Cádiz CF

El Cádiz CF, muy pequeño ante una Real Sociedad superior (2-0)

  • El cuadro gaditano regresa a su peor versión y vuelve a complicarse la vida

Javi Hernández se lleva las manos a la cabeza tras un gol de la Real.

Javi Hernández se lleva las manos a la cabeza tras un gol de la Real. / Efe

El Cádiz CF volvió a la dura realidad que le coloca frente a la guadaña del descenso. Sucumbió con todo merecimiento (2-0) ante una Real Sociedad muy superior en el duelo que inauguró una 29ª jornada en la que no se moverá de la 18ª posición. El conjunto gaditano fue devorado por la excelencia de Brais Méndez, Merino y Oyarzabal en una noche para olvidar.

Hacía más de tres meses que el cuadro donostiarra no ganaba en casa hasta que llegó un inocente Cádiz CF para poner una alfombra roja. De nuevo ofreció síntomas de Segunda División. La resistencia se quebró con un gol ridículo que abrió el camino de la derrota. El Cádiz CF nunca creyó en sus posibilidades y ahora corre peligro de volver a descolgarse en la lucha por la permanencia.

Como era previsible, Mauricio Pellegrino repitió la alineación que había desplegado ante el Atlético de Madrid con idéntico esquema, un 4-4-2 de manual que no fue una sorpresa.

Ejercer de visitante conlleva un plus de prudencia con el que arrancó un Cádiz CF protector de su parcela y con intención de jugar a ras de suelo cuando tuvo la posesión del balón. No tardó en darse cuenta del peligro de la Real cuando, en el minuto 6, Becker se plantó solo de Conan Ledesma pero disparó fuera. Un aviso que le obligaba a redoblar los esfuerzos en la destrucción.

En el 11, Ledesma estorbó lo suficiente a Oyarzabal para abortar el mano a mano dentro del área. En el 12, el arquero repelió el balón tras un zurdazo lejano de Brais Méndez. Empezó a sufrir demasiado pronto el cuadro gaditano, vestido con equipación oscura de arriba abajo.

Los mayores problemas llegaron en la zona de tres cuartos del ataque realista, donde Brais se erigió en factor desequilibrante. No se sintieron nada cómodos los hombres de negro, a los que la pelota les duraba menos que nada sin un solo canal de salida. Aportaron todas las cartas a la casilla de la defensa a la espera de alguna aparición arriba que parecía poco probable.

El paso de los minutos empeoró la situación un equipo modesto cada vez más atrás entregado al dominio de un adversario muy superior con pinta de poder dar un golpe de efecto en cualquier momento. Y es que del desarrollo del juego se redujo a la mitad de rectángulo hasta que por fin comenzó a despertar el Cádiz CF para empezar a salir de la cueva superado el ecuador de la primera parte. En el 26, una internada de Juanmi finalizó con un doble disparo uno de Iza Carcelén (el balón rebotó en la zaga) y otro de Robert Navarro que no encontró puerta.

La réplica de los locales fue contundente al aprovechar un regalo que no se suele dar en un partido. En el 27, Ledesma mandó la pelota a saque de esquina tras un remate a bocajarro de Oyarzabal y en cuestión de segundos se produjo una secuencia surrealista que derivó en el 1-0. Los jugadores del Cádiz CF no estuvieron atentos al lanzamiento del córner, como si la cosa no fuese con ellos, y Ledesma, el único que no se había dormido, cometió la imprudencia de salir de la portería para intentar tapar a Oyarzabal, que dio un taconazo hacia atrás y Merino irrumpió para marcar a placer.

El tanto fue de esos que sacan los colores al equipo que lo recibe. Fue una mezcla de pillería de los locales y novatada de los visitantes. Un ridículo espantoso de los futbolistas que no prestaron atención y regalaron un gol que podía costar muy caro. Con todo lo que hay juego, es imperdonable perder de vista el esférico ni un segundo.

El 1-0 hacía justicia a los méritos de unos y otros. Pasada la media hora, Maxi Gómez, lesionado de un gemelo, dejó su sitio a Chris Ramos, quien poco después de saltar al césped cabeceó fuera.

El Cádiz CF trató de revolverse en busca del empate antes del descanso. Al menos lo intentó. Ambas escuadras intercambiaron ocasiones sin consecuencias. En el 40, Víctor Chust, taponó justo a tiempo el remate de Oyarzabal, que se había quedado solo tras un grave error de Rubén Alcaraz, que le había pasado la pelota. En el 42, el cuero se perdió junto a un poste tras un testarazo de Le Normand a la salida de un saque de esquina.

Respondió Chris Ramos en el 44 con una gran acción individual sin premio. Se marchó de su oponente y en el mano con Remiro con poco ángulo, su remate estrelló el balón contra el portero.

Los foráneos estaban obligados a reaccionar en la reanudación para no marcharse de vacío. A punto estuvo de marcar Kouamé en la primera jugada cuando, tras un despeje de Remiro, disparó alto desde el balcón del área con la portería desguarnecida. No estaba el Cádiz CF para desperdiciar oportunidades tan claras.

Trató de ser más valiente el que iba perdiendo pero el que mandaba en el luminoso se empeñó en seguir llevando el mando. Tocó y tocó el balón la Real para desesperación de los visitantes, incapaces de aprovechar los pocos robos. Faltaron recursos ofensivos y además la amenaza del 2-0 fue constante. En el 57, Ledesma lo impidió con un paradón tras un cabezazo de Merino.

La opción de algún chispazo suelo o una acción a balón parado fueron los asideros a los que se agarró un Cádiz CF muy limitado. En el 59, Remiro repelió un misil lejano de Robert Navarro. A las dificultades arriba se añadió la polémica cuando Chris Ramos fue derribado por Zubeldia en el momento que se escapaba solo en dirección a la portería contraria. La posición de fuera de juego del ariete impidió la expulsión del zaguero cuando el colegiado revisó la jugada en el monitor.

El partido se puso casi imposible con veintitantos minutos de antelación cuando, en el 67, Zakharyan empujó a placer tras dejar pasar el balón Oyarzabal después de un centro de Brais Méndez. La candidez de la defensa y la habilidad de los atacantes locales propició un 2-0 insalvable.

Lo intentaron los gaditanos aunque sin demasiado convencimiento. Mientras Imanol Alguacil movió el banquillo con celeridad, Pellegrino tardó un cuarto de hora en tomar medidas, como si hubiese tirado la toalla o no confiase en los recambios. Dio entrada a Lucas Pires y Machís en el 82, con poco tiempo para buscar la proeza. Y en el 85, Brian Ocampo y Sergi Guardiola. Cambios estériles que no sirvieron absolutamente para nada.

Tanto en el campo como en el banquillo se sintieron derrotados con el segundo gol. El tanteador pudo haber sido peor. En el 91, Ledesma hizo un paradón tras un derechazo a la escuadra de Traoré.

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