Chiclana

La almadraba de Sancti Petri espera la autorización

  • El proyecto para recuperar la almadraba más antigua de la provincia depende del nuevo reparto de la cuota del atún

Una imagen del poblado de Sancti Petri, donde estaría ubicada esta nueva almadraba.

Una imagen del poblado de Sancti Petri, donde estaría ubicada esta nueva almadraba. / S. Ramos

El proyecto para calar una almadraba en aguas de Sancti Petri y recuperar esta antigua tradición marinera para Chiclana sigue a la espera, aunque podría haber novedades en los próximos meses.

El Ayuntamiento de Chiclana espera a que la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (CICCA), que debe estudiar un nuevo reparto en la cuota del atún, pueda reunirse a finales de año. A partir de ahí, en el momento en que se incremente la cantidad de atunes que se puedan capturar, podría haber “capacidad de asignarle una cuota de atún a la almadraba de Chiclana”.

Cabe recordar que el alcalde, José María Román, mantuvo varios encuentros en el año 2019 con la secretaria general de Pesca del momento, Alicia Villauriz, con el objetivo de reactivar la industria pesquera en el espacio de la antigua chanca de Serafín en Sancti Petri.

Chiclana cuenta con la almadraba más antigua de la provincia de Cádiz, pero desde los años 70 no tiene ninguna actividad. En 2003 se sacó un concurso público que ganó Pesquerías Chiclana, pero desde entonces han surgido multitud de obstáculos para la puesta en marcha del proyecto. En primer lugar surgió el problema del espacio destinado al polígono de tiro de Torregorda, que se resolvió en 2006, y posteriormente, una vez adquirida la finca y las anclas para comenzar la explotación, se conoció el descenso en la población de atunes, lo que provocó una moratoria en cuanto a la disminución del número de capturas.

La almadraba de Sancti Petri fue entonces uno de los sacrificios a asumir por la provincia, por lo que su reactivación no fue posible. Desde 2007 la licencia está en suspenso hasta que se recupere la población de atunes. Tras años de espera, el Plan de recuperación de la especie ha concluido y en estos momentos España está en vigor el Plan de Gestión.

José María Román ofrece los detalles de la reanudación del proyecto en una fotografía de 2017. José María Román ofrece los detalles de la reanudación del proyecto en una fotografía de 2017.

José María Román ofrece los detalles de la reanudación del proyecto en una fotografía de 2017. / Sonia Ramos

“Estamos a la espera de la asignación de la cuota”, cuenta Marta Crespo, directora gerente de OPP51 Marta Crespo, quien lamenta que “la mar está llena de atunes que no se pueden pescar”. La empresa mantiene la intención de reanudar el proyecto en cuanto obtengan los permisos necesarios.

El alcalde siempre se mostró convencido de que la puesta en marcha de la almadraba es muy importante en términos históricos; en términos económicos, por la actividad económica que puede generar con la creación de empleos directos; en términos de etnografía, por el modelo turístico que tiene la ciudad, reforzando así el papel de pesca ancestral con un calado de almadraba.

El proyecto generaría entre 60 y 100 puestos de trabajo directo, según las estimaciones iniciales, así como un gran impacto para la ciudad, especialmente a nivel turístico. “Las almadrabas hoy no son solo almadrabas, hablamos de mucho más, de auténticas rutas gastronómicas del atún. Cuando empieza la campaña almadrabera los pueblos se llenan de gente. Se ha consolidado una industria en torno al atún de almadraba que no es solo local ni provincial, sino regional y andaluza”, plantea Crespo.

Chiclana podría unirse así a la pesca del atún rojo, una explotación que se desarrolla actualmente en aguas de Barbate, Zahara de los Atunes, Conil y Tarifa. Esto le permitiría incorporarse a la Ruta del Atún, una iniciativa turística en auge en los últimos años, en la que Chiclana tendría además un papel importante, ya que la del poblado de Sancti Petri sería la almadraba más antigua de la provincia.

La pesca del atún en la zona se remonta a la época fenicia, pero fue en los siglos XVI y XVII cuando se abrieron las primeras chancas o depósitos para curar pescado, iniciándose la actividad almadrabera en el entorno. A principios del siglo XIX se colocarían las primeras redes sin armazón fijo y la reglamentación de la almadraba, que se asentaría en la zona durante las siguientes décadas.

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