¡viva la pepa!

Carlos Mariscal

CARLOS Mariscal, el delegado de fiestas que sucedió a Manuel González Piñero a principio de los noventa, trabaja de toda la vida en Airbus. Igual que yo. Y en estos días de concurso de coplas del Falla es una de las personas con quien más vengo hablando sobre este asunto. Bueno, hablar lo que se dice hablar, él como buen político que fue, habla más que María Patiño. A las siete de la mañana, con el primer café guarrindongui de esas máquinas tragaperras, ya empezamos con los primeros comentarios sobre la función de la noche anterior.

Carlos nunca se anda por la rama. Del tirón me larga de lo chungo de aquella chirigota o del babuchazo que habría que darle a ciertos cuartetos para que no aparecieran más por Cádiz. Carlos no se anda con medias tintas. Quizás porque de sus tiempos de concejal quedó hasta los mismísimos jueves de tanta mediocridad como él suele decir. Y no solamente me habla de coplas, de agrupaciones y de concurso. No. Se mete, y en profundidad, en cualquier tema que ataña a nuestra fiesta más importante. Por ejemplo, en estos días, sorprendiéndome gratamente, disertaba por no sé qué programa de Canal Sur Televisión que al parecer andaba, cómo no, ninguneándome. En unas votaciones, por lo visto sobre las mejores agrupaciones de los últimos veinte años de Carnaval, no hacían mención alguna de ninguna de mis comparsas. Ni siquiera de mis coros de La Salle-Viña. Dice que no se le puede faltar de esta manera a la memoria histórica del Carnaval. Y mucho menos que lo haga una televisión pública. Si él lo dice. Pero dice más. Con su experiencia, y esto lo digo yo, si ahora volviese, estoy seguro que pondría muchas cosas en su sitio. No está de acuerdo, como yo, con el sistema de la venta de entradas, con la duración del Concurso ni con eliminar del calendario esos dos sábados que todos sabemos. Ahora, más libre que nunca, sin ataduras políticas ni compromisos de ningún tipo, me habla de la noche del sábado de Carnaval de la Plaza de San Francisco de Sevilla como nunca me habló. De cómo actuaron ciertos miembros del jurado del Falla ante la decisión de meter o dejar fuera de la final a algunas de mis comparsas. Del comportamiento de algunos personajes innombrables con tal de estar en el sitio que nunca les correspondió. Y de un montón de confidencias que si las desvelásemos dejarían de serlo y todos sabrían lo mismo que Carlos y yo.

Ante todo esto, se me viene ocurriendo, ahora que estoy a punto de terminar mi tercer libro 'Todo Cádiz en mis coplas', proponerle a Carlos Mariscal un volumen sobre sus memorias como concejal de Fiestas. Más de uno iba a emigrar, no ya a Castellón, sino al Polo Norte.

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