Cádiz CF

Y por fin la afición del Cádiz CF celebró una alegría en casa: euforia en el santuario

Jugadores celebran la victoria con la afición.

Jugadores celebran la victoria con la afición. / Julio González

Ambientazo de Primera División en el estadio Nuevo Mirandilla. El Cádiz CF recibía a uno de los tres grandes del balompié patrio y bien se notó que se trataba de un partido especial. La afición local entregada, consciente de la complicada situación en la que está el equipo y de la difícil misión ante un Atlético de Madrid que también contó con una apreciable presencia de seguidores. En total, algo más de 18.000 espectadores. No se llegó al lleno en una tarde casi veraniega.

El encuentro se vivió en la grada con tanta intensidad como en el césped. Cada jugada estuvo acompañada de cánticos, gritos, protestas… Todo al máximo de decibelios. El personal se expresó con desahogo y vibró con el tempranero gol con el que el Cádiz CF sorprendió a todos. De buenas a primeras, casi sin salir del vestuario, los de casa fabricaron el 1-0 que abrió un horizonte de esperanza.

¿Sería capaz el conjunto local de doblegar a uno de los gigantes de la Liga? La parroquia cadista creyó y empujó de lo lindo. En el Fondo Sur, una enorme pancarta de recuerdo a Fernando 'Baguetina' ante el reciente aniversario de su fallecimiento: "Hasta los que ya se fueron cantan desde el cielo".

Todos cantaron, animaron... Y por supuesto, sufrieron. La euforia tras el gol de Álex Fernández, el que parecía el de la sentencia en el minuto 81, dio paso poco después a un elevado grado de padecimiento con el doblete de Joao Félix. Muchos pensaron que podía haber revivido otro día el portugués, con el que Simeone cuenta poco en los últimos tiempos.

La alegría desatada en la grada se transformó en incertidumbre una recta final no apta para aquellos que padecen problemas cardiacos. Con el 2-2 pudo pasar de todo pero esta vez la fortuna sonrió a un Cádiz CF que no se resignó y a una afición que se merecía una explosión de alegría como la que se vivió con el gol de Rubén Sobrino en la última jugada del partido.

Se desbordó la alegría. No era para menos. Ya era hora de la primera victoria en casa y además contra uno de los grandes. Qué ganas tenía la afición de disfrutar. Una sobremesa inolvidable con el clásico cántico "¡sí se puede!" como fin de fiesta. Una fiesta que tendrá continuidad si el equipo transmite las mismas sensaciones y suma de tres en tres.

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