Cádiz CF

Otra vez boquerones en vinagre

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El Ramón de Carranza no presentaba anoche las mejores galas, las de las jornadas para el recuerdo. Apenas 6.700 incondicionales acudieron a la llamada del nuevo proyecto del club, liderado esta vez por Quique Pina y con una plantilla que casi nada tiene que ver con la de la pasada temporada. Los cadistas que pasaron por taquilla se disponían a ver la final del Trofeo en un estadio aún sin concluir, con su equipo en Segunda B y contra un rival con más futuro que presente y pasado, un pasado que se entrelaza con la Tacita de Plata y aquel inolvidable día, de oro para siempre, hace ya dos décadas, en el que el Cádiz conservó la categoría, la Primera División, después de una tanda de penaltis de auténtico infarto.

Ayer, como entonces, los gaditanos se comieron los boquerones en vinagre. Los aficionados procedentes de la capital de la Costa del Sol no se agruparon en ningún sitio en concreto, se dispersaron entre la Preferencia y los Fondos, y ahí, en la soledad del graderío, sufrieron lo que deben considerar una afrenta teniendo en cuenta el súper equipo que ha armado el jeque Al Thani.

El Cádiz, que estrenaba la nueva indumentaria, ilusionó más y más con el paso de los minutos, hasta entusiasmar a su hinchada en una recta final a la que sólo le faltó un estadio terminado y repleto. Para lo primero queda tiempo, pero para lo segundo anoche se sentaron los cimientos.

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