José María Martín Bejarano-Serrano, José Mari, uno de los capitanes del Cádiz y pilar fundamental en los esquemas de Álvaro Cervera, ha concedido una entrevista a la revista digital que publica el club antes de cada jornada en la que deja entrever que su futuro, cuando cuelgue las botas, bien podría estar ligado a los banquillos.

A sus 32 años, el centrocampista aún tiene cuerda para rato, sobre todo porque se cuida como el grandísimo profesional que es y porque derrocha la ilusión propia de un juvenil. Sin embargo, la realidad del mundo del balompié apunta a un final más pronto que tarde, un final que en el caso del roteño no parece que suponga desligarse del deporte rey.

En el breve cuestionario de 10 preguntas que se le realiza, la octava pretende arrojar luz sobre qué le gustaría ser si no jugara al fútbol. La respuesta no puede ser más contundente: “Entrenador de fútbol”.

A nadie escapa que el veterano pivote se ha convertido en la prolongación del técnico sobre el rectángulo de juego. No pocas veces se ha observado durante un partido cómo Cervera llama a su alumno aventajado a la banda para trasladarle alguna indicación. Y José Mari, que ya apunta maneras, no tarda en reproducir el mensaje a sus compañeros.

Convencido de que su mayor virtud radica en “las ganas de mejorar”, se mira en el espejo de Busquets, su futbolista preferido, y acude a un pasado reciente al recordar su mejor jugada, “el gol al Numancia”, y el rival más incómodo, “Osasuna en El Sadar”.

En el ámbito profesional, revela que lo mejor que ha vivido es “el ascenso a Primera” y que ve como un sueño “la permanencia” en la máxima categoría, mientras que en el personal confiesa que “no podría estar sin la familia”, con la que le encanta “ver series de televisión”, y su pasión por “las playas de Rota”, en donde encuentra los mejores rincones de la provincia.