Poco margen de error le daban a Enrique Ortiz en la primera jornada de Liga cuando a los tres o cuatro minutos de partido ya recibía las primeras críticas. El extremeño, experto en bailar sobre el filo de la navaja, no se alteró lo más mínimo y su respuesta ha sido marcar un gol que permite al equipo sumar el primer punto.

Los incondicionales del Cádiz no lo fueron tanto con Enrique en el estreno liguero. Las primeras pérdidas de balón del extremo encontraron los pitos de una parte de la grada que parece perdonarle poco. Y eso que hablamos de un jugador que, al final, todos los años es indiscutible y que aporta al equipo mucho más de lo que la gente piensa. Fue clave el año del ascenso a Primera División, sobre todo por la alta cantidad de goles que nacieron desde su lado. No desentonó en la elite y, sin ir más lejos, el año pasado fue uno de los jugadores más importantes para salir del infierno.

No cabe duda que sus carreras no son las más elegantes de la categoría ni su precisión en el control roza la perfección, pero, para bien y para mal, así es Enrique y de esa manera le ha aportado muchísimo al equipo amarillo.

En el campo Ciutat de Valencia demostró que ni está acabado ni este año va a regalar la titularidad a Velasco, su competidor en la derecha. El de Azuaga no marcaba en Segunda A desde diciembre de 2007, cuando hizo uno de los tres goles que le marcó el Cádiz de Antonio Calderón al Ferrol (3-1).

En la capital del Turia se reencontró con el preciado tesoro y, además, como sólo él sabe hacer entrando a rematar con todo que ni se sabe realmente que parte del cuerpo terminó por empujar el balón a la red.

Enrique estuvo a la altura en el campo del Levante y aportó la profesionalidad que siempre lleva dentro. Otra veces no salen las cosas como la gente quiere, pero no hay que olvidar su trayectoria de amarillo y que para Javi Gracia como para otros tantos que pasaron por el banquillo, la banda derecha es de su propiedad.