Cádiz - Rayo Vallecano | Ambiente

Un sucedáneo para los aficionados

  • El cadismo afronta el primer partido de Carranza sin público con conformismo no exento de crítica y con respeto a las normas de distanciamiento social pese a congregarse en bares

Interior del Bar Gol, en La Laguna, durante el partido de este domingo.

Interior del Bar Gol, en La Laguna, durante el partido de este domingo.

El cadismo vivió este domingo el primer partido en el Ramón de Carranza sin público, una imposición de la nueva normalidad que los aficionados aceptaron con responsabilidad -no exenta de crítica a los mandatarios del fútbol español- y también con respeto a las normas de distanciamiento social establecidas, a pesar de que muchos se congregaron en bares para ver el encuentro contra el Rayo Vallecano por televisión.

Tanto en La Laguna como en Loreto, barrios colindantes al estadio, se respiraba desde horas antes el ambiente de los días de Liga aunque condicionado. Las camisetas amarillas apuntaban a un domingo como cualquier otro de la temporada; las mascarillas personalizadas, a un fin de semana diferente.

Las medidas de seguridad en los accesos al estadio para todos los intervinientes, desde jugadores, técnicos y árbitros hasta el personal de limpieza, confirmaban lo que se había anunciado durante estos días. A Carranza entraron cuatro gatos y tras superar un estricto protocolo.

En el interior del templo cadista, el sonido ambiente de la megafonía insufló ánimos al equipo antes del pitido inicial; en el exterior, muchos seguidores se congregaron en establecimientos de las inmediaciones para ver el choque por la pequeña pantalla. Lo esperado.

Y para que luego digan de los gaditanos, resulta que el denominador común de los tres bares a los que acudió Diario de Cádiz fue el de un absoluto respeto a las normas impuestas por el Ministerio de Sanidad en cuanto a distanciamiento social. Escrupuloso cuidado con el aforo permitido y nada de confraternizar con el amigo de toda la vida. Cada uno en su mesa y Dios en la de todos. Y lo mismo en la barra. Como debe ser en tiempos del coronavirus.

Tampoco el juego del Cádiz dio para demasiadas euforias. Más bien frialdad de la parroquia como contraste con las temperaturas propias de la antesala del verano.

No queda otra que acostumbrarse porque esto es lo que hay para lo que resta de campaña. Da igual que se trate de una contienda en casa o fuera. Casi da lo mismo. Visto lo visto, mejor ni imaginar cómo podría celebrarse un hipotético ascenso del titular de la Tacita de Plata a Primera División.

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