El Cádiz CF prepara a conciencia el partido contra el Granada que el próximo lunes 28 de febrero Día de Andalucía, clausurará la 26ª jornada de Liga. Es el compromiso más importante en lo que va de temporada 2021/22 porque puede suponer un antes y un después en el devenir de los amarillos en un campeonato que está siendo muy complicado. Ocupa plaza de descenso, pero con opciones de salir del pozo si reacciona de inmediato.

Un victoria en el Nuevo Estadio de Los Cármenes metería al Cádiz CF de lleno en la pelea por la permanencia en Primera División porque en ese caso se colocaría a un solo punto del objetivo. Una derrota le situaría al borde del abismo, a seis o siete puntos de la 17ª posición.

El entrenador del conjunto gaditano, Sergio González, debe decidir el dibujo que emplea en la trascendental cita en la ciudad de la Alhambra. Desde su aterrizaje a mediados del pasado mes de enero en sustitución de Álvaro Cervera, la apuesta del nuevo técnico se basaba en un 4-4-2.

Sergio González se valía de cuatro defensas, dos mediocentros, dos especialistas de banda y un par de delanteros. Así afrontó los encuentros ante el Espanyol, Levante, Mallorca y Celta de Vigo con un balance de una victoria, dos empates y la derrota que nunca debió producirse en Son Moix sin el perjuicio arbitral ocasionado por Carlos del Cerro Grande y Alejandro Hernández Hernández desde el VAR.

Pero en el duelo contra el Getafe, la referencia más reciente, el preparador cadista se decantó por otro sistema, en este caso basado en cinco defensas, con los laterales en modo carrileros, dos medios y tres delanteros con muchas movilidad. Así dominó el partido aunque no consiguió el resultado que buscaba.

Cada partido tiene su peculiaridad. Sergio González se inclinó por ese modelo precisamente ante un adversario que también utiliza una defensa de cinco.

El nuevo míster acertó con su dibujo porque el Cádiz CF realizó su mejor actuación en mucho tiempo. Fue superior a su rival y sólo le faltó un poco más de suerte y puntería para, en lugar del empate a uno definitivo, sumar una victoria que hubiese sido muy relevante en la constante lucha por la salvación.

¿Mantener el sistema usado ante el cuadro madrileño que sentó bien al equipo o volver al 4-4-2 de los anteriores enfrentamientos? He ahí el dilema al que se enfrenta el técnico. El entrenador deshoja la margarita con la clara idea de ver qué es lo mejor para el equipo. La manera de colocarse del contrincante puede influir en la decisión.