La afición del Cádiz demostró, una vez más, que ha sabido estar muy por encima del equipo toda la temporada. El personal, que se ha hartado de pitar a los suyos a lo largo de la campaña que aún está en marcha, premió ayer a los jugadores con aplausos y cánticos de apoyo en reconocimiento al buen trabajo que realizaron sobre el césped. A falta de un resultado favorable, al menos ayer hubo empatía entre dos de las patas fundamentales del club: jugadores y afición.

El aliento que la hinchada dedicó a su equipo es digno de elogio. Y más en una mañana desapacible en la que la lluvia molestó más de la cuenta con su intermitente presencia. El respetable, que se pasó todo el partido abriendo y cerrando paraguas, no se dejó entretener por el agua caída del cielo y animó sin parar al equipo amarillo. Los jugadores se marcharon al descanso con la frustración de no haber marcado al menos un gol más que merecido, pero al menos se fueron reconfortados por la respuesta de una afición que sabe reconocer el esfuerzo y el buen fútbol. Los habituales gritos que apelaban a la testiculina en encuentros anteriores se tornaron ayer en cánticos de apoyo. Hacía tiempo que no se escuchaba en la grada ¡Cádiz, Cádiz...!, pero el universo cadista es así de espléndido. Lo fue hasta en la derrota. Tras el pitido final, el personal despidió a los jugadores con aplausos en respuesta al buen partido ofrecido por lo amarillos. Hasta Juan Villar se llevó palmas cuando fue sustituido.

Los únicos que salieron entre silbidos fueron el árbitro y sus auxiliares, cuya actuación fue muy protestada por la afición, en la grada, y los futbolistas, en el terreno de juego.

Entre los asistentes al encuentro destacó la presencia de Jose González, entrenador del Cádiz las dos últimas temporadas, que siguió el choque desde Tribuna.