CADA vez hay más gente que se está dando cuenta de que el Carnaval de Cádiz se perdió cuando los socialistas en el Ayuntamiento convirtieron aquellas transitorias e híbridas Fiestas Típicas en esto de hoy, fiesta que los populares se han terminado de cargar.

En lugar de volver a ese Carnaval del calendario cristiano, netamente gaditano, del Tío de la Tiza, Cañamaque o El Batato, bailes de disfraces en teatros, círculos y casinos, cortejos carnavalescos y batallas de papelillos, se diseñó un Carnaval cateto, enquistado en el Falla y que termina con unos días de pesadilla que consisten en mirar para arriba delante de un tablao o coro, y mirar para abajo para no pisar cristales ni meterse en un charco de líquidos meados.

El símbolo de tal engendro es el autor, el más cursi del mundo. Un autor que escribe versos que no resisten un análisis lingüístico ni meramente sintáctico. Basta leer una letra para comprobar que son basura. Y del fondo no digamos nada: puro fariseísmo.

Porque esta Cádiz parece el paraíso de los justos, no he visto más gente libre de culpa tirando desde la primera hasta la enésima piedra. ¿Por qué no hacen los autores un partido político y se meten a presidentes del Gobierno, de la Junta, de la Diputación o a alcaldes del Ayuntamiento de Cádiz?

Porque no valen ni para llevar la comunidad del bloque.