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El rincón del colorete

Egolatri con tomati

No me gustan las personas que se creen importantes por lo que hacen y no por lo que son, a veces procuro entenderlo porque se dan circunstancias en que la vida gracias a lo que eres, hace que te veas como un triunfador, y eso para el ego de las personas es muy goloso.

Lo que ya me preocupa más, es cuando algunos se creen iluminados de la creación por lo que hacen, y lo que hacen es carnaval. Aun así todavía puede ser comprensible, ya que tener un teatro entero en pie aplaudiéndote, y miles de personas pendientes en la radio y la televisión, y al día siguiente aparecer en todos los periódicos, puede llegar a traicionarte y por un momento caer en la debilidad de cuestionarte que quizás estés tentado por los dioses.

A lo que ya no le encuentro justificación, y es bastante más preocupante, es que alguien considere estar por encima de los demás por salir en carnaval en una agrupación callejera, a ver, no es que sean menos que las otras, en absoluto, pero al menos las agrupaciones del Concurso tienen la excusa de que están rodeadas de una aureola de seguidores y medios de comunicación, que en cierto modo pueden justificar que haya casos en los que se le suban los humos a la cabeza de determinados personajes. Pero ¿una callejera? No lo entiendo sinceramente, porque, fundamentalmente, va en contra de la propia filosofía que dio origen al carnaval en la calle, alejarse del postureo sin sentido y el encorsetamiento que estaba creando este Concurso.

Afortunadamente son casos aislados, ya que la inmensa mayoría de agrupaciones callejeras se lo pasan bien disfrutando y haciendo reír a los aficionados sin que se sientan místicos del humor, y es por esto por lo que tienen cada año más seguidores, en los que me incluyo, pendientes de lo que cada uno saca con su trabajo, con su ingenio, sin repetirse y haciendo buena parte del carnaval callejero, de domingo a domingo, que de otra forma podría parecer algo huérfano, sobre todo en esos días de entre semana en que los actos carnavalescos no proliferan como debieran.

Son las propias callejeras las que saben a que me refiero en este escrito. Son esos que van de intelectuales del carnaval, con una filosofía callejera que se cuelgan de la solapa para ser los guays de la fiesta, y después con actitudes como la que comento se demuestra que de alternativo nada y de auténtico menos.

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