Cádiz CF | El análisis

Lo que el coronavirus se llevó del Cádiz CF

  • El regreso ha sido el de un equipo con poco físico, sin el orden ni la mentalidad con la que ganaba la batalla sicológica a los rivales y al que le falta mucho para que recupere su ADN

Los cadistas se acercan a la zona de banquillos en uno de los parones para hidratarse.

Los cadistas se acercan a la zona de banquillos en uno de los parones para hidratarse. / JESÚS MARÍN

El parón de la competición ha sido lo peor que le ha podido pasar al Cádiz CF si se toma como referencia la imagen ante el Rayo Vallecano. Sólo la imagen porque el resultado no es malo aunque hubiese jugado bien, aunque las sensaciones son preocupantes. Ya lo dejó claro Álvaro Cervera en la rueda de prensa y a pesar de que restan diez partidos para hacer las cosas mucho mejor, lo visto deja una honda preocupación en el cadismo.

Fue decretar el árbitro el arranque del choque y quedar claro que las cosas no iban bien. Y no era sólo por el abrumador control del balón y del juego por parte del conjunto rayista, ya que el Cádiz se ha visto en ese papel otras veces y en la primera jugada que robaba el esférico asestaba ese golpe en forma de gol usando el contragolpe que conocen todos los adversarios pero que ninguno es capaz de frenar.

Lo de esta vuelta ha sido distinto, como si regresara otro Cádiz, un equipo con una identidad desconocida que se ha dejado en el confinamiento las claves de su ADN futbolístico. El cadismo asistió desde la pequeña pantalla a un equipo con poco físico -algo que se puede entender después del parón, pero que, por ejemplo, al Rayo no se le notó-, con escaso orden, sin chispa, falta de mentalidad... Un Cádiz que se ha dejado algo en su encierro que necesita recuperar para ser el bloque de garantías que le ha llevado al liderato con un sello feo pero efectivo en un alto porcentaje.

La lentitud del Cádiz a la hora de interpretar el encuentro resultó llamativa porque cuando los de Cervera se han visto sometidos por un enemigo, han tenido la capacidad de hacerse fuertes en labores defensivas hasta encontrar una fisura por la que provocar el desangrado del rival de turno. Pero ante el Rayo, nada de nada. No es que los de Jémez tuvieran muchas ocasiones, aunque sí se encontraron poca resistencia para acercarse al área amarilla; quedó al descubierto esa primera línea de la medular que tanto ha sumado otras veces en favor de los compañeros de la parte de atrás.

La falta de contundencia en la mentalidad y en las acciones quedó plasmada en el gol del Rayo. Trejo avanzó sin apenas oposición y dejando en muy mal lugar a jugadores como Edu Ramos y, sobre todo, Fali, que fueron incomprensiblemente blandos en una jugada en la que el jugador rayista lo hizo muy bien gracias a la permisibilidad de un equipo de casa que ha perdido la fortaleza defensiva.

La cuestión ofensiva también dejó que desear. Sirva como ejemplo que jugadores con un papel de peso otras veces como Perea y Salvi, apenas se prodigaron con calidad y velocidad, sus armas. Ahí sí que fue palpable la ausencia de chispa, de frescura mental y de piernas... en definitiva, la capacidad de romper el partido. Tampoco Álex Fernández encontró el punto de equilibrio que tanto le ha hecho crecer este curso por detrás del '9' porque en ocasiones se le vio demasiado metido atrás, casi como un pivote más.

El empate ante el Rayo es el primer asalto de los once que le quedan al líder. Faltan diez, 30 puntos, un mundo. Pero lo del domingo no es una lectura resultadista; más bien es un análisis para encontrar el cúmulo de causas que ha llevado al Cádiz a ser demasiado vulnerable en defensa y a permanecer sin músculo ni velocidad en ataque.

Cervera, que ya lo exteriorizó con preocupación en la sala de prensa, sabe que no es el camino para ir de cara y tratando de tú a tú a los adversarios en este maratón de encuentros cada tres días. El líder debe serlo y demostrarlo.

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