron a las puertas de la vivienda para intentar frenar el desahucio, algo que finalmente no llegó a producirse. Manuel explicó que no abona la hipoteca desde hace año y medio, periodo que coincide con el tiempo que lleva en el desempleo. "No es que me niegue a pagar, lo que pasa es que no tengo dinero", comentaba desesperadamente. La ayuda por concepto de paro le aporta 700 euros al mes, una cantidad insuficiente para enfrentarse a los 500 euros mensuales de hipoteca que le pide la entidad bancaria. "Es imposible , con 200 euros tenemos que comer, comprar ropa a los niños, pagar los recibos de agua , luz...".

El paro, además de la previsible pérdida de su vivienda, también le ha ocasionado graves problema familiares ya que ahora está separado de su mujer. Uno de sus hijos, el mayor, convive con él, mientras que la pequeña se ha ido con su madre a casa de la abuela. Reconoce que la situación es complicada y que su banco no le aporta una salida para conservar su vivienda. "La única solución pasa por conseguir un trabajo, pero la cosa está muy mal", concluía Manuel, quien ha trabajado durante muchos años de marmolista, una profesión que ha decaído de la mano del hundimiento del sector de la construcción.

Un drama similar padece Yolanda Maestre Cabeza de Vaca, sobre la que también pesa otra orden judicial para que se marche de su casa de Huerta Rosario antes de las diez de la mañana del próximo 19 de octubre. Excamarera y separada con tres hijos de 10, 6 y 3 años, se ve envuelta en un proceso de desalojo que avanza irremediablemente sin que pueda hacer nada al no tener recursos económicos para desembolsar los 800 euros mensuales que le exige la hipoteca.

Lo que más le cuesta asimilar de este desagradable conflicto, relataba ayer Yolanda junto a Manuel, son las cuestiones que le plantean sus hijos, quienes le pregunta: "mamá y adónde vamos a ir ahora", y ella le responde una y otra vez, "no os preocupéis que ya encontraremos algún sitio".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios